Cap 20

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Los dias pasaban y Crowley y Azirafel eran cada vez más una pareja "normal" (o lo mas normal que se podía considerar, teniendo en cuenta que uno era un demonio desterrado y el otro un ex arcángel supremo). Habían reformado la parte de arriba de la librería, convirtiéndola completamente en su casa. Habían hecho una habitación privada para Ángela y un dormitorio para ellos, a parte de un baño completo y una cocina pequeña pero funcional.

Ángela se divertía sacándoles fotos y vídeos en momentos cotidianos. Crowley durmiendo apoyado en las piernas de Azirafel mientras él leía era una de las estampas favoritas de la bruja. Otra era cuando Crowley se levantaba despeinado y Azirafel se ofrecía a peinarlo, dándole un beso en la frente al terminar.

El trece de febrero Ángela y Crowley se burlaban de las decoraciones de corazones y lacitos que se veían por todas las calles.

- Pues a mi me gustan- dijo Azirafel, llevándoles la contraria- ¿No es bonito que un día al año las parejas se demuestren cómo de enamoradas están?

- Eso va por ti- dijo en voz baja Ángela, dándole un codazo a Crowley.

- Lo he oído, Ángela- reveló el ángel, poniendo mala cara.

- Sería bonito si no fuese fachada. ¿De qué sirve demostrar tantísimo amor un día si el resto del año no te va a importar cómo se siente la otra persona? Para eso prefiero demostrarlo poco a poco. A veces una caricia, una nota o un café pueden demostrar más amor que una caja de bombones y un anillo- contestó Crowley rodando los ojos.

- Y yo que pensaba que el romántico era el ángel- rió Ángela, ganándose una mala mirada del pelirrojo- lo bueno es que va a seguir diluviando cuatro días más.

- ¿Ángela qué has hecho?- preguntó Azirafel, reconociendo el tono de malicia en la voz de su hija.

- ¿Yo? Nada. Anatema y Adán... puede que me estén haciendo un favor. Estoy harta de que todo el mundo me restriegue su amor en la cara. Además vivir con vosotros me recuerda lo sola que estoy.

- Ahora tendremos nosotros la culpa de que no sepas elegir pareja- contestó Crowley.

- ¡Habló el mudo y dijo lo que pudo! Que vosotros hasta hace unos días estabais para daros de comer a parte eh. Pero no es por eso. Igual vosotros no os dais cuenta de lo tiernos que sois. Cuando te quedas dormido en el sofá y papá te ve y te pone una manta por encima, cuándo él no llega a algún libro de la estantería y tú se lo bajas. Cuando te abraza por la espalda cuando estás cocinando PARA ÉL. Me encanta veros así, pero me dais donde más me duele- explicó la bruja, sonrojando con sus palabras a ambos padres, que no se habían parado a pensar en cuántas cosas hacían el uno por el otro.

Por la tarde, Crowley salió para tener una reunión con Shax, porque aunque estuviera desterrado del infierno seguía teniendo influencias y asuntos pendientes que resolver. Ángela y Azirafel no se iban a quedar sin hacer nada, y decidieron aprovechar que había parado de llover y se había aclarado el cielo para salir a hacer un par de recados, con tan mala suerte de que cuando estaban volviendo a casa los pilló una nube tonta y llovió lo justo para calarlos. Volvieron a casa empapados antes de que llegase Crowley, por lo que se pusieron a ver una de las películas favoritas de Ángela mientras intentaban entrar en calor, tapados hasta la cabeza con mantas.

Casi al final de la película llegó Crowley a la librería y se los encontró a los dos llorando. Iba a preguntar qué había pasado hasta que miró hacia la pantalla.

- ¿Ángela cuantas veces has visto "Antes de ti" sin llorar?- preguntó divertido Crowley, sentándose a su manera en una butaca al lado.

- Déjala llorar tranquila- la defendió Azirafel, limpiándose las lágrimas con las manos.

- Gracias papá- dijo Ángela mientras le daba un pañuelo de papel.

- ¿Os encontráis bien? No hace tanto frio como para estar con tres mantas- preguntó el demonio.

- Antes hemos salido y volviendo a casa nos ha pillado una tormenta. Ya te imaginas el resto- dijo Ángela antes de sonarse ruidosamente- ¿Nos puedes hacer algo calentito de cena, porfi?

- No puedo- dijo distraído Crowley, haciendo como que se miraba las uñas.

- Querido, ¿Nos podrías hacer algo para cenar? Por favor - pidió amablemente Azirafel esta vez.

- Está bien, pero solo porque me lo pides tú, ángel- dijo Crowley dándole un beso en la cabeza.

- Dominado- rió Ángela sacándole la lengua para molestar a su padre.

- Al menos tengo quién me domine- contestó Crowley, sacando su lengua bífida para imitar a su hija.

- ¡Eh!- se quejó Ángela.

- Esta vez has empezado tú - rió Azirafel, colocándose mejor las mantas.

Crowley les preparó una sopa para ver si entraban en calor y se sentían un poco mejor, pero parecía que se habían calado bastante, porque tanto bruja como ángel seguían tapados por las mantas, este último incluso temblando. Como no se encontraban bien, decidieron ir a dormir temprano, aunque a Crowley, quién siempre le había gustado dormir, no le apetecía demasiado.

Una vez los dos dormidos, Crowley se levantó y dió vueltas por la planta de arriba recogiendo diferentes objetos. Un cuenco grande con agua, una toalla pequeña y aceite de menta eran sus aliados. Entró en la habitación de Ángela y le dejó todo preparado en la mesilla de al lado de su cama por si lo llegase a necesitar, aunque no había cuidado de ella enferma desde hacía literalmente siglos.

Recuerdos de una historia inefable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora