6: Aplazamiento.

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Una semana después

—¡No puedo creerte!— Hermione irrumpió en la oficina, golpeando las notas que había estado sosteniendo durante las últimas dos horas en su escritorio y hundiéndose en su silla. —¡No puedo creer que acabes de objetar tu propia propuesta! ¿Todo porque no estabas satisfecho con mi colocación de una coma?

MalfDraco la siguió a través de la puerta, con las manos en los bolsillos y esa sonrisa perpetua en su rostro. 

—No fue mi propuesta, fue solo mi idea. Y, para ser justos, era una coma de Oxford.

Ella resopló, cruzando los brazos sobre su pecho. 

—Coma de Oxford o no, no veo por qué tienes esta abrumadora compulsión de objetar cada una de mis propuestas.

—Los viejos hábitos son dificiles de dejar y todo eso—, dijo con un gesto despectivo. —Además, aun así voté por ella. Conseguiste que se aprobara la legislación, ¿no?

—No gracias a ti—, dijo. Él le dirigió una mirada afilada.

Muy bien, puede haber sido todo gracias a él. Después de que el Wizengamot le había dado a Hermione una extensión de una semana para finalizar su proyecto de ley, Draco la había ayudado a volver a redactar su legislación para permitir el pago de elfos domésticos por sus servicios en lugar de liberarlos por completo. Incluso había llamado a Tilly como Representante de Criaturas para apoyar la propuesta. La elfa había pasado media hora hablando de cómo usaba los ocho galeones que su Maestro le pagaba al mes para comprarse un tutú. A partir de hace diez minutos, la "Ley de salarios para elfos domésticos" estaría en pleno movimiento.

—Tómate tu tiempo, Granger. Esperaré—, dijo, apoyando los codos sobre el escritorio, arqueando la ceja de esa manera divertida y lamentablemente entrañable que no podría replicar si lo intentaba.

Ella lo observó por un minuto antes de dejar escapar un suspiro resignado. 

—Oh, está bien. Cualquier cosa para quitarte esa mirada engreída de la cara—, cedió. —Es posible que hayas ayudado un poco.

Otra mirada. 

—Ayudaste mucho—, enmendó en un murmullo, negándose a mirarlo a los ojos.

—Lo siento, ¿qué dijiste? No pude oírte—. Ella levantó la vista para ver que su sonrisa se extendía aún más. —¿Necesitas que lance un sonorous en tu voz?

Ella entrecerró los ojos. 

—Me escuchaste perfectamente gran id...— Ella interrumpió ante la maldición, mirando alrededor de la oficina por un momento antes de recordar que no había traído a Scorpius al Ministerio hoy. Después del desastroso final de la primera sesión de Wizengamot, no querían que se repitiera el incidente. —Me escuchaste perfectamente bien—, continuó. —Dije que ayudaste mucho, gran idiota ególatra.

Draco se enderezó entonces, deslizándose alrededor del escritorio para ponerla de pie. 

—Eso es, ¿fue tan difícil?—, preguntó. Sus dedos se movieron alrededor de su cuello para enredarse en su cabello. Sus manos llegaron a su barbilla, inclinando su rostro hacia el suyo.

—Eres imposible—, dijo, tratando de tener una expresión severa incluso mientras luchaba contra una sonrisa.

—¿Imposible, Granger? ¿Inteligente? ¿Guapo? ¿Adinerado? Tendrás que ser más específica—. Su aliento rozó la concha de su oreja, y aunque sus palabras eran burlonas, su tono era cálido. Ella abrió la boca para responder, pero sus labios encontraron los suyos primero, y cualquier réplica que Hermione pudiera haber encontrado murió en su garganta.

Court Sessions and Misimpressions - dramione *TRADUCCIÓN*✓.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant