CAPÍTULO XI: Golpe de Realidad

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Eylene sólo se acurrucó con sus muchachas, que la abrazaban. Estaba agotada, aturdida y desnuda, no podía hacer nada más. Aparte, había perdido su arco, fuente de su autoconfianza <<Sin él, no soy nada>>. Como nunca se sentía tan indefensa.

-¡BASTARDA DE MIERDA! -. Exclamaba Torbald, furioso, mientras se restregaba los ojos - ¡Cuando me la encuentre, juro que la...

-¡Basta! -. Lo interrumpió Griflard -. Ya pasó. Tenemos otras preocupaciones, como salir de aquí. Y esa bruja era nuestra única opción ¡SI USTEDES NO LA HUBIERAN MOLESTADO!

Eylene le encontró toda la razón. Torbald era un estúpido, y lo peor es que era fuerte y grande. Decían que le gustaba violar mujeres, incluso en períodos de paz. Eylene siempre se mantenía alejada de él, y en especial, lo mantenía alejado lo más posible de sus chicas.

-Perdón Griflard -. Dijo Lucerion -. Es que esos magos son unos hijos de puta desgraciados.

Lucerion era más amigable y alguien en quien se podía confiar. De hecho incluso, una vez yació en el lecho con Karla, Griflard y Eylene. <<Karla>> pensó Eylene. Todo ese aturdimiento no la dejaba pensar con claridad, y había olvidado que su Karla querida ya no se encontraba con ellos. <<¿Cómo se lo diré a Griflard?>> pensó. Ellos dos eran muy unidos, demasiado. Incluso yacían juntos más veces solos que con Eylene incluida. En cierta medida, eso le producía un extraño sentimiento de celos y alivio. Además, Karla era la favorita de Griflard porque ella consentía todas las fantasías de él. Eylene no lo hacía, no le estaba gustando mucho la forma en que él se satisfacía sus deseos.

-Tranquilo Lucerion -. Le dijo Griflard al joven -. Pero a veces debemos hacer caso omiso a nuestros ideales y cooperar con el enemigo.

-¡DE ESO NADA! -. Vociferó Torbald -. ¡Jamás voy a cooperar con zorras hijas de puta!

Griflard lo miró de una forma en que de haber podido, le hubiere asesinado. El hombretón se llegó a asustar un poco. Los gritos le hicieron doler la cabeza, y Eylene decidió retirarse a un árbol que se encontraba cerca para recuperarse de la noche pasada. Sus chicas se quedaron con los hombres. Lentamente, la joven recuperaba sus fuerzas y sentidos, pero no lograba recordar nada de lo que había pasado, sólo que estaba con esos giarianos y que vio una luz extraña a lo lejos. ¿Acaso, esos hombres se habían aprovechado de ella? Pero recordó que era imposible, estaban arrancando de un hombre lobo, aunque no sabían quién era, y si bien eran sus enemigos, esos hombres no parecían ser depravados. Un desconcierto la inundó, cuando de repente, una caja cayó flotando hacia Eylene en lo que parecía ser una capa voladora que la sostenía.

Rápido se acercó a ella, y descubrió que esa caja tenía su armadura de cuero y pantalones acolchados como nueva, incluso perfumada. No le dio importancia, cuando sintió que alguien iba hacia dónde se encontraba. Era Griflard. Eylene se sintió reconfortada y corrió a sus brazos, a llorar. Estaba cansada de todo.

-Te necesitaba -. Le dijo a Griflard -. No sabes cuánto.

-Yo igual las extrañé -. Le respondió él -. A ambas.

Eylene se puso a llorar más fuerte, el recuerdo de Karla vino de inmediato, pero no sabía cómo contarle a Griflard.

-¿Y Karla? -. Finalmente le preguntó -. ¿Dónde está?

-Ella... -. Le dijo Eylene, debía ser fuerte <<Como Karla>> -. Ella, ella... está muerta Griflard...

Él no dijo nada. Estaba taciturno, sombrío. Eylene pensaba abrazarlo, cuando de repente, golpeó el tronco del árbol. Llegó a quebrar parte de la corteza, y su mano sangraba.

-¡Griflard! -. Exclamó Eylene, preocupada - ¡Tú mano está sangrando!

Pero él no le respondió. La chica le vio los ojos, los tenía extraños. Su pupila había cambiado de color, de un azul profundo a un índigo con contornos púrpura extrañamente perturbadores y antinaturales.

VIDAS: Al final, todos estaremos muertos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora