Extra

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Lo que antes eran ruinas de la Aldea del sonido, ahora se había convertido en un pequeño pueblo pintoresco, rodeado de vegetación, donde se vivía tranquilo y en paz.

Mientras no se involucraran con la señora Uchiha.
Porque Sasuke Uchiha acabaría con quien sea, que siquiera mirase un segundo de más a su debilidad.

Y eso parecía no ser del conocimiento de aquel pobre ser, ese joven muchacho que había quedado embelesado por la hermosa Hinata. Apenas llevaba un par de días en la pequeña aldea y no conocía a mucha más gente que con la que llegó, se estaba adaptando al entorno y había decidido recorrer los senderos entre las casas que ya se podían apreciar.

Cuando la vio.

Tan bonita, de sonrisa amable, y un aura tan pura que casi parecía brillar.
Hinata jugaba con algunos niños a los que enseñaba, incluido su propio hijo Hisaki de dos años. No hablaba mucho, al igual que su padre, y solo lo hacía cuando llamaba la atención de su madre. Era un niño muy querido no solo por su familia, sino también por toda la gente que allí vivía. Recibía constantes regalos de su abuelo Hiashi, y del equipo siete, y Taka lo consentía en todo lo que podían. Cualquiera que lo veía sabía de quien era hijo, puesto que Sasuke era una figura de autoridad en esa aldea, al igual que el equipo Taka, y desde el principio se les advierte no molestar al pequeño Hisaki, ni mucho menos a Hinata Uchiha.

Pero eso es algo que no le mencionaron al pobre hombre que se acercó sin apartar la mirada de la mujer, lo hacía inconsciente como si se tratase de un canto de sirena, hasta que estuvo junto a ella y recibió el impacto de sus ojos perla sobre él.

—H-hola —Saludó con una sonrisa, observando como un pequeño niño de cabellera oscura se acercaba a las piernas de la joven, mirando con curiosidad al extraño.

—Hola, ¿Es nuevo por aquí? No recuerdo haberlo visto antes —Su voz le pareció un deleite para sus oídos, y deseó seguir escuchándola.

—Sí, llegue hace un par de días. Mi nombre es Sota, y ando conociendo un poco la aldea —Los ojos del hombre escanearon a los niños que ahora parecían muy serios, en especial el pequeño pelinegro— Te vi con los niños y no pude evitar acercarme, ¿Eres su maestra?

—Así es, me encargo de enseñar a los niños de la aldea —Una pequeña sonrisa cordial salió de Hinata y ya el hombre se estaba haciendo ilusiones— ¿Tiene hijos, sota-san?

—Aun no, pero espero tenerlos —Aquello había salido como una invitación que la joven no percibió, sin embargo, las personas que caminaban por ahí cerca miraban la escena con cautela, temiendo que en cualquier momento apareciera el temido vengador.

Porque sabían que lo haría.

—Mhp —Hisaki extendió los brazos hacia su madre, con un puchero molesto por la cercanía que el extraño comenzaba a tener. No le gustaba y desde el lugar que estaba su padre, lo pudo percibir.
Hinata lo cargo y besó su mejilla, eso lograba calmar usualmente a su hijo pero no en ese momento, no cuando su padre no aparecía y ese hombre no dejaba de mirar a su madre.

—Parece que tu alumno esta celoso —Bromeó sota, a lo que Hinata frunció un poco su entrecejo.

Manías que se le pegaban de los Uchiha.

Dio un paso atrás porque no le gustaba que se metieran en su espacio personal, y estaba dispuesta a aclararle su error cuando una presencia que conocía muy bien apareció atrás suyo.

Los niños se alejaron jugando, y las personas seguían su camino como si nada, sabiendo que el Uchiha se encargaría de todo.

Sasuke había estado reunido con el equipo Taka y Orochimaru, planificando el colocar un escudo de Chakra sobre la aldea como protección, cuando sintió la incomodidad de su hijo. No quería tener a alguien cerca lo cual le causó curiosidad, pues nunca lo había percibido de ese modo.

Entre tinieblas Where stories live. Discover now