Cap 3

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Ya había anochecido, y Ángela había dejado de llorar hacía un rato, solo se limitaba a mirar a su padre demonio, que seguía en la misma posición.
Desde la casa, Anatema llevaba diez minutos observándolos, esperando que pasase algo.

- ¿Llevan todo el día ahí?- preguntó Newton abrazándola de lado.

- Si. Llevarán unas doce horas. ¿Deberíamos decirles algo?

- Yo lo siento pero a mi el señor Crowley me da demasiado miedo de normal. Si quieres ir tú...

- Saldré a llevarles una chaqueta al menos, deben de tener frío.

- ¿Los demonios pueden pasar frío? - preguntó Newton incrédulo, ganándose un codazo suave en las costillas por parte de Anatema.

La chica cogió una chaquetilla para ella, otra para Ángela y una chaqueta de Newton para Crowley. Cuando se acercó, lo único que se oían eran los sollozos del demonio. Anatema se aclaró la garganta para llamar la atención y le dió las chaquetas a su amiga. Se dió media vuelta y cuando ya estaba a solo unos pasos de la puerta, escuchó algo caer y un grito.

- ¡Anatema!¡Newton!- gritaba Ángela desesperada. Ambas personas salieron corriendo hacia donde estaba su amiga, viendo a Crowley tirado en el césped.

- Mierda tia. ¿Que ha pasado?- preguntó Anatema nerviosa.

- No lo sé. Le había dicho de entrar en casa y cuando se ha levantado ha caído a plomo. No responde.

- ¿Los demonios pueden desmayarse?- preguntó sorprendido Newton.

- No lo sé - respondieron al unísono las dos chicas.

- Newt, ayúdame a levantarlo- pidió Ángela, pasando un brazo de Crowley sobre sus hombros.

Newton obedeció sin rechistar, ayudando a su amiga a llevar al demonio a casa. Subieron a su habitación y lo dejaron en la cama. Los tres bajaron al salón y Ángela no dejaba de dar vueltas de punta a punta. Iba a batir el récord de pasos en un día solo en esa habitación.

- Angie para de dar vueltas. Me estas poniendo nerviosa- pidió Anatema.

- ¿Y entonces qué hago?- preguntó exasperada. Los nervios acabarian por matarla.

- Podéis buscar en alguno de vuestros libros de brujería- sugirió el chico, ganándose la mirada atónita de ambas.

- ¡Newton eres un genio!- gritó Ángela corriendo a su habitación a revisar sus libros.

- Recuérdalo cuando rompa algo - pidió, mientras veía como Anatema también desaparecía para buscar más libros.

Eran las tres de la mañana y habían libros abiertos en cualquier superficie que pudiera sostenerlos. Los tres estaban buscando algo que pudiera ayudar.

- Aquí he encontrado algo que quizá os sirva. Es un ritual para compartir la pena - leyó Newton- dice que cuando alguien está en fase de duelo, este ritual sirve para canalizar el dolor y compartirlo entre varios.

- Gracias Newt. ¿Angie tú tienes algo?- preguntó Anatema.

- Bueno, aquí dice que los sentimientos de los demonios son más intensos que los de los humanos, porque no dejan de haber sido ángeles, y que un ángel llore es algo bastante doloroso. No dice nada de que se puedan desmayar, pero entiendo que si lo que siente es más fuerte, lo habrá desgastado más...

- Ángela si quieres sube con él y yo preparo las cosas del ritual que ha encontrado Newton- dijo la castaña, dándole la mano a su amiga para que se levantara del suelo.

- Gracias, pero no puedo dejar que hagáis esto, no quiero que sufráis.

- No te preocupes por eso, ambos lo hacemos libremente- respondió el chico, mirándolas a las dos.

Ángela dejó a sus amigos recoger y preparar todo el la planta de abajo mientras subía los escalones de tres en tres para volver con Crowley. Se sentó en la butaca al lado de la cama y se quedó pensando en su otro padre. Quería hablar con él para saber su versión, pero no sabía ni cómo ni cuando ni dónde hacerlo.

Recuerdos de una historia inefable Where stories live. Discover now