CAPÍTULO 6

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Sesshomaru estaba afuera de su despacho cuando fue abordado por Naraku.

El buen humor que tenía después del accidente de Inuyasha, se perdió en cuanto le dió el último informe sobre sus dos espías infiltrados en las tropas rebeldes.

— ¿Ayame mencionó algo más?

— No, solo dijo que Koga fue descubierto.

— ¿Y dónde está ella?

— Le advertí que se quedara, que Koga podría ya estar muerto. Aún así, quiso ir a buscarlo.

— Debiste de haberme llamado. Envía a alguien tras ella—. Ordenó Sesshomaru. 

Naraku asintió, y se alejó por el camino contrario.

Tenía que encontrarla, Koga y ella eran los únicos que podían decirle si las tropas de Ryukotsusei seguían en el sur o si se estaban movilizando.

Todo empeoraba. Su esperanza aún seguía puesta en esa boda. Tenía que meter a sus hombres en las tierras de la familia de Kikyo para prevenir cualquier ataque.

Entró al despacho, y vio a Kagome sentada, esperando por él.

Ella  se puso de pie y le hizo la reverencia como lo dictaba la costumbre.

—¿Vienes a mi despacho y me saludas tan formal?

— ¿Esperaba que lo saludara de otra manera?—. Preguntó Kagome verdaderamente sorprendida por su actitud.

Sesshomaru se acercó lo suficiente como para entrar en su espacio personal. Sin embargo, ella no huyó, se mantuvo firme dónde estaba. Eso provocó que su ceja derecha se levantara.

¿Por qué no se había arrojado a besarlo?

Decidió hacer algo al respecto, pero ella habló.

— Lord Taisho, el señor Naraku no entendió bien a esa mujer, Ayame.

Aquello lo desconcentró. —¿A qué te refieres?

— Estaba sentada aquí, cuando escuche al señor Naraku hablar con esa mujer.

— No es posible.

Kagome, continuó dudosa. —Supuse que hablaban de la mujer que estaba justo afuera de su despacho.

— ¿Acabas de oír a Naraku hablando con una mujer?

—Si, por lo menos unos quince minutos antes de que usted llegara.

Sesshomaru le arrojó una mirada que parecía que le iba a arrancar la piel.

— ¿Qué dijo esa mujer?

— Que una persona fue encontrada y detenida. Que ella estaba a punto de verse implicada, pero debido a un accidente no la encontraron. Quería hablar con usted, pero Naraku le dijo que no.

— ¿Estás segura de lo que estás acusando a Naraku?

— Lo estoy acusando de no entender exactamente el mensaje como yo lo he hecho.

Sesshomaru guardó silencio. Naraku le había dicho que hablo con Ayame la noche anterior. Se quedó un momento imaginando, planeando. Dio la espalda a Kagome y analizó la conversación. Inmediatamente, se volvió a ella con precisión.

En su cara se asomó una pequeña sonrisa.

Kagome tuvo el deseo de no estar ahí, porque a la luz del día la sonrisa que él le brindaba  parecía más peligrosa que los besos de la noche anterior.

Sesshomaru le puso un dedo sobre los labios, y dijo: —Prométeme que no mencionaras nada sobre esto.

Kagome tenía los ojos abiertos por la forma en que él la tocaba. Y como pudo, se limitó a asentir.

En Manos del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora