Capítulo Diecinueve

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·ラグナロクの記録

-Dioses y monstruos-

·神々と怪物


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—Se ve hermosa mi señora— el rostro de Ika con una expresión angelical. Tus ojos (C/O) brillantes se encontraron con el reflejo de los de la joven doncella a través del espejo redondo que estaba sobre el tocador. 

Estabas usando un vestido azul claro con cordones de tela blanco entretejidos con hilos azules, mientras es tú cintura se sostenía holgadamente un cinturón hecho de conchas marinas, la falda de un degradado de azul y blanco la cual a penas tocaba el suelo, y un collar de perlas alrededor de tu cuello.

Tú cabello (C/P) y (L/P) fue cepillado y peinado cuidadosamente, acomodado con un clip con conchas marinas que mantenía una parte de su cabello fuera de tu cara, tú rostro tenía un poco de maquillaje, cubriendo todas las imperfecciones.

Te miraste vacilante en el espejo. Si bien apreciabas la sensación de ser mimada y que te trajeran algo hermoso para que lo usaras, todavía estabas cansada por todo lo que sucedía a tu alrededor.

Los ojos almendrados de Ika se entrecerraron ligeramente.

—Oh Dios, debemos irnos mi señora tengo miedo de que acabe llegando tarde— Ika te ayudó a levantarte del asiento que ocupabas. Las dos saliendo de la habitación, siendo recibidas de inmediato por el pasillo largo de mármol blanco—. Es por aquí.

Los suaves sonidos de pasos resonaron por todo el pasillo. De vez en cuando, pasaban junto a las dos mujeres varios mayordomos y sirvientas corriendo, los cuales ni si quiera les dirigían la mirada.

Llegando frente a unas grandes puertas que parecían estar grabadas en la pared de mármol. Ika acercó lentamente su mano enguantada, llamando suavemente a la puerta.

TAP

TAP

TAP

Tan pronto como apartó la mano, las puertas se abrieron para revelar un gran comedor. Tus ojos recorrieron todo el lugar. La gran sala se alzaba sobre columnas altas y majestuosas, y una gran lámpara de araña de cristal colgaban del centro del techo claro. Las pinturas ocupaban todas las paredes, y frente a estaban doncellas y los mayordomos estaban en pie, con la cabeza gacha. Y en el centro de la sala, una larga mesa de comedor contenían muchos platos gourmet, desde rostbiff al vapor hasta grandes tablas de embutidos.

En el extremo de la mesa más alejado a donde estaba parada, alguien ocupaba la cabecera de la mesa. Sus ondas rubias cubrían ligeramente sus agudos ojos azules, lo cuales permanecían mirando hacia otro lado con su ceño fruncido dibujado en su rostro.

Ika te hizo entrar en la habitación, dándote un levemente en tu espalda. Entraste vacilante en la habitación con los ojos desviados hacia un lado para no mirar al Tirano del Mar. Ika sacó la silla que estaba más cerca de ti (y más alejada del Dios del Mar), indicándote que te sentaras.

Tan pronto como te sentaste, las doncellas y los mayordomos se agolparon alrededor de la mesa. Uno de ellos llenó un vaso de agua, mientras que otro te preguntaban en voz bajo si querías sopa. Asentiste en silencio, observando como tu cuenco se llenaba hasta el borde con el líquido humeante. El delicioso olor llegó a tu nariz e inmediatamente sentiste que se te hacía agua la boca, tomando la cuchara de plata, hundiéndola en el interior, observando como el líquido se precipitaba inmediatamente hacia la cuchara.

Te llevaste el utensilio a la boca, sintiendo el cálido sabor de la sopa correr por tu lengua, tarareando ligeramente de alegría. Pero antes de que pudieras tomar otra cucharada, sentiste unos ojos perforando tu cuerpo.

Dejando el utensilio de plata en la mesa, dirigiendo la atención hacia el feroz Dios. Sus ojos fríos en lugar de estar desviados hacia un lado, ahora estaban mirándote fijamente. Un escalofrío recorrió tu espalda.

Permaneciendo completamente en silencio mientras ustedes dos continuaban mirándose, antes de que agitara su mano suavemente con desdén. Una vez la bajó, todas las sirvientas y mayordomos salieron rápidamente del comedor, incluida Ika. Dirigiéndose su mirada nuevamente hacia ti.

—Ven.

Una sola palabra salió de entre sus labios con la suficiente fuerza como para hacer que te estremecieras ligeramente. Con vacilación te pusiste en pie y comenzaste a caminar hacia el gran Dios.

Tenía los ojos cerrados mientras apoyaba la barbilla contra su puño cerrado, pero al ver sus orejas moviéndose ligeramente con el sonido de sus pasos, sabía que todavía estaba escuchándote. Finalmente llegando a su lado.

Sus ojos se abrieron lentamente para revelar tonos azules, señalando con el dedo la silla a su lado. Inmediatamente supiste lo que estaba pidiendo, así que ocupaste rápidamente la silla junto a él.

Esperando unos segundos a que dijera algo, pero no lo hizo. El Tirano continuó comiendo de manera educada, mientras estabais en completo silencio. Miraste hacia atrás, hacia tu anterior asiento, notando que tu comida todavía estaba en tu asiento anterior, desperdiciada.

Por supuesto, Poseidón se dio cuenta de ese gesto, chasqueando los dedos. Unos segundos después, un mayordomo corrió para quedar al lado de su señor.

—¿Sí, mi señor?— su voz sedosa atravesó el silencio mientras se inclinaba.

Los ojos de Poseidón se posaron en tu comida con calma. El mayordomo entendió de inmediato lo que quería su señor. Corriendo hacia la comida, tomándola y caminando de regreso a su lado, colocándolo suavemente frente a ti antes de volver a abandonar la habitación.

Sentiste que una sonrisa picaba en tus labios, y poco a poco empezaste a comer de nuevo la sopa. Sin que lo supieras, el tirano te estaba mirando. Porque él mismo sintió un sentimiento conflictivo desconocido, habitando dentro de él.

Gods And Monsters - Record of RagnarokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora