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—¿Volveré a verlo? Volverá, ¿No es cierto? —Pregunté sujetando su brazo antes de que su cuerpo cruzara el umbral de la puerta

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—¿Volveré a verlo? Volverá, ¿No es cierto? —Pregunté sujetando su brazo antes de que su cuerpo cruzara el umbral de la puerta.

Mi cuarto no era diferente de una oscura y sofocante cárcel que parecía tomar mis extremidades una por una y arrastrarme hacia las abominantes cuatro paredes y una cama destinadas a ser mi único paisaje.

Tras un no tan largo lapso de tiempo, el médico pudo limpiarme puesto que la gravedad había sido disipada con eficiencia por los costosos medicamentos y tratamientos que mi padre había financiado sin ninguna dificultad; tu padre te ama demasiado me dijo una vez y yo por supuesto que lo dudé por un segundo.

¿Me amaba? ¿Él realmente lo hacía? Comenzaba a creer que todo era falso, que quizás tarde o temprano las cosas terminarían para mí y sería encontrado por, no un policía, sino un forense.
Mi estómago se contrajo a la idea, algo así jamás podría pasar, mi papá nunca me haría éso.

Pero sí abusó de mí, me encerró y me drogó.

—¡Jóven! —Me sacudió el hombre delante de mí intentando devolverme a la conversación—, ¿Está todo bien? ¿Por qué usted-...?

—Estoy bien —Metí las manos en los bolsillos de mi jogging y sonreí a medias—. Nos vemos luego, señor Darwin. Vuelva pronto —Lo despedí luego de un cordial apretón de manos; el hombre se desvaneció entre el corredor aún inquieto—, por favor.

Pronto la puerta ya estaba cerrada, bajé la mirada y suspiré; ¿Cuándo sería capaz de volver a ver al señor Darwin? Era la única persona de afuera que podía conocer luego de tanto tiempo aquí cautivo de mis propias decisiones más que de lo que mi padre me limitaba.
Él solía contarme lo que sucedía en su día a día, los problemas vecinales y travesuras de su hijo en la escuela; conversaciones y diálogos que mi padre jamás tendría conmigo. El señor Darwin era una buena persona.

Homicidio e intimación de extorsión bajo calle-...

La radio emitía sus noticias como de costumbre siendo una molestia en el corazón, estaba normalizado que el crímen se encontrara cada día en dónde fuera que pusiéramos un ojo u oído.
¿Desde cuándo ésto se volvió tan trágico? Quizás desde que él volvió, Agust D.

¿Estaría el señor Darwin bien? Él debe estar a salvo, debería estarlo; las buenas personas lo están.

—Hoseok. —La grave voz acarició desde mi espina dorsal hasta mi cuello tensandome en un instante.

Sus manos apoyadas en mis hombros parecían pesar y quemar como un brasero, sentía su lento y calmo respirar tras de mí mientras finalmente una de sus manos jugaba paciente con un mechón de mi cabello.
La influencia de su presencia, sus palabras y sus acciones, generaban un cambio drástico en mí; lograba alterarme a su manera, sabía perfectamente lo que él hacía.
Ambos éramos concientes de que yo jamás ganaría contra él, contra ambos.

CONVENCEME 1994  my﹢jh Donde viven las historias. Descúbrelo ahora