4. manos sucias

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Rav miró su reflejo en el espejo. Por consiguiente, al tubito de color amarillo en su mano izquierda.

Rímel.

¿Lo usaba, o no lo usaba?

Esa era la duda (bastante inmadura) que se había estado planteando hace diez minutos.

Rav nunca antes se había maquillado, ya que desde un principio le parecía innecesario. Pero por alguna razón -una bastante clara pero difícil de admitir- hoy quería maquillarse.

¿Por qué no? Tenía diecisiete casi dieciocho años y podría haber comenzado a maquillarse tranquilamente hace, por lo menos, cuatro años, pero nunca lo había hecho. Además, se supone que una mujer se maquilla para sentirse y verse bonita. Rav quería sentirse así al menos por un día.

Pero no exactamente para sentirse bonita -aunque si quería sentirse así-, si no que, aunque le costara admitirlo, quería verse bonita para alguien en especial. Y sí, ese alguien era Calum y era lo más vergonzoso que había tenido que admitir en su vida.

No era ningún secreto que Calum era ¿llamativo? Atractivo, pero a Rav le costaba admitir que Calum le gustaba, al menos físicamente porque personalmente no sabía mucho más allá de que le gustaba la pizza de pepperoni.

Así que se dejó de tanta indecisión y pasó unas cuantas veces el cepillo por sus largas y espesas pestañas. Luego de unos minutos estas se veían el triple de gigantes de lo que ya eran, y aunque a Rav no le terminaba de gustar, quizás a él sí le gustaría.

Se acomodó la falda de color verde del uniforme del colegio, se estiró las medias blancas y acomodó su polerón de lana del mismo color que la falda, y tomó su mochila y la colgó por los dos hombros. Se despidió de sus padres con un beso en la mejilla y salió fugaz por la puerta de entrada principal de su casa, hacia el infierno más conocido como el colegio.

Hacía frío, y los muslos de Rav se estaban congelando aunque llevara, además, medias de nylon que ayudaban a mantener el calor. Como siempre, sus mejillas se pusieron muy rojas al igual que la punta de su nariz. Los ojos le comenzaron a llorar levemente por el viento pero no dejaba que escaparan.

Finalmente, y después de un par de canciones de Paramore, llegó al colegio y guardó su mochila en el casillero, y sacó el libro y el cuaderno que necesitaba para la siguiente clase. Un chico de cabello castaño y ojos del mismo color, que Rav ya estaba acostumbrada a observar porque tenía su casillero al lado del de ella, la quedó mirando por unos segundos. Rav también lo miró y él sonrió un poco.

-Hey, Rav. ¿Cómo estás?

Rav le sonrió de vuelta de forma tímida. No quería hablar con él. Él no le caía bien y le tenía algo de asco.

-Hola, Daniel. B-bien, y ¿tú? -apretó los libros contra su pecho y caminó un par de pasos hacia atrás, con intención de alejarse.

-Mejor ahora que te vi, muñequita -Rav arrugó la nariz con disgusto y asintió sin saber qué decir. Quería irse, pero tampoco quería ser maleducada-. ¿Quieres ir a dar una vuelta después de clases?

-No, gracias -tardó unos segundos en responder.

-Oh vamos, sé que quieres. Unas cervezas, o si quieres podemos ir a mi casa y...

-No -Rav lo cortó, sabiendo lo que quería decir. El timbre sonó y todos los estudiantes comenzaron a caminar rápido hacia sus clases. Ella iba a hacer lo mismo cuando Daniel la tomó por el brazo y le tapó la boca. Abrió la puerta del cuarto de útiles de limpieza y se metió con Rav ahí dentro.

Instintivamente Rav comenzó a gritar y patalear pero él tomó sus brazos y los apretó fuertemente para dejarla inmóvil, al igual que pisó sus pies para que no pudiera largar patadas.

-A mi nadie me dice que no -comenzó a besar el cuello de Rav con agresividad y ella sintió náuseas. Comenzó a lloriquear mientras largaba gritos ahogados diciéndole que por favor parara de una vez, que no quería y que la dejara irse a clase. Pero él seguía besando su cuello. Y Rav comenzó a llorar más fuerte. Y él tomó sus dos brazos con una mano detrás de su espalda y tocó sus pechos por debajo del polerón. Y Rav dejó de gritar cuando se quedó sin fuerzas. Y siguió llorando en silencio hasta que sacó un grito final que hizo a Daniel apartarse. Ella le pegó una patada en los genitales con toda la fuerza que tuvo y comenzó a insultarle.

-¡Eres un desgraciado, te odio, te odio, te odio! - Daniel gruñó por el dolor y le pegó una cachetada a Rav, para luego salir del cuarto de proporciones reducidas, sabiendo que ella no diría nada porque era 'una maldita cobarde mosquita muerta'.

Rav se largó a llorar aún más fuerte, y permaneció así, acurrucada a un lado de las escobas hasta que paró de llorar. Limpió debajo de sus ojos y recogió sus libros, y salió de la habitación para volver a guardarlos en su casillero dentro de su mochila. Faltaban unos treinta minutos para que terminara su primera clase, y sabía que era inútil tratar de entrar a Biología quince minutos después de lo adecuado.

Así que salió cabizbaja hacia la cancha de fútbol, y buscó a Calum con la mirada. Sabía que él entraba a segunda hora porque se lo había dicho, así que se suponía que debía estar allí en las gradas. Y lo encontró.

Pero no de la forma en la que quería.

Calum besaba a una chica, más bien parecía estar devorando su boca. Sostenía su habitual cigarrillo entre sus dedos medio e índice de su mano izquierda, la cual se encontraba en la espalda baja de la chica pelirroja. Cuando terminaron de aspirarse el rostro mutuamente, ella se alejó con una sonrisa mientras Calum le miraba el trasero sin siquiera disimular.

Rav sintió el nudo formarse en su garganta nuevamente, y ahora se extendía hacia su estómago. Él la miró y la saludó, y le indicó con un gesto que se acercara a él.

Pero Rav se dio la media vuelta. Y regresó dentro del colegio, tomando su mochila dentro de su casillero. La colgó por sus hombros de nuevo y salió de la construcción, para pasar en el parque a tres cuadras hasta la hora de salida de siempre, así su madre no sospecharía.

Volvió a casa despeinada, escuchando Stop Crying Your Heart Out de Oasis en modo repetición, con la sensación de sus manos sucias por su cuerpo, con la imagen de él besando a esa chica, con el pecho hecho trizas, su cabeza palpitando y su maquillaje corrido.

Por suerte sus padres habían partido al trabajo más temprano ese día.


rav's theory ✎ calum hoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora