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Una de las primeras lecciones que recibió cuando era un adolescente fue que jamás debía de enfrentarse a un hombre lobo enojado.

Siquiera mencionarlo era un chiste. Una broma de mal gusto. Las personas y los pocos brujos que habían sido arrasados por hombres lobos enojados no habían terminado para nada bien. Las posibilidades de sobrevivir a un embiste de tal tamaño eran más que bajas.

Para su suerte, él fue más o menos prudente y acató al orden de pie las reglas. Así que jamás tuvo un enfrentamiento con un hombre lobo enojado. Al igual que jamás había estado en una manada.

Pero el ya estaba en una manada, o eso creía al menos, se recordó. Y por ende, ahora estaba frente a un hombre lobo enojado.

Bueno, decir un hombre lobo fue una gran mentira. El estaba frente a docenas de hombres lobos enojados. Enojados tampoco. Ellos estaban feroces, hambrientos.

Echando el tiempo cinco minutos atrás, se preguntó qué acción había desencadenado tal reacción. No pudo hallar una respuesta.

—Quédate aquí — ordenó una voz.

Correcto. YoonGi.

YoonGi estaba a un lado de él, tomando su brazo con fuerza tensa y sus ojos destellando en llamas. Él le miró como si fuera un niño pequeño y tuviera que explicar todo cuidadosamente.

Volvió hacia él.

—¿Qué?—

El lobo soltó una maldición antes de ponerse frente a él. Frunció el ceño.

—Quédate aquí, iré a ver qué sucede— fue una orden silenciosa, más que una orden en realidad. Instinto protector Alfa de lobo, le recordó el vínculo.

YoonGi se marchó tardíamente cuando asintió lentamente. Hubo una lucha interna en sus ojos pero al final YoonGi se alejó.

Si tuviera que decir lo que estaba sucediendo sus ojos se desviarían al desastre total que era el terreno de los Min.

Habían cuatro árboles ardiendo en llamas a su alrededor, otro ya estaba totalmente consumido y había ceniza alrededor, un hombre lobo transformado y tumbado sobre el césped. No quería descubrir si solo estaba inconsciente o estaba... Muerto.

El peso de esa realidad cayó sobre el. Había un hombre lobo posiblemente muerto. Tirado a metros de él. Esto no era un simple incendio.

Tarde, escuchó un grito y después un alarido de dolor. La piel se estremeció contra su nuca. Cuando enfocó su vista él miró a un hombre a medio transformar con las garras fuera totalmente aterradoras, rasgando el cuello de un lobo totalmente transformado.

Podía ser bueno siguiendo las reglas y acatando órdenes, pero él definitivamente no podía quedarse quieto y de brazos cruzados. Se suponía que él era un brujo con jodida magia. Para eso había sido integrado a una manada, para protegerla. No para quedarse viendo cómo todos eran derrotados.

Tomando valentía e intentando reactivar su magia perdida, se encamino hacia el sendero de la muerte.

El humo se extendió sobre su nariz, y los gritos y el sonido de los huesos crujiendo tapó sus oídos. Intento jalar los hilos débiles que tenía con los integrantes de la manada Min y tiró más fuerte. Él encontró al primero.

Era una mujer. Estaba arrimada contra un árbol, respirando pesada y lentamente. Ella tenía una herida abierta en el estómago y otra en la pierna. La sangre salió a borbotones de ella. Tuvo que contener la bilis que subió por su garganta.

Este era su trabajo, carajo.

—Hey, hey—llamó él para distraerla del dolor. Sintió la angustia a través del hilo.—Vas a estar bien, solo respira. Yo me encargaré de ponerte a salvo—

ℓιηкє∂ тσ αℓρнα━ уσσηѕєσкWhere stories live. Discover now