CARDIGAN

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La noche del 19 de junio de 1996 Remus estaba completamente agotado, sentía que su cuerpo podía colapsar de puro cansancio, sus parpados pesaban y pensaba que solo quería quedarse dormido cuanto antes. Pero también sabía que no podría hacerlo esa noche, posiblemente tampoco la siguiente y si lo pensaba a futuro, tal vez que no iba a volver a tener una noche tranquila nunca más. Pensaba que en su vida no habría otra noche en la que no le costara conciliar el sueño. Sabía que, si por algún milagro podía dormir esa noche o la siguiente, lo haría con el más ferviente deseo de no despertar otra vez.

Porque la tarde del 18, a Sirius Black lo había asesinado Bellatrix Lestrange.

Remus había hecho todo lo posible por atrasar el momento de volver a Grimmauld Place y encontrarla bacía, trato de parecer que estaba haciendo algo útil, ayudando a la Orden del Fénix y regresando a los estudiantes a Hogwarts, de donde nunca debieron de haber salido. Intento, después de pasar toda la noche despierto, asegurarle a Dumbledore que se encontraba bien y que podía seguir buscando la manera de ayudar. Dumbledore, lo miro gentilmente, con esa pizca de inteligencia que hacía parecer que lo sabía todo. Con esa mirada que odiaba en su adolescencia; cuando creía que el viejo solo le tenía lastima, puso una suave mano en su hombro y le dijo “Lo mejor que puedes hacer por la Orden ahora es cuidar de ti mismo, así cuando te sientas mejor podrás seguir cuidando de otros”.

Remus aparto con mucha más violencia de lo necesario la mano de Dumbledore y prácticamente se alejó huyendo del lugar, nunca le había gustado estar tan expuesto cuando se trataba de sus propios sentimientos. Estuvo parte de la tarde abrazando una botella de whisky en medio de un parque, escondido tras una barda, alternando entre la bebida y el llanto. Se obligo a dejar de llorar cuando la bebida se acabó y tuvo que dejar de beber. Pensó que tal vez entonces sería más fácil volver a casa y se apareció. No fue hasta que estuvo frente a la puerta del número 12 de Grimmauld Place que se percató que ya no podría llamar a esa su casa, había perdido lo único que la volvía un hogar. Ahora era solo el cuartel general de la Orden del Fénix. Remus no podía ver bien por donde iba, tal vez por estar borracho, o tal vez por lo mucho sus ojos estaban hinchados después de llorar por la tarde, pensó entonces en lo mucho que Sirius se había equivocado todas las veces que rechazo (en su juventud) emborracharse con bebidas muggles, claramente eran igual de efectivas que las bebidas mágicas.

En su estado etílico no pudo llegar mucho más allá de la estancia, donde quiso dejarse caer en un incómodo y viejo, pero elegante sofá. Fallo en su intento y termino resbalando hasta el suelo, no hizo el intento por levantarse, la caída había sido incomoda, pero no se podía comparar con la presión en su pecho cada vez que respiraba.

Después de haberse aparecido estando tan borracho, solo le quedaba energia suficiente para una maldita cosa; agito su barita y convoco una botella de vino que sabía que estaba en alguna parte de la alacena, quiso atraparla en el aire, pero lo golpeo con fuerza en el estómago, estaba bien, al menos no había roto la botella.

Tomo un largo sorbo y entonces, sin ninguna razón, se rio. Estaba teniendo una especie de deja vu. Hacia algunos años (aunque ahora mismo estaba muy borracho para poder calcular cuantos), cuando se enteró de la muerte de los Potter y de la supuesta traición de Sirius había actuado de forma muy similar, debiendo y llorando en el suelo de una casa que se sentía terriblemente vacía sin Sirius. Tenía fríos los pies y le dolía la cabeza, tal como en esa ocasión. También había estado increíblemente enojado, solo que esta vez no era con Sirius. Bien, pensó, al menos eso es una mejora. Pero en aquella ocasión, no se le permitía extrañar a Sirius, debía odiarlo y solo pensaba en que debería haberle lanzado una maldición por lo que creía que había hecho, que debió ser el quien lo atrapara y culpándose por lo que paso, no es que Remus hubiera podido hacer algo para evitar los sucesos de esa terrible noche de Halloween, pero eso no le impedía sentirse culpable. Tal como ahora.

