Anemia [TodoBaku]

Cap. 15: Hablando con honestidad.

No sabe con exactitud cuánto tiempo estuvieron afuera.

Lo único que puede rescatar es que después de deshacer el abrazo, Katsuki tomó su mano y con gentileza —una que muy extrañamente salía de él— lo guió hasta el interior de la casona, bajo la excusa de que tenían que hablar.

Él no puso resistencia. La realidad era que había sido bastante difícil el digerir que el rubio estaba embarazado de él.

De hecho, todavía no podía dejar de estar abrumado por tantas emociones.

Iba a ser padre, después de todo.

Iba a ser padre a los diecisiete años, cuando todavía estaba cursando el segundo año de preparatoria, y no en cualquiera, sino en la U.A, una escuela que era reconocida por formar a los grandes héroes de Japón.

Estaba estudiando para ser héroe. Y ahora resultaba que también iba a ser papá.

Sus emociones estaban a punto de acorralarlo en un rincón de su mente. Eran tantas cosas, que no podía dictaminar un orden en ellas para calmarse. Si bien el rubio lo había adentrado a la habitación que compartían, éste había salido un momento que se transformó en quince minutos en los que permaneció sentado en su futón, mirando sus manos y todo a su al rededor, percibiendo tedioso el ambiente que lo rodeaba; como si una tremenda nube lo cubriera para asfixiarlo.

Sus lágrimas aún existían en los dobleces de sus ojos. No eran tan abundantes como minutos atrás, pero una que otra se escapaba cada tanto.

Shōto suspiró, y con un poco de dolor en la cabeza, decidió acostarse un momento.

No entendía todavía la manera en la que estaba sucediendo todo.

Aquella noticia, por más que ya la hubiera esperado —porque pasó un buen rato analizando todo antes de ir con el rubio a interrogarlo—, seguía siendo como una bomba que había estallado en su cabeza, en su corazón y en su mente.

No podía afirmar que aquello le desagradaba, por su puesto que no; si así fuera nunca habría abrazado al chico cenizo como si su vida fuera acabársele en solo ese acto. Pero lo confundía mucho. Muchísimo.

Él no era alguien que fácilmente perdiera el control de sí o de lo que hacía, así que el hecho de haberse puesto a llorar de la manera en que lo hizo también lo hace dudar de todo.

Bufó, llevando su ante brazo hacia su rostro, cubriéndolo de la tenue luz de la habitación.

Tenía miedo.

Y es que, ¿quién no lo tendría? Acaba de enterarse que pronto existiría una mini copia de él en el mundo, y él apenas era un adolescente. Su padre lo mataría.