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“Cada pájaro, cada árbol, cada flor me recuerda la bendición y el privilegio que es estar vivo.”
Marty Rubin

”Marty Rubin

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[...]

Bajo el atardecer las calles se volvieron oscuras y vacías, la mayoría de los habitantes estaban cerrando los negocios mientras otros entraban en la seguridad de sus casas para descansar y dormír.

Pero por el balcón donde ella observaba estaba iluminado, varios hombre y mujeres colgaban linternas para iluminar el lugar. A diferencia de las silenciosas calles que observaba, las risas e invitaciones de mujeres semidesnudas que intentaban atraer la atención de los hombres que pasaban por allí comenzó.

Estos ruidos no eran nada, pronto el lugar estaría repleto de gemidos y aullidos, iguales a los de los animales en celo.

Sus ojos se dirigieron a algunos menos afortunados, ya las calles no estaban repletas de gente común y corriente que vivía sus vidas de manera normal, algunos llendo al campo para realizar sus cultivos, otros abriendo sus negocios para vender, en su lugar estaban los que eran conocidos como "inmorales" "escorias" "vagabundos" y "basuras".

Después de todo el barrio rojo, no era una zona donde la gente que se consideraba decente y pulcra vendría, ¿A qué vendrían? ¿A ver a prostitutas o bailarines que cantaban?.

Los únicos que venían eran los hombres lujuriosos que querían comprar los servicios de las cortesanas.

No, no solo eran ellos.

Observó como había algunos mendigos que vestían con ropas desgastadas mientras se acurrucaban en la calle.

Incluso hubo uno que peleaba con un gran perro por un trozo de panecillos con carne.

—Eh, mira a este pequeño mendigo. ¡Tiene algo de fuerza! ¡Cierrale la garganta! ¡Agarra la garganta del bruto! ¡Bien! ¡Bien por ti, pequeño mendigo!— algunos espectadores se reían y veían con interés el espectáculo.

El hombre lucho ferozmente por aquel trozo de carne, quizás estaba en mal estado y con moho, pero ¿Cómo podría ser exigente alguien que no ha comido nada en días? Instantáneamente agarró el panecillo relleno de carne de la boca del perro para devorarlo.

Era curioso como ese panecillo en mal estado era basura, para otros podría ser su única comida.

Pero ella no estaba en condiciones de criticar, ¿Que podría hacer ella aparte de sentir lastima? ¿Quién en este barrio rojo no era lamentable o tenía un pasado trágico?.

Mujeres y hombres vendidos como esclavos, algunos para realizar el trabajo pesado que nadie quería, otros usados como juguetes de placer y algunos que no tenían un techo para vivir.

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