Capitulo 12

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—¿Pasó algo?—pregunta Meilyn. Sentía que habían pasado mucho tiempo sin hablar con ella, cuando solo había sido un día. El tiempo se me había hecho eterno.

—No, no. Solo que... me dormí—rio nerviosa al mismo tiempo mintiendo.

—Verónica, sabes que me agradas mucho, pero sabes que Whesly's es muy importante en el país, no puedes faltar al trabajo sin ni siquiera comunicar, o algún comprobante. De hecho en todo trabajo es así—regaña ella.—Podría dejártelo pasar yo, pero los otros encargados de Whesly's no.

—Lo sé, y lo siento. No volverá a suceder.—digo dejando los papeles a un lado del escritorio.—Sabes que soy muy responsable.

—Esta bien. Al menos no faltaste hoy que es un día de mucho trabajo.—me cierra el ojo—Tendremos buen paga el día de hoy.

—¿Qué trabajos hay que hacer?

Saca una caja de cartón entre fuerzas de debajo del escritorio y los pone encima de este—Sellar todo estos papeles. Pero antes, necesito que hagas charlas.

—¿Eso son papeles?—me hago la dramática.

—Sé que no te sorprende, estás acostumbrada a sellar todo el día. Pero, también tenemos que ir a dejarlos por oficinas y buscar otros de las mismas oficinas.—dice sacando un papel. Veía muchas hojas que comenzaba a marearme.

—¿Por qué tanto papel por oficinas hoy?—me acerco y los miro.

—Bueno, están votando y todo eso para ver que obras poner en Whesly's y exibir de las academias. Aquí se hacen charlas con categoría cada personal diferente.

—Ya veo. Entonces si que se hará importante.—digo leyendo algunos nombres de las academias de arte.

Me incorporo y estoy dando charla, el ángel caído, una obra que expresa el odio y reproche. Hablo sobre ella intentando fingir mi ansiedad por dentro.

¿Por qué mis manos temblaban? ¿Cuál es razón? Estaba segura que dar charla no era problema para mi. ¿Efectos de la mentafetamina? No, no creo que eso suceda, Fer no dijo nada de es.

Cuando terminé la charla me dirijo rápido a los baños, lavo mis manos.

—Un cigarro. Eso necesito ahorita.—mencionaba a la nada. No tenía en la bolsa de mi uniforme. Camino a la oficina y tomo mi mochila mientras Meilyn me veía con el ceño fruncido.

—¿Pasa algo?—pregunta mientras firmaba papeles.

—No. Solo necesito un cigarro.

—¿Irás arriba?

—Si, seguro—mentí. No podría ir arriba estando así.

—No tardes mucho, y utiliza perfume.

—Si, tranquila. Ya vuelvo.

Cierro la puerta y estoy de vuelta en el baño. Miro que nadie esté cerca y entro a uno de ellos prendiendo el cigarrillo mientras estaba sentada sobre la tapa del retrete.

Fumé, y sentí que se salían mis demonios del cuerpo, pero a diferencia de todo ello solo sería por cuatro o siete minutos y se acabaría nuevamente. Que tortura.

Vuelvo a mi lugar de trabajo y entre tantos papeles y firmas llegó el almuerzo, dónde lo  primero que hice fue fumar un cigarro arriba. Meilyn amablemente me dijo que traería la comida, entonces quedé sola con mi cigarrillo en mano.

Cómo siempre la vista era genial, y el viento corría a grandes escalas, podía observar la ciudad. Ver algunas personas trabajando, o otras caminando me parecía una locura.

El último cigarrillo [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora