Entendimiento

0 0 0
                                    

¿Cómo había acabado ahí? Había intentado acercarse a William al terminar la clase y un torbellino pelirrojo apareció junto a él y empezó a arrastrarlo con una fuerza casi inhumana. Ahora se encontraba junto a tres personas en una sala llena de cosas gratis pero teniendo que robarlas porque estaba seguro de que le exigirían algo por ellas más adelante. Cogía cosas sin saber para qué servían, solo sabía que eran gratis, lo habían puesto a su alcance, y sin supervisión, era culpa de ellos mismos. Volvió a intentar acercarse a William.

- Entonces… bueno… ¿Tampoco eres rico? - Tanteó. Claro que no lo era pero nunca había intentado iniciar una conversación.

- Vivo en una granja cerca de la frontera.

- ¿Llevas una granja por tu cuenta?

- Claro que no. La granja es de mis padres. Mis hermanos y yo los ayudamos. - Sonrió con nostalgia al recordarlos. Noah sintió que su pequeña llama de esperanza se apagaba. Tenía una casa… y una familia, por supuesto que las tenía. Se fue sin decir nada más, de pronto se sentía aún más solo que antes. Dejó en la cama todo lo que había robado y sacó también el botín de esa mañana. Estaba mejor solo, estando solo no podían traicionarte. Escondió todo y se acomodó para dormir nuevamente en el duro suelo de madera.

William se giró buscando al muchacho que, hacía nada, le había hablado, para ver que ya no se encontraba en la “tienda”.

- ¿Viste a dónde se fue el loco de la enfermería? - Preguntó a Rosemary, quién negó, luciendo tan confusa como él.

- ¿Tal vez se fue a descansar a los dormitorios? - Propuso Viktor, los dos asintieron, podría ser algo así.

- Es pronto para dormir… igual está guardando las cosas que cogió y, a propósito de eso, ¿Para qué necesitas diez libretas, William?

- ... Soy escritor. - Mintió, sus orejas se enrojecieron levemente, pero gracias a su enmarañado pelo, los otros dos no lo notaron. 

Durante los siguientes días Noah se dedicó a huir del grupo, lo cual no cayó en gracia para William quien, literalmente, compartía cuarto con él y, ahora, ni siquiera le veía dormir en ella. Llegaba tarde a la habitación y se iba temprano en la mañana, se sentaba lejos en las clases, desaparecía en los descansos, juraría que ni siquiera le veía en las comidas. El moreno estaba cada vez más irritado, tenía la sensación de que había hecho algo mal y eso lo molestaba. Esa noche fingió dormir y lo esperó. Eran cerca de las tres de la mañana cuando la puerta de la habitación se abrió. William se sorprendió con lo silenciosos que eran sus pasos, solo lo oía si se concentraba mucho en ello. Esperó cerca de cinco minutos antes de saltar sobre la bolita de mantas e inmovilizarlo. Lo notó tensarse y empezar a removerse en un intento inútil por salir de su trampa.

- ¿Qué haces? ¿Qué te pasa?- Protestó el castaño mirándolo con clara molestia.

- ¿Por qué me evitas?

- Yo no hago eso.

- Sí lo haces. Me evitas a mí. A Rose y a Viktor.

- ¿Quiénes son esos?

- ... Eso no importa. Solo dime por qué.

- No os evito. - Repitió aún más molesto, si las mantas no estuvieran sirviendo de coraza, William habría sido capaz de sentir como su corazón se aceleraba cada vez más - ¡Suéltame!

- No te soltaré hasta que no me des respuestas, y no quiero más mentiras. Me da igual que finjas estar loco, sé que no lo estás.

A Noah le costaba cada vez más respirar, notaba que sus emociones empezaban a desbordarse bloqueando todo raciocinio y sus ojos se llenaban de lágrimas.

- ¡PORQUE TIENES FAMILIA! ¡TIENES FAMILIA Y UNA CASA! ¡PENSABA QUE TÚ ERAS COMO YO! ¡PENSABA QUE PODRÍAS ENTENDERME! - Su voz se quebró. - Yo soy el único que está solo… - Susurró sollozando. La ira se había ido y ya solo quedaban unas ganas incontrolables de llorar. William por fin lo soltó, impactado. Miraba como Noah se rompía bajo él y no podía hacer nada para evitarlo.

Aprovechando que Will había aflojado su agarre salió de la bola de mantas estirando su cuerpo como si de un gato se tratase, las lágrimas aún corrían por sus mejillas, no sabía bien a dónde ir o qué hacer, estaba errático y en absoluta crisis. Quería salir corriendo y esconderse a partes iguales, quería gritar y no volver a hablar nunca, quería… quería autolesionarse para que así el dolor de su cuerpo sobrepasase el psicológico y que le ayudase a dejar de sentir.

- No estás sólo. Ya no. - William interrumpió su tren de pensamientos autodestructivos.

Lo miró confundido, sus ojos enrojecidos, nariz irritada y el labio inferior temblando.

- ¿De qué mierda hablas? - Dijo riéndose sarcásticamente mientras un hipido salía de su garganta - Ni siquiera mi padre me quiso, por no hablar de mi madre, una drogadicta muerta que jamás pensó en mí… - William lo interrumpió, tiró de su brazo para hacerlo impactar contra su cuerpo y lo abrazó, envolviéndolo con una manta que había tomado del nido en el que el castaño dormía. 

Se retorció un poco pero con menos fuerza que antes y entonces empezó a sollozar, muy quieto. Sus tímidos hipidos se transformaron en gritos, gritos de angustia y dolor mientras se refugiaba en su calor. Estuvieron así mucho tiempo, ninguno de los dos estaba seguro de si fueron solo escasos minutos o si fueron horas, pero de algún modo ambos acabaron dormidos en el suelo, con Noah aún refugiándose en su pecho. Por primera vez en mucho tiempo, el chico pudo dormir profundamente esa noche. 

A la mañana siguiente el castaño no intentó huir, no sólo no quería, tampoco podía debido a que William seguía aferrado a él, peor que un cinturón de castidad. Después de un mal intento de lucir como personas de esta nuestra sociedad bajaron al vestíbulo dónde Rosemary y Viktor esperaban para ir a desayunar.

- ¡Buenos días Will! Y bienvenido de vuelta, Noah. - Este la miró sorprendido, ¿Se había aprendido su nombre? - ¿Estás bien? Tienes los ojos hinchados.

- Alergia.

- Oh, entiendo… - murmuró pensativa, no se lo creía en su totalidad, pero no le quiso incomodar más de lo necesario, ya parecía un niño enfurruñado siendo arrastrado por su madre - ¿Habéis oído lo del fantasma?

- ¿Fantasma? - Cuestionó William con una ceja en alto y los brazos cruzados.

- Si, parece que anoche se escucharon unos terribles llantos y gritos en la zona de chicos… - ellos dos cruzaron miradas, Noah tragó saliva con dificultad - ¿Tu los oíste, Vik?

- Oh, em, si, fue horrible, casi ni dormí. - Mintió descaradamente.

- Si… fantasmas, nosotros también nos preguntábamos qué eran esos ruidos. - Dijo William con rapidez cubriendo a su compañero de habitación, quien enseguida se vio aliviado.

The AlchemistsWhere stories live. Discover now