Un pequeño Omega

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—Mi kouhai es un Omega.

Yūji Itadori había comenzado a tomar clases especiales para aumentar sus calificaciones, pero el mayor que debía impartirle sus clases también daba clases a uno de sus compañeros de curso, y así fue como la existencia de Yūji tuvo que incorporarse a la vida de Gojo Satoru.

— ¿Yūji? —cuestionó con mayor atención apartando la vista del libro que tenía entre las manos — ¿Cómo sabes eso? Ni siquiera utiliza gargantilla ni... la verdad no creo haber percibido un olor especial en él, hemos estado juntos bastante tiempo como para...

—Es recesivo... —declara seriamente —y creo que justamente es nuestra culpa que su ciclo se haya... vuelto más irregular. Por eso no ha venido hoy.

Satoru se había presentado sin anunciarse ni dar aviso así como estaba tan acostumbrado a hacerlo, Suguro no se sorprendió ante su entrada ruidosa y apresurada, pero ahora toda su atención se posaba en aquel tipo que había sido su mejor amigo desde preescolar. Dejando su libro en la mesa que los separaba se inclinó sobre la mesa para observar atentamente el rostro de aquel amigo suyo olfateando sutilmente el aire a su alrededor con duda.

— ¿Cómo demonios sabes tanto de ese tema?

—Porqué...

Desde que sus tutorías habían iniciado Satoru vió algo en aquel chico que le encantó, no de forma romántica, sino que era muy fácil perder el tiempo a su lado y así evitar tener que estudiar, pero claro que Suguro había tratado de centrar al menor reprendiendo al chico y separándolo de Satoru, cosa que solo hizo que Satoru sintiera más ganas de perder el tiempo y descarrilar al joven. Itadori era bastante popular en la escuela, fuerte y suficientemente inteligente para no ser llamado un estúpido, Satoru era un estúpido, un payaso en toda la regla que muy pocas veces se tomaba enserio las cosas pero tenía la facilidad de cruzar cualquier circunstancia como si fuese nada y salir victorioso.

—Lo encontré en medio de su celo. Apenas iniciaba...

— ¿¡Qué hiciste!?

Satoru se encogió en culpa causando que su compañero retrocediera cayendo en cuenta de la situación. Ambos eran alfas, tenían la manía de tener luchas de feromonas constantemente, y no fue la excepción cuando aquel chico que se había identificado como beta ante la escuela se les había unido a la tutoría por orden de un profesor.

Aquel día después de la escuela Satoru se dirigía por su cuenta hacia la casa de su amigo e intento de profesor, Suguro había tenido que quedarse en la escuela para completar algunos asuntos del comité escolar y le había dicho que podía esperarlo en su casa y que trata de atender al Kouhai que tendría que llegar para tomar sus clases con ellos, pero se encontró con aquel chico unas calles antes de llegar a la casa de Suguro.

¿Yūji?

Por alguna razón el nombre acudió antes que la imagen, aquel olor le dijo que se trataba de él aún cuando jamás había captado el aroma del que se suponía era un beta. Su mirada viró antes que su cuerpo, y luego se encaminó hasta el callejón desde el cual provenía aquel olor y unos jadeos entrecortados. Al verlo y sentir por completo aquel olor, Satoru se mordió el interior del labio apretando los puños al punto de dejar caer su mochila. Y entonces aquel chico lo miró con ojos brillantes e inmensos.

Satoru Sempai... ayuda.

El chico jadeaba, se aferraba la ropa y apretaba sus piernas, se encontraba sentado en el suelo donde parecía haberse caído contra los contenedores de basura de aquel lugar que por suerte no se habían volcado.

— ¡Satoru! —golpea la mesa frunciendo el ceño al inclinarse un poco más adelante — ¿¡Qué hiciste!?

Clamaba por ayuda, y al verlo, con esos ojos llorosos y una mano extendida en busca de ayuda, Satoru Gojo fue incapaz de negarse. No tenía supresores a la mano, había recibido varios ataques sorpresa por parte de Omegas deseoso de obtener un lazo con él así que ya se había acostumbrado a los ataques con feromonas y sabía sobreponerse, pero su vientre ardía, sus sentidos le decían que debía hacerlo, que tenía que hacerlo, que necesitaba hacerlo... su pecho subía y bajaba tan erraticamente como el de aquel joven Kouhai y podía sentir un regusto amargo gracias a la mordida en su labio que trataba de mantenerlo cuerdo. Itadori Yūji mencionaba su nombre con desespero y lentitud, trataba de tocarlo, y Gojo cayó, cayó de rodillas tomándole la mano, abrazándolo contra su cuerpo, oliendo profundamente aquel aroma a caucho de balón, su boca se abrió al ser consciente de aquella nuca blanca totalmente descubierta, sus ojos se nublaban así que los cerró y simplemente rodeó el cuerpo ajeno cargándolo sobre su regazo, Yūji se aferró a él como un koala a un árbol.

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⏰ Last updated: Sep 17, 2023 ⏰

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