En Argentina existía una mafia reconocida a nivel mundial, el jefe era Henry Gómez,padre de 3 adolecentes/adultos, llamados Lina Gómez, la mayor de 25 años, Matheo Gómez de 22 años y Emma Gómez, la menor de 17 años. Ellos trabajaban para su padre, c...
—Emma, levántate, son las 15:30 p.m— Escuché una voz femenina, estaba muy dormida pero distinguí fácilmente la voz.
—Un rato más Jeniffer— Tome la almohada que tenía a mi derecha y la puse sobre mi cara.
—Ningun rato más, Tom y el amor de mi vida están afuera— Dijo Jenny ¿A quien se refería con "amor de su vida"?
—¿Qué mierda?— Hablé aún teniendo mi rostro bajo la almohada blanca.
—Que Tom est- La interrumpí rápidamente. Saque el objeto que cubría mi cara y la mire fijamente.
—¿Cómo que amor de tu vida?— Pregunté.
—Bueno, Georg— abrí mis ojos en forma sorprendida, me levanté de un salto de la cama y la mire.
—Nunca más digas eso al frente mío— la apunté con mi dedo índice, ella se reía por mi actitud y asentía.
—¡YAA CÁMBIATE!— Dijo Jenny aún riendo.
—¿Como carajo querés que me cambié si no tengo ropa?— Está tipa era chistosa. No tenía ropa.
Lo peor de todo esto era que en la fiesta del club, un chico me empujó y caí encima del mesero y toda la bebida cayó en mi conjunto. Por suerte no me corte pero el mesero si.
—Yo te presto— Dijo mi amiga, ella usaba ropa holgada, como Tom, amaba esa ropa pero prefería un poco más femenino, pero de vez en cuando la utilizaba. —Toma—
Jenny me dió unos jeans tiro bajo (gigantesco) una remera top negra y una campera verde grande.
Algo así
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Me quedaba fabuloso.
Mientras acomodaba mi cabello escuché una voz, esa voz chillona. Tom...
—Emma, vino Tom— Dijo Riki, abriendo la puerta.
—Okey, ya voy— fue lo último que dije para luego salir de la habitación..
Caminé por el mini pasillo que me llevaba a la sala y ahi lo ví, sentado en un sillón con las puertas abiertas, sus manos con sus venas marcadas sosteniendo un vaso con agua, sus trenzas perfectas y una banda cubriendo su frente. Espera ¿Qué estoy diciendo?
Cambie mi rostro de boba enamorada a una sería. —Hola linda— Rodeé los ojos y voltee a ver a Micol que este me miraba con una mirada pícara y levantando sus cejas.
—No me digas así, ya te lo dije— Hablé tomando mi bolso.
—¿Despertamos de mal humor?— Dijo Tom levantándose del sofá. —Te ves bien con esa ropa—
