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El viaje en bus hasta su apartamento fue tranquilo, a pesar de lo incómodo que solía ser viajar en ese medio de transporte lleno de cualquier tipo de personas, subiendo y bajando. Pero ya no había tiempo para seguir pensando en ello, el alivio de estar en casa y sentir la frescura del aire acondicionado, era mil veces mejor.

Se deshizo de sus zapatos justo al entrar, dejándolos en el pequeño armario junto a la puerta, y calzó ahora sus suaves y cómodas pantuflas. Al caminar por la pequeña sala del apartamento, hizo ademán de dejar la mochila sobre el sofá, pero para fortuna del peludo que tomaba una siesta desprevenido, Yoongi detuvo su acción antes de aplastarlo.

― Oh, Gordito, un poco más y te aplasto - Dijo en una pequeña vocecita que solía hacer sólo cuando jugaba a platicar con su pequeño y gordo gato naranja.

Dejó la mochila a otro lado del sofá, para continuar su paso hasta la cocina a lavar sus manos y beber agua.

El reloj marcó las once en punto, y como era rutina cada miércoles luego de volver de sus clases de idioma, comenzó a preparar el almuerzo antes de siquiera cambiarse la ropa por algo más cómodo. Revisó el refrigerador asegurándose se contar con todos los ingredientes para la receta que tenía en mente, y ordenó todo lo que necesitaba sobre el mesón de la cocina.

La vida en solitario era silenciosa, pero tenía todo lo que necesario para sentirse en armonía dentro de su propio espacio, donde había aprendido a apreciar estar solo con él mismo... y Gordito, su gato.

Desde niño siempre había sido casi igual, creció en un hogar cálido aunque disfuncional, para variar, junto a su madre y hermano menor. Su padre que iba de visita de vez en cuándo, aparecía con regalos para ellos, y casi todo el tiempo, terminaba yéndose de casa luego de tener una discusión con su ex mujer por los mismos temas de siempre, y que ya los niños conocían de memoria.

En realidad, Yoongi no era del todo consiente de que tanto había influenciado los problemas de sus padres en él como individuo. Algunas veces, pensaba que ser tan solitario debido a su desapego a las personas, se debía a aquellos recuerdos, y otras veces, llegaba a pensar que tan sólo había heredado ese carácter desde su nacimiento.

Sin embargo, esa etapa de vivir auto-evaluando su comportamiento y las razones de su manera de ser, había pasado, y prefería sólo tratar de enfocarse en el presente, y su ahora vida de "adulto" mientras iba a la universidad, vivía rentado en un apartamento y trabajaba para cubrir sus gastos personales.

Ah, sin mencionar uno que otro rollo amoroso, que siempre terminaba peor de lo esperado.

Mientras guisaba el pollo, y escuchaba los maullidos de Gordito, escuchó sonar el timbre un par de veces.

― Ya me imagino quién es... - Murmuró, y lavó sus manos. - Debe ser Songhyun, o uno de sus creativos regalos - Se dirigió al pequeño gato naranja, mientras secaba sus manos con un pañito de la cocina.

El timbre volvió a sonar.

― ¡Ya voy! - Exclamó saliendo con prisa de la pequeña cocina, cruzó la sala y por fin atendió la puerta. - Otra vez... - Dijo entre dientes, mirando el enorme ramo de tulipanes que traía el mismo chico de la vez anterior.

― Hola, delivery de flores... - Dijo mirando al chico de ojos de cachorro y cabellos negros como el azabache.

― Buen día, Yoongi-ssi, esto es para usted - Dijo en aquel tono suave y demasiado gentil para el gusto del aludido.

― Si, obvio que es para mí - bufó - ¿O hay otro viviendo aquí? - Agregó en un tono muy obstinado para el gusto del contrario.

― Bueno, eso no me corresponde saberlo. - Respondió, esperando a que Yoongi se dignase a tomar el ramo de flores para poder cumplir con su trabajo y marcharse.

― Si, por supuesto. - Dijo y recibió las flores.

― Espero que tenga un buen día, hasta luego - dijo haciendo una reverencia y se marchó por el pasillo que daba hasta el ascensor.

― Ojalá fuera un hasta nunca - Murmuró Yoongi, y cerró la puerta. - Estúpidas flores - Reprochó mientras pensaba donde podría ponerlas sin que fueran un estorbo.

No es que fuese un completo amargado, pero, para ser honesto, odiaba los últimos intentos desesperados de su molesto ex, en búsqueda de recuperar la patética relación que habían tenido. Primero habían sido muchos mensajes y llamadas, visitas, invitaciones a cenar o almorzar, y ahora ramos de flores con dedicatorias que según él era su "más profundo sentir".

¿Acaso no podía recibir un "no" como respuesta y continuar con su vida?

Mínimo, podría dejar que Yoongi siguiera con su vida, pero Songhyun seguía haciéndolo aún más molesto e incómodo de lo que ya había sido.

Yoongi dejó las flores en un jarrón que encontró en la ventana de la sala, y tomó la pequeña tarjeta que colgaba del ramo.

"Para mi eterno amor, a quién siempre extraño entre mis brazos"

― Puff, sobretodo; eterno - Dijo con ironía y tiró la tarjeta a la basura.

Pero todo su reproche se desvaneció en cuánto escuchó un agudo "meow" en el espacio.

― ¡Owh! ¿Acaso no eres lo más lindo? - Chilló al encontrar a su bonito gato esperándolo junto a la puerta de la cocina.

Yoongi podía ser obstinado de vez en cuando, pero era el más cursi cuando se trataba de Gordito.

Hi, honey, I'm Home

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Hi, honey, I'm Home...

Espero les guste, de hecho, siempre es lo que espero antes de publicar un capítulo, aunque casi nunca leo lo que escribí antes de hacerlo, cosa que debería evitar, pero bueh.

¡Gracias por leer!

Estaba pensando en que podríamos llegar a 10 o 12 capítulos como máximo. Espero no irme del límite, jaja.

Flower's delivery ৎ୭ JimSu Where stories live. Discover now