Capítulo 12: Una pequeña escapada con Philip

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Capítulo 12

Una pequeña escapada con Philip



Los rayos del sol se filtraban a través de las delicadas cortinas de gasa, y la falsa de Milennia ya estaba lista.

Hoy era el día en que escaparía.

Las dos recién llegadas escoltas permanecían inmóviles, como estatuas, justo delante de su puerta, pero eso no le preocupaba. Sabía que debía ser cautelosa, recordando que el emperador dormía en la habitación contigua.

Una vez que abrazó su papel dentro de su propia novela, comenzó a explorar su cuerpo y desplegar su máximo potencial.

Los días en el jardín no se limitaban a compartir momentos agradables con el apuesto adolescente; en realidad, ella estaba absorbiendo energía.

Durante las noches, este proceso de recolección experimentó una transmutación que la acercaba a su objetivo, llevando a Milennia un paso más cerca de su meta.

Su núcleo poseía un poder innato, pero anhelaba alcanzar la cúspide. Cuando llegara a ese punto y Darius la desposeyera de ella, ya no habría margen para dudas: la caída desde esa altura significaría la muerte. No habría opciones; regresaría a casa.

Acompañar a Philip le ofrecerá beneficios en múltiples aspectos; esta oportunidad no podía desperdiciarse. No era el momento de lanzar rayos y electrocutar a la gente; en su lugar, necesitaba actuar con discreción.

A unos metros de la puerta, la mujer trazó un patrón intrincado en el suelo y lo activó, provocando un sutil hilo de humo púrpura. Este serpenteó a lo largo de la ranura antes de dividirse en dos y ascender sigilosamente por los cuerpos de las escoltas.

En un abrir y cerrar de ojos, el humo penetró por sus fosas nasales. Debido a su falta de olor y su tenue presencia, los escoltas no se percataron de su presencia hasta que cayeron rendidos en un profundo sueño.

La puerta se abrió y una mujer, vestida con ropa de hombre, emergió del cuarto. Con precaución, se dirigió hacia donde se encontraba Philip, y no pudo evitar soltar una risa. Le resultaba nostálgico vestir pantalones, recordando la comodidad y la sensación de liberación que solo estos podían proporcionar.

En ese instante, sintió como si caminara sobre las nubes, agradecida de que el joven hubiera accedido a llevarla y hasta le hubiera conseguido un uniforme de aprendiz.

Ataviada de negro, con el cabello recogido, Milennia corrió emocionada en busca del adolescente.

Apenas lo divisó, se lanzó hacia él en un abrazo efusivo.

—¡Philip! ¡Gracias, gracias, gracias!

En la retaguardia del Palacio, él la aguardaba con ansias, rodeado de dos majestuosos caballos negros, preparados para la partida. Ante el afectuoso encuentro, sus ojos centelleaban con una mezcla de timidez y emoción, mientras una sonrisa modesta acentuaba la frescura de su juventud.

—Por favor, procure no generar demasiado ruido, señorita. Es hora de marcharnos.

—¿Eh? ¿Por qué hay dos caballos? ¿Estamos esperando a alguien más?

Los dos se observaron por un instante, y resultó que Milennia no sabía cómo montar a caballo. El pobre animal extra volvió a la caballeriza, y Philip se encontró abrazado con temor durante más de cinco largas horas.

¿Pero hacia dónde se dirige este par, no pareja, que sí parecía serlo?

Se dirigieron hacia "Última Luz", un orfanato situado a varios kilómetros del Palacio que Philip había establecido como parte de un acuerdo con el Emperador.

La santa debe morir// En Corrección Where stories live. Discover now