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       •Sábado 28 de octubre de 2006

Merlina lamentaba que Enid no fuera como el resto de sus amigos, a quien podía ver en el colegio y los fines de semana siempre que quisiera. Si Enid tuviera un padre más flexible, ellas podrían pasar todas las tardes juntas e incluso dormir en la misma cama. ¿No sería divertido ver películas hasta tarde y luego dormirse cuando el sueño les ganara? Lamentablemente, esa realidad no podía ser más que lejana.

Merlina, desde que había descubierto que Enid iba ahí la mayoría de las noches y su primer encuentro no había sido una simple casualidad, había hecho todo lo posible para mantenerse despierta en la espera de su amiga, pero la práctica para ella era por mucho imposible: ella necesitaba dormir.

Ella haría todo lo posible para, llegado el viernes, mantenerse despierta hasta la llegada de Enid.

Sin embargo, al día siguiente tendría tanto sueño,que no podría esperarle por segunda noche consecutiva, pues se dormiría antes de siquiera poder intentarlo. Y ni siquiera hablar del domingo por la noche. Puesto que Merlina tenía clases al día siguiente, era imposible para ella permanecer despierta hasta tarde. Ya lo había hecho una vez y había recibido un regaño de su maestro por dormirse durante la clase. Y si Merlina quería su PS2, ella no tenía permitido tener ese tipo de fallos.

Así que ahí estaba ahora, pellizcándose a sí misma luego de una semana infernal de clases mientras intentaba no dormirse en la espera de la menor. Sus ojos comenzaron a cerrarse mientras observaba por el cristal y, cuando los abrió sobresaltada luego de unos minutos de dormitar, el cansancio la abandonó en un santiamén al ver a aquella niña de pie ahí.

Abrió su ventana con apuró y sonrió soñadoramente mientras se deleitaba con su voz. Valía la pena dormir menos con tal de escucharle.

Sin embargo no dejaba de preguntarse, ¿Cómo Enid podía mantenerse despierta sin ningún problema? Ese niña era, sencillamente, tan extraña.

Se inclinó sobre el marco, sacando su cabeza y la mitad de su cuerpo para poder percibir mejor el suave canto de su amiga, pero se devolvió en un santiamén cuando una brisa fría le golpeó. ¿Cómo diablos aquella chica podía estar afuera con ese frío? Merlina se abrazó a sí misma mientras comenzaba a temblar, pues la ventana abierta había permitido que el calor dentro de esas cuatro paredes se extinguiera.

-¿Estás bien? -Preguntó la pequeña cuando terminó de cantar, mirándole con inocencia.

-¿Lo estás tú?-Merlina estaba arrugando el rostro. —¡Vas a enfermarte si pasas la noche ahí! ¿Acaso no tienes frío?

Enid frotó su brazo, encogiéndose en su sitio. Por supuesto que ella tenía frío también; probablemente esa era la noche más fría del mes. No obstante, era consciente de que debía permanecer ahí en caso de que su madre viniera, por lo tanto no se iba a permitir ser débil.

Merlina entrecerró sus ojos, mirándole severamente ante su silencio. Reuniendo toda su fuerza de voluntad, se encaramó por la ventana y saltó de esta para dirigirse a su amiga. Enid protestó en voz baja cuando aquella chica tomó repentinamente su mano para arrastrarla hasta la ventana.

-Ven, vamos a esperar adentro -Enid agitó la cabeza, negándose rotundamente. -¡No dejaré que te quedes aquí!

-¡Pero mamá puede venir!

La mayor apretó sus dientes, mirándole con enojo. ¿Qué tanta mala suerte debía de tener Enid para que justo esa noche su madre decidiera aparecer mientras ella no estaba? Volvió a entrar por su ventana, revisando sus pertenencias. Enid asomó su cabeza por el marco mientras intentaba descifrar qué planeaba ahora.

-Listo-Merlina escribió rápidamente en una nota adhesiva y regresó a la ventana. -Toma, pégalo en el poste -Enid tomó la nota delicadamente, intentando no arruinar el pegamento. Su mirada se llenó de entendimiento al leer el mensaje. —Así, si tu mamá viene y no te ve, al menos verá la nota y sabrá que estás aquí. Pégala y entra, ¿sí?

Enid asintió, yendo rápidamente hasta el poste para pegar la nota. Regresando hacia la ventana, sus pasos se volvieron más vacilantes y finalmente apartó la mirada. Merlina inclinó su cabeza mientras le miraba de manera interrogante.

-¿Qué?-Quiso saber.

-¿Está bien que entre, mer? -Su voz salió con timidez. -Si tus padres me encuentran, ¿qué les diremos? ¿Y si ellos van con papá y le hablan de mí? -Volvió a mirarla, nerviosa.

-Los fines de semana nos levantamos más tarde, si sales de casa antes de ello, no habrá problema -Sonrió al final, intentando transmitirle confianza. -Intentémoslo, ¿sí? Estaré pendiente de ello y te esconderé si es necesario.

Enid aguantó la respiración y asintió; simplemente le era difícil negarse si Merlina le miraba de aquella forma. Apoyó sus manos en el marco, impulsándose para entrar. Merlina se sintió extrañamente emocionada cuando aquella niña puso sus pies por primera vez en su cuarto.

-Bienvenida -La sonrisa se volvió más ancha en sus labios. -Quítate los zapatos y ven a la cama, ¿de acuerdo?

La menor presionó sus labios cuando la vio cerrar la ventana para luego escabullirse a toda velocidad bajo las sábanas, en busca de calor. Quitándose sus zapatos, caminó insegura hasta su amiga.

-Vamos, entra-Le animó, levantando las sábanas para invitarla a recostarse a su lado. Enid aguantó la respiración mientras obedecía. -Mucho mejor, ¿no? -Y acomodó las mantas para asegurarse de que la niña estuviera bien cubierta.

—Sí... gracias-Susurró, sintiendo sus mejillas enrojecer. ¿Por qué se sentía tan avergonzada?

-No te preocupes, tu Mer jamás permitiría que te congelaras ahí afuera -Prometió, extendiendo su mano para tocar su mejilla. -Estás muy fría -Musitó.

Enid no habló, sólo le miró a través de la escasa luz que se colaba desde el exterior. Merlina acarició su mejilla, esperando que su piel se entibiara. Su corazón comenzó a latir con más rapidez cuando su mirada se detuvo en los ojos bonitos de su amiga y se preguntó qué diablos pasaba con ella.

Dios, Enid era incluso más bonita de cerca. ¿Cómo era posible?

-¿Mer?-Llamó en voz bajita, preguntándose por qué la contraria estaba ensimismada.

Merlina agitó la cabeza, arrojando lejos sus pensamientos, y le regaló una suave sonrisa para tranquilizarla. Su corazón, aunque más rápido, seguía funcionando, así que ella no iba a preocuparse. ¿Y qué si su corazón no se controlaba? ¿Y qué si no podía apartar la mirada de ella? Si era por Enid,todo estaba bien.

 ¿Y qué si su corazón no se controlaba? ¿Y qué si no podía apartar la mirada de ella? Si era por Enid,todo estaba bien

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Niña de la luna (Wenclair) (MRL+END)Where stories live. Discover now