Tuti es arte y Gus es luz.
Tuti y Gus eran inseparables.
Se conocieron desde que la memoria puede almacenar recuerdos y en los de ambos siempre estuvo el otro.
Tenían planes juntos y una vida por conquistar al graduarse del instituto. Gus se fue a...
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Enero de 2016
Aquí estoy, han pasado dos años desde que me fui del país y casi siete años sin poner un pie en Plymouth. A un par de meses de cumplir veintiséis años y sin una idea de lo que haré en adelante. Mi madre dijo que internaron a mi padre en el Hospital General de Massachusetts, pero le han enviado a casa con una enfermera y cuidados especiales así que irme a un lugar neutral como Boston no es una posibilidad. Estoy aquí por ella, con mi padre no hay una relación cordial, siempre ha sido un intercambio de frases que en su mayoría tienen que ver con mi trabajo o mi profesión. Supe que en principio mi idea de hacerme voluntario le disgustó, él tenía los contactos para que yo escalara posiciones y consiguiera ser delegado; después pensó que ser voluntario hablaría de mi espíritu humanitario y que con ese historial en mi hoja de vida los electores me sentirían un político cercano. Lo que no sabe es que no volveré a la política como político, no es lo que quiero.
Estaciono mi coche en la vereda de entrada a la casa de mis padres. Es un Cadillac 79 rojo. Siempre he sido de clásicos, en todo prefiero lo antiguo. Este coche llegó a mí luego de que Desmond aplastara mi amado Camaro con las llantas de su camioneta Jeep que más parece una tanqueta de guerra. Estaba tan borracho que tampoco recuerda que para que eso sucediese atravesó la puerta de la cochera y que obligó a que se remodelara el ala izquierda de la casa. Por supuesto que a mi padre le pareció un incidente menor comparado con la casa, mi Camaro quedó en pérdida total y conseguir otro ya no valía la pena. Mi amigo Ty, que ahora es un jugador estrella de la NFL, me dio este Cadillac como regalo de graduación, apenas lo usé, mi trabajo incluía siempre el transporte corporativo y en dos años no fue movido del aparcamiento de su mansión de Malibú, hasta que le dije que volvería y me lo envió a Nueva York. Ty es un tipo pretencioso y derrochador, pero es un buen amigo.
Bajar del coche y volver a entrar en casa me cuesta, no lo puedo negar. Estar en el pueblo es todavía peor; todo en el ambiente huele como antes, es como si el pasado se negara a irse, como si quedara impregnado. Como si el tiempo se hubiera negado a correr.
Finalmente me armo de valor, me pongo unas Ray-Ban y apago la radio. Saco un pie fuera del auto y me paso la mano por el pelo, esto me cuesta, de verdad que me cuesta. Tomo el abrigo cruzado y me lo pongo. No busco mi equipaje, estoy pensando en quedarme en un hotel.
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