18.

45 5 1
                                    

La noche había llegado y me fui caminando a la casa de Enjolras, no iba a negarlo, me sentía aterrada por lo que podía sucederme, pero aceleré el paso y llegue perfectamente. Enjolras me hizo miles de preguntas y solo se las respondí diciendo que debíamos cancelar la reunión de mañana y el porqué. Ahora era mi turno de preguntarle un par de cosas.
—No lo hagas, Enjolras, ya sé todo sobre Lamarque.
—¿Qué es lo que sabes?
—Si él muere, las barricadas se levantaran, y tú irás allí.
—Y me vas a decir que no vaya...
—Por supuesto que sí, Enjolras. Es imposible que ganen esa batalla, no busco ofenderte, pero no muchos hombres están dispuestos a arriesgar su vida por su patria, no son todos tan apasionados como tu.
—Lo sé bien, pero si no ganamos aún así haremos un cambio, haremos ruido y en un futuro, mucha gente se unirá a la causa.
—¿Y qué hay de nuestro matrimonio, Antoine?
Le había dicho Antoine, estaba verdaderamente enojada y me era difícil ocultarlo.
—Cariño, sabes bien que no puedo esperar, pero en este momento respondemos a algo mucho más importante.
"Mucho más importante"... Auch. Entiendo que la patria sea importante y quizá estoy siendo egoísta, pero la patria jamás lo escucho hablar de su vida, jamás lo vió a los ojos y jamás apoyo su cabeza en su hombro.
—No me siento en condiciones de hablar ahora, iré a casa, adiós.
—Te acompañaré, ya es de noche...
—No, puedo sola, no queda tan lejos.

Él decidió aceptar mi decisión de manera más tranquila de lo que me imaginé, de todas formas me fui. En el camino sentí unas voces gritando, se escuchaban vagas frases, similar a un robo. Reflexioné si ir o no, pero decidí ir al lugar de los ruidos. Al llegar lo único que vi fue el cuerpo de un hombre en el suelo, se me heló la sangre ¿Estaría muerto? Al acercarme más pude ver, a pesar de la tenue luz de la calle, unos rizos dorados sucios por la mugre de la calle. Corrí, pensando lo peor, no sabía que hacer, era Enjolras, seguía consciente, pero muy adolorido, tenía un pequeño hilo de sangre corriendo por su frente. Lo tomé del hombro para darle un pie de apoyo y ambos nos dirigimos de vuelta a su casa. Lo senté en el sillón y fui a buscar unas vendas y un poco de ron, ante situaciones desesperadas medidas desesperadas. Me senté frente a él, y para que se distrajera del ardor lo obligué a contarme cosas de su vida, sobre él. Me habló de su madre, de sus hermanas y de la poca relación que tenía con su padre, me dijo lo mucho que me amaba unas trece veces y me dijo lo que sintió la primera vez que me vió, dijo todo esto a pesar de que ya había terminado de curarlo hace unos veinte minutos.

—No tenías que ir detrás de mí.
—¿Estás loca? Sí que tenía que hacerlo, si te pasará algo jamás me lo perdonaría

Nos acostamos juntos en su cama, era la primera vez que dormiríamos juntos y las circunstancias no eran las mejores, pero nos teníamos el uno al otro.

—Tengo miedo—confesé vagamente
—Lo sé, yo también lo tengo, pero nos tenemos que mantener fuertes.
—No podría mantenerme fuerte sin ti.
—Jamás tendrás que hacerlo, siempre estaré contigo.
—No vayas a esas barricadas, por favor.
—Nada de lo que digas o hagas me podrá convencer, si yo empecé todo esto debo ser quien lo termine.
—Entonces debemos casarnos cuanto antes.
Volteó su cabeza, mirándome fijamente en la oscuridad. Tragó saliva.
—Pero, es tu sueño tener una boda enorme, con miles de invitados y...
—No importa, hay cosas mucho más importantes.
—No, no, no y no, tendrás la boda gigante de tus sueños, caminaras por el altar con Alphonse y tu padre y cumplirás el sueño que tu yo pequeña siempre quiso.
—¿Cómo sabes que ese es mi sueño?
—Tu padre me lo dijo, el día que me dió tu mano, me llevó a tu cuarto de niña y me enseñó todo sobre ti, al menos lo que no sabía.

Lo besé apasionadamente, se podría decir violentamente, realmente me enamoraba, todo lo que me decía, todo lo que hacía y todo lo que era él me enamoraba. En algún punto del beso terminé encima de él, con una de sus manos en mi cadera y la otra en mi espalda baja. Sentía su bulto en mi entrepierna y mi parte íntima ardiendo. Me besó el cuello, dejó mi clavícula con manchones morados, difíciles de ocultar más tarde, pero no me importaba. Hasta que llegó al nacimiento de mis pechos, me miró buscando por consentimiento y le asentí con la cabeza, incapaz de emitir sonido. Me sacó mi saco de dormir y con su boca mordió, chupó y apretó mis pezones, y no necesariamente en ese orden. Para este punto, sus manos se encontraban en mi trasero, hasta que movió una de ellas hacía mí monte de Venus, excitandome cada vez más. Me separé del beso para observar su rostro, sus rizos estaban desordenados, su boca entreabierta y una mirada concentrada en su cara, como si estuviera trabajando, sonará raro, pero la pequeña herida en su frente lo hacía ver mucho más excitante, como un chico problematico, cosa que no estaba ni cerca de ser. Mientras la tensión aumentaba, la puerta se abrió con violencia, detrás de ella estaba Courfeyrac, junto a Joly.
—¡Enjolras!—gritó Joly, los dos se palidecieron al ver la escena y salieron del cuarto de inmediato, miré a Enjolras, quién volteó los ojos, me levantó cómo si de una pluma se tratase y salió detrás de ellos. Acomodé mi cabello y mi camisón y fui.

—¿No saben tocar la puerta?—dijo Enjolras furioso.
—Se supone que vives solo—exclamó Courfeyrac
—Una pregunta—murmuró tímidamente Joly—¿Ya están casados?
—Bueno, estamos comprometidos, y solo Cour lo sabía. No importa, quiero saber por qué están aquí.
—Bueno, nos enteramos que la policía ya nos descubrió, debemos cancelar las reuniones, cambiarlas de lugar y cuidar más a quienes admitimos.
—Ya lo sabía, se los pensaba decir mañana por la mañana, si estaba de buen humor, pero gracias a su pequeña interrupción ya no lo estoy.

𝘛𝘏𝘐𝘚 𝘓𝘖𝘝𝘌 - EnjolrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora