Capítulo 21: Cuatro puñales contra uno.

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No sabía explicar qué tipo de conexión había entre nosotros. Aparentemente era una relación nula, inexistente. Nada distinto a lo que yo y mucha otra gente externa a nuestras vidas pensásemos. Pero, la verdad es que era algo más complicado que aquello.

No entendía por qué nuestras miradas se encontraban tanto. Era algo que llevaba ocurriendo desde que se cambió a nuestra clase, aunque al principio no le diera importancia. Era desviar la mirada de la pizarra o de mis apuntes y toparme con la suya. Mirar hacia la ventana y en el camino atascarme en sus ojos por milésimas de segundos. Él era una especie de imán para mis globos oculares. Incluso sin quererlo, mis ojos iban inconscientemente a los suyos.

Era como tener un sexto sentido y saber cuándo su mirada pasaba por encima de mí, para entonces retenerla un escaso tiempo y volver a dejarla ir. O más bien, como si nuestras miradas se encontraran a la vez, porque tenía la sensación de que a él le pasaba lo mismo. Y no entendía por qué pasaba eso.

Por supuesto, una vez más ocurrió cuando entramos en La Sede y lo vimos aparecer tras doblar una esquina de la sala.

Sentí como el tiempo se detuvo cuando nuestros ojos se volvieron a encontrar. No era buen momento para mirar las expresiones de mis amigos, pues mi cuerpo entero estaba completamente rígido a causa de las circunstancias.

Así que todo este tiempo había sido él.

El que se ocultaba tras la fidelidad de Dominic de no revelar su identidad. El mismo que hacía poco más de un año decidió marcharse tras haberle advertido sobre las tóxicas intenciones de, en aquel entonces, su novia. El chico que permitió que el tiempo nos desuniera. Al que Evie dio con todo su cariño una parte de su alma. El que antes de todo lo que nos separó considerábamos amigo y uno más del grupo.

«¿Cómo te atreves a volver?». Era lo único que quise preguntarle nada más verlo, pero nunca permití que esa pregunta escapara de mi boca.

Fue raro volver a estar tan cerca, pero a la vez tan lejos. Y había una razón por la que no llegué a pensar en Diego como posible copartícipe: a él ya no lo conocíamos.

¿Por qué quería volver a unirnos después de tanto tiempo?

Tenía sentimientos encontrados y estaban tan mezclados que no podía reconocerlos. Pero, ¿y qué pasaba con los sentimientos de mis amigos? ¿Qué estaba pasando por sus cabezas en este momento? ¿Sentirían lo mismo?

—Esto es demasiado. —Evie me devolvió la noción del tiempo con sus palabras y al parecer también la movilidad de mi cuerpo. Vi la manera en la que negó con la cabeza y como se fue del lugar con grandes zancadas.

—¡Evie! —exclamó Georgia antes de que diera el portazo. Sin embargo, Evie no echó la vista atrás.

—Te dije que esto no iba a salir bien. —Dominic se pinzó el puente de la nariz al recordárselo a Diego.

—Ahora no —le contestó Diego, obstinado.

Tal vez debí ir tras mi amiga y no dejar que se fuera sola, pero no podía echar a la mierda el momento que tanto tiempo llevaba esperando. En cuanto pudiera lidiar con esta situación me encargaría de Evie.

—No me jodas —murmuró Kai en voz baja, casi para sí mismo.

—Dominic, ¿por qué no nos lo dijiste? Lo tendrías que haber hecho —le reprochó Adriel en un tono molesto.

—Tal vez no sepa lo que pasó —objetó Georgia, ignorando su alrededor.

—No es su culpa. Le dije que no dijera nada porque os habríais negado rotundamente. Y sí lo sabe, Georgia. —Diego habló por primera vez. Era rara la sensación de que nos dirigiese la palabra después de tanto tiempo. Respecto a lo de lo, se refería a la riña que tuvimos el verano pasado. La misma que acabó con nuestra amistad—. Pero no hagáis como que no estoy aquí, ya lo habéis hecho durante mucho tiempo.

MÁS QUE UN SUEÑOWhere stories live. Discover now