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Los miembros de Hebi caminaban entre un grande pueblo, bajo las miradas de los aldeanos que ejercía grande presión sobre sus hombros pero sobre todo, la atención caía en el infante

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Los miembros de Hebi caminaban entre un grande pueblo, bajo las miradas de los aldeanos que ejercía grande presión sobre sus hombros pero sobre todo, la atención caía en el infante.

¿Y a quién no le llamaría la atención? Un niño, un pequeño de rostro sucio al igual que sus prendas, con claras heridas en sus manos, caminar lento y atrasado por demás de sus acompañantes. Incluso se podría decir que por su apariencia, su peso se veía muy por debajo de lo normal y ni hablar de su palidez.
Claramente carecía de nutrientes y vitaminas.

El llamado de hambre del infante era ignorado por su hermana que siquiera volteaba a verlo, especialmente captó la atención cuando con sus pies tropezó y cayó debajo de un charco de agua sucia.

Las voces alrededor del infante estallaron junto a su llanto, preguntándose todos; ¿donde están los padres?

Para los miembros varones de Hebi no fue más que una tontería que siquiera merecía voltear a ver, más Aiko, ella detuvo sus pasos. El llanto del menor ciertamente tocaba algunas de sus fibras más sensibles.

Aiko volteó su cuerpo hacia el menor, este se mantenía en su llanto y no respondió a las obligaciones que la mayor le ponía con una voz apagada y distante.

El pequeño se cerró, juntó sus piernas y con sus brazos las cubrió hundiendo su rostro entre el hueco que dejaba su pecho de sus piernas. Aiko escupió sus palabras a lo lejos:

—Levántate, si te estuvieran siguiendo ahora estarías muerto. —El susurro de los habitantes de la aldea cada vez se hacía más audible— No creas que sentiré pena por tí.

—¡Vete, no te quiero! —Se defendió el infante en su posición, siquiera alzó la vista.— Eres mala.

Para Aiko, Claramente este circo que estaban montando no era de su agrado, aunque claro que ese comportamiento solo era de esperarse en un infante.

—Niño, si no te levantas ahora mismo, olvídate de mí. Aquí te dejo, y morirás solo.

Estaba claro que ella no sabía cómo tratar con un pequeño de tan corta edad.

A poca distancia, una mujer de sombrero amarillo veía la escena ignorando una de las pequeñas voces que le hablaban.

Aiko volteó su vista hacia los miembros de Taka, estos llevaban una larga distancia de diferencia, y con este comportamiento del menor pronto podrían perderlos.

—¡Lárgate, no te quiero, no te quiero! ¡Eres muy mala! —Los gritos del menor entre sus llantos en el suelo mojado hicieron que Aiko suspire.

Ella se acercó en calma más con pasos firmes hacia el menor, para tomarlo de la muñeca y levantarlo en un forcejeo.

—Mírate, arruinaste tu ropa. Olvídate de que te consiga otra por un largo tiempo.

—¡Eres una maldita perra malvada, suéltame, no quiero que me toques! —Gritaba el menor desaforado, más fue ignorado.

En la Cima de la Montaña ➳ Uchiha SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora