PRÓLOGO

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Arlong. Lugar de esplendor, magia y fuente de poder, siempre había sido así desde que la familia real llegó al trono, después de años de crisis, desesperación y dolor, Arlong había cambiado con su llegada, ahora en el reino abundaba la belleza, con sus prados verdes, flora viva y animales fascinantes, todo era perfecto.

Las calles estaban llenas de pequeños pueblecitos con mayoritariamente, casitas de piedra en las que vivía la gente, el suelo estaba hecho de tierra y no asfaltado para que así permaneciera la belleza del reino. El cielo estaba lleno de nubes y el aire era fresco ya que los humanos, que eran prácticamente como divinidades, no necesitaban un vehículo para transportarse, con los numerosos avances de la magia incluso los magos más sabios lograron dominar el arte del teletransporte.

El reino estaba lleno de todo tipo de personas, todas ellas se veían como dioses, piel fina y clara, algunos de ojos azules, otros marrones, pero todos lucían impecables como siempre. La felicidad era el espíritu de la ciudad, nadie podía estar triste de ninguna manera ahí. Arlong era un paraíso para todos, hasta los turistas de otros reinos venían y rogaban si podían quedarse a vivir ahí.

Sin embargo, la sociedad estaba dividida en dos clases, todos lucían la misma expresión de alegría y vestían con ropa bonita y cuidada, pero se diferenciaban en algo, el color de sus ojos, los arlonenses eran muy distintos unos a otros en ese sentido.

Las personas con ojos azules eran gente que tenía alguna clase poder, es decir, podían elaborar trucos, invocar seres, cambiar de forma, manipular elementos, teletransportarse...

En cambio, los de ojos marrones eran humanos corrientes, no podían hacer nada sobrenatural a no ser que un mago les ayudara, pero esto a ellos no parecía importarles porque vivían una vida maravillosa en aquel lugar donde residía la magia.

Desde un principio Arlong era un reino donde solo podían vivir personas de ojos azules, pero desde que la familia Blank se quedó como soberana del país permitió que los de ojos marrones también pudieran quedarse ahí, porque por ser un mago puedes generar descendencia de ojos oscuros, pero después esta misma descendencia que tu has generado puede crear hijos con poderes, así que es algo que está en manos del destino.

La familia Blank puso la ley en la que toda clase de persona independientemente de su clase podía vivir en Arlong, ya que generaba mucha tristeza engendrar un hijo de ojos marrones y tener que abandonarlo a su suerte lejos del reino. Por ese motivo, todos adoraron a sus nuevos soberanos.

Los Blank no era muy numerosos, se comprendían del hijo mayor, Matthew Blank futuro heredero al trono y príncipe de Arlong, era un chico de estatura media, tenia el pelo de un color castaño cobrizo y unos ojos azules repletos de magia, su padre se parecía bastante a él, un hombre con el cabello castaño, ojos azules, pero a diferencia de su hijo, una barba abundante y una estatura bastante por encima del promedio, él era conocido como Ander Blank rey y soberano de Arlong.

Su mujer, Elisabeth, era una dama muy refinada, con el cabello castaño claro y ojos marrones, ella era el único miembro de la familia sin poderes.

Finalmente estaba el hijo pequeño, el otro príncipe de Arlong, este no era demasiado reconocido por el pueblo pero admiraba mucho a su hermano mayor quien heredaría la corona.

- ¡Matthew, ven, vamos a comer! - exclamó el rey desde el otro lado de la habitación

- Ya voy papá, espera que termine el capítulo del libro - contestó el niño mientras le enseñaba a su padre una novela titulada "el príncipe oscuro"

- Hijo, ya te he dicho numerosas veces que no puedes leer eso, es para niños más mayores que tú, además, tu hermano está al lado tuyo y podría coger el mal ejemplo - le dijo su madre mientras le arrebataba el libro de las manos

Las sombras de Arlong Kde žijí příběhy. Začni objevovat