Enfado.

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Bastián y sus bromas, pensé que era algunos de los rivales de Lucifer, estuve a punto de acabar con él, hasta que se burló, luego me arrastró hasta el coche de Lucifer para llevarme a la mansión de esté, mis ojos no dejan de permanecer en la carre...

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Bastián y sus bromas, pensé que era algunos de los rivales de Lucifer, estuve a punto de acabar con él, hasta que se burló, luego me arrastró hasta el coche de Lucifer para llevarme a la mansión de esté, mis ojos no dejan de permanecer en la carretera, lo único que me regocija es saber que él tendrá una excusa para no pasar la noche con ella.

—Esta embarazada —escupo con los brazos cruzados y mirando la oscuridad del bosque.

Esas dos palabras son como una cuchillada a la mitad del corazón.

—Si, lleva unas semanas sintiéndose mal —responde neutro.

—Ahora hace todo más difícil la situación —quiero llorar, bajarme y hacer añicos esté coche— ¿Cómo pasó eso? Me fui por un mes, un bendito mes —digo con recelo, apretando los dientes.

Ese mes me está condenando como nunca, Lucifer jamás hubiera embarazado a nadie.

—No sé, Sira. Lucifer comentó que ella era virgen—él se ríe a mis arcadas— y que al parecer se embarazó accidentalmente.

Ruedo los ojos:

—¿Accidentalmente? —repito con la boca entreabierta— ¡Existen las jodidas pastillas de emergencia! Los malditos métodos anticonceptivos... ¿Quién tiene sexo sin látex? Es patético, ella es patética... Debería de abortar, dado lo ocurrido, sería lo más cuerdo que haga en su vida —me río—. Ya sé lo que pasará... Llorará y dirá que es una buena chica, que no hará eso y que si tiene que hacerse cargo sola lo hará ¡Estupideces! Niñita que no sabe lo que es el mundo real, pasar hambre o ver a tus padres trabajar como burro para darte una vida menos que digna...

—Él la quiere.

¿Él la qué?

—No —sacudo la cabeza con frenesís—. Él me quiere a mí, soy su mundo, su nena, su muñeca... Soy todo y siempre fue así.

Bajo del coche azotando la puerta, las emociones a flor de piel, exhalo cuando el frío golpea mis miembros desnudos, tengo los brazos helados y las piernas congeladas, ingreso a la casa y lo primero que veo es la reacción sorprendidas de los empleados.

—¡Rogelio! —aparece el mayordomo, no habla, le cortaron la lengua de niño después que robará una carnicería—. Tráeme lo más fuerte de la reserva de Lucifer.

Me quería dejar un vaso y terminé arrebatándole la botella, Bastián, es la mano derecha de Lucifer, tiene una horrible cicatriz en la mejilla y tatuajes en su brazos y cuello, es tan algo y grueso como su jefe, bebo un trago haciendo que el ardor, me queme las garganta.

No me importa, estoy devastada.

No quiero pensar en que es mi fin con Lucifer, no después de tantos años, bebo otro trago, moviéndome hacía la sala de estar, debajo la fría y perversa mirada de Bastián, es un sádico que disfruta hacer llorar a las mujeres.

La muñeca del magnate.  (Libro 0.5) ✓Where stories live. Discover now