Capítulo 7

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Aquel contacto visual podía sentirse el fuego que ambos tenían guardado en sus corazones… Hasta que Minho recordó lo que su madre, Venus, le había dicho antes de convertirle a humano.

“Tienes prohibido pasar por el enamoramiento con cualquier terrenal”

Y si bien sabía él que no era enamoramiento, ya que sabía lo que implicaba ese sentimiento, se mentiría a él mismo si dijera que no siente cierta atracción hacia el pelinegro.

Y Jisung también lo sentía, pues cada vez su mente estaba más contradictoria y más caótica, sobretodo con aquella llamada del mediodía a Hyunjin, y ahora la profunda y breve charla que acababan de tener, dejándole varias preguntas en su cabeza,.

— Bueno… ¿Te enseño a modelar, mi musa?

— Está bien, Minmin

“Ah… ¿Ahora le pusiste un apodo? ¿Todo este sentimiento en un día? Piensas con el cerebro de abajo más que con el de arriba.”

— ¿Min…Minmin? — Se le escapó una pequeña risa al más alto de los dos.

— ¿No… no te gusta?

— Sí, me pareció… adorable — Su corazón estaba comenzando a ser terrenal, pues estaba sintiendo con mucha intensidad lo que estaba prohibido.

Amor.

Y tras esa media hora de modelaje, otro sentimiento más carnal iba apareciendo en el cuerpo de Minho.

— Mira, tienes que ponerte así — Lo tumbó en la cama y le puso ambos brazos encima de su cabeza. El estaba encima de las caderas de Jisung agarrándole las muñecas y no pudo evitar mirar de manera más general la escena tan erótica, para luego parar a enfocarse en la cara de inocencia, y más aún en aquellos ojos brillosos que el más bajo de los dos mostraba.

Y eso le encendía aún más aquel sentimiento de… poder satisfacerse de manera mutua de manera lujuriosa.

Y por parte de Han… Él se sentía como si la excitación de antes hubiera venido de manera más fogosa, pues tenerle encima hacía que su imaginación volara, y por ende, el bulto se hiciera más notorio

— Jis… sunggie… ¿Te has…?

“Estupendo, has quedado como un sucio hormonal con un nuevo compañero”

— Yo…

Aquella erección le complicaba más al pelirrojo de pensar con la razón en vez de con el sentimiento, y es que por una parte no quería desobedecer, pero el pensar en tener a Jisung debajo de él gimiendo de satisfacción hacía que, aunque fuera solo una vez, quisiera poder sentir con todo su cuerpo y su corazón.

— No te soltaré

— ¿Cómo…?

— No quiero soltarte, Jisunggie…

— Minh… — Ni siquiera pudo acabar de nombrarle, ya que sus labios estaban unidos a los de Minho.

Poco después, entraron sus lenguas en acción, jugando entre sí mientras el pelirrojo tenía sujetas ambas muñecas del pelinegro.

Las caderas del más alto comenzaban a moverse de manera lenta en círculos, lo que hizo que Jisung comenzara a querer gemir.

El bulto del pelinegro comenzaba a doler  un poco, así que entre quejidos y gemidos, tuvieron que separar ambos labios, no sin que Minho mordiera el belfo del más bajo para poder desvestirse.

Aunque aquella separación duró poco, y una vez desvestidos, volvieron a unir sus labios, y las pieles ardientes de ambos parecían fundirse en uno.

— Hazlo… Por favor Minho…

— ¿Estás listo?

— Necesito tenerte dentro de mí

Aquellas cinco palabras hicieron que el fuego interior de Minho saliera cual bestia, así que abrió el cajón que tenía al lado de la cama, y procedió a tomar un condón.

— Está bien… date la vuelta — demandó el pelirrojo con voz dominante

Jisung procedió a hacer lo que había dicho, poniéndose en cuatro con la espalda un poco encorvada.

— No, no te tocarás mientras tanto

— ¿Te gusta ser cruel?

— Yo lo haré por tí, llámame servicial

Sin opción a responderle, comenzó a introducirse ante el apretado agujero poco a poco, lo cual hacía que el venoso miembro de Minho sintiera más placer.

Su mano izquierda sujetaban las ambas manos de Jisung en su espalda, mientras que, después de las primeras embestidas, su mano derecha comenzó a masturbar aquél miembro erecto.

En aquella habitación solo se podían escuchar los jadeos, gemidos y los nombres de ambos.

Ambos miembros comenzaron a bombear y latir cada vez con más intensidad, las embestidas y la masturbación eran más rápidas y profundas, y los ojos de Jisung estaban llenos de lágrimas de placer.

Los gemidos se convirtieron en gritos al ambos llegar y venirse, pues aquellas lágrimas no fue lo único que empapó las sábanas de aquella cama.

Las vistas eran dignas de una obra de arte, el cual quería plasmar para poder admirarlo toda la vida, y aquél orgasmo se sintió como si ambos hubieran cruzado al mismísimo paraíso juntos, aunque Minho sabía que lo que se venía ahora era un infierno.

Querido Cupido | minsungWhere stories live. Discover now