Quería evitar lo más posible pensar en las cosas que desearía haber hecho diferentes, en lo que pudo ser si hubiera visto a Bellatrix atacando a Sirius, o si hubiera sido más rápido, o si el idiota de Sirius no hubiera sido tan imprudente.

Sirius. Tampoco podía dejar de pensar en él.

Pero en comparación con aquella ocasión, había un sentimiento extraño. O tal vez también había sentido algo parecido cuando arrestaron a Sirius, solo que no había sido capaz de identificarlo, y definitivamente, si lo hubiera sabido cuando creyó que Sirius era un asesino, se habría odiado por sentirlo.

Tenía una clase de extraña confianza en que volvería a encontrarse con Sirius en algún momento. Entonces pensó que la primera vez, era un sentimiento de venganza ciega lo que lo llevaba a sentirse así, y tal vez era cierto, habría querido ser el quien matara a Sirius en aquel entonces (aunque ese pensamiento lo hacía sentirse enfermo ahora). Después, cayó en cuenta de que no tenía ninguna lógica pensar que volvería a ver a Sirius esta vez. “No está preso, está muerto” se dijo.

¿Pero cuando una regla así le había importado a Sirius?

Volvió a reírse y esta vez, no volvió a beber. Un recuerdo le llego como un rayo. De la primera vez que Sirius y él se habían tocado. Fue cuando se dieron cuenta de que eran compañeros de cuarto. Remus le había estrechado la mano, al igual que a James y a Peter. Pero había sido diferente con Sirius. No podía explicarlo, pero se sentía nuevo y conocido al mismo tiempo.

Así fue también la primera vez, en su cuarto año, que pensó que tal vez podía gustarle a Sirius, que quizá ambos se miraban de la misma manera, fue nuevo y conocido, la forma en que accidentalmente tocaban sus manos cuando trabajaban en el mismo caldero en pociones. Pensó en su primer beso, a los 16 años después de compartir un cigarrillo en la torre de astronomía y ahí estaba ese sentimiento de nuevo. No era solo amor, ni tampoco amistad. Era la seguridad que solo da algo que conocía mejor que la palma de su mano. En su juventud quiso atribuir ese sentimiento a la familiaridad de la convivencia con Sirius, al hecho de que ellos se conocían desde los once años. Pero, aunque tenía sentido pensar eso, quizá había algo más.

Remus no sabía cómo ni cuándo, pero presentía que toda su vida había estado esperando a Sirius, desde que era un niño, antes de ir a Hogwarts. También cuando Sirius fue injustamente arrestado e incluso ahora. Ese sentimiento era viejo, más viejo incluso que el mismo Remus. Fue ahí cuando lo entendió. Él no estaba teniendo alguna especie de negación por el duelo, él sabía que volvería a ver a Sirius. Quizá en otra vida o en otro universo, pero Remus sabía que no había una barrera lo suficientemente fuerte para mantenerlos separados. La diferencia en su estatus de sangre, los muros de Azkabán, los años que estuvieron lejos, ninguna barrera física había podido separarlos, ¿Por qué la muerte podría?

Remus sonrió, esta vez no fue una sonrisa triste. Acababa de entender uno de los mayores enigmas que siempre estuvo en su cabeza. Ahora sabía que Sirius siempre lo había amado porque ellos dos se amaban desde mucho antes de nacer. Ahora sabia que Sirius lo estaba amando en su muerte y que se volverían a amar en otra vida. Quizá una vida más gentil que esta.

Remus encontró una nueva resolución y como pudo se puso de pie. Obviamente seguía triste por la muerte de Sirius, obviamente. Pero ahora sabía que solo tenía que ser paciente. Y que, de alguna manera, en algún lugar, ellos volverían a encontrarse, volverían a estar juntos y volverían a amarse. Y otra vez todo seria nuevo y conocido.

Remus iba a esforzarse al máximo para poder ganar esa maldita guerra, la que le quito a su amor dos veces, de esa manera, cuando volviera a encontrarse con Sirius, él estaría orgulloso.

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⏰ Last updated: Sep 13, 2023 ⏰

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