☾ | Epílogo

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Nunca pensé llegar a este momento de mi vida

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Nunca pensé llegar a este momento de mi vida.

Con diecinueve solo sobrevivía, mi único propósito era trabajar para pagar una deuda, que no era mía, pero que con mucho gusto pagaría, porque mamá, aunque estuviera enferma, saca fuerzas de dónde no tenía para hacerme sonreír incluso en su peor día.

Me duele tanto recordar esos momentos, porque cada noche que me iba a dormir, rezaba por un milagro, rezaba para que el cáncer saliera de su cuerpo, rezaba para que ella viviría y no me dejará, pero cuando murió quedé a la deriva, sin un norte, sin nada.

Hasta que llegue aquí, a Haunted, a Martha, a Sébastien, a la familia Beckham que me ha acogido como una más de ellos, sonrío mirando la casa que mi novio —actualmente esposo— me prometió hace siete años atrás, hoy con veintiséis la vida me sonríe de la mejor manera.

Me sonríe como nunca pensé.

Siete años de relación, dos años de casados se escucha mucho tiempo, pero se siente tan poco a su lado.

Cuando escucho unas risas risueñas detrás de mí, la curvatura de mis labios se curva en una perfecta sonrisa.

Mis bebés.

Mis pequeños lobos.

Emmeline y Emmet Beckham Waldorf.

Las joyas más preciadas y valiosas que poseo junto a mi esposo.

—No, no, no.

Escucho la risa de Sébastien mientras Emmet se niega repetidamente a la crema de zanahorias que su padre intenta darle, me casé embarazada, parece que es una tradición familiar o eso dijo mi suegra cuando se enteró de mi embarazo, aunque iba a suceder en cualquier momento, porque desde que Sébastien me propuso matrimonio, me senté con él, le dije que iba a iniciar un tratamiento para la condición que tenía y así poder concebir.

Pero surgió efecto al instante, sus espermas fueron veloces porque aquí están embarrados de pies a cabeza de comida y sonriéndoles a su papá, cuando Sébastien me ve, su rostro se vuelve pálido, sus ojos se mueven repetidas veces de mi cara a los niños y viceversa, para luego levantar la mano en señal de paz, mis pequeños mellizos miran a su papá, Emmet me siente al instante y comienza a moverse pidiéndome que lo saque de la silla.

—Mamá ven.

Levanta su manita completamente sucia a mi dirección cerrándola y abriéndola en un puño pidiéndome que me acerqué.

—Te juro que no me di cuenta cuando se ensuciaron, no estábamos jugando con la comida, lo juro por mi vida.

Emmeline sonríe como cuando escucha la voz de su papá dice, siempre ha sido así, es la nena de papá mientras que Emmet es el niño de mamá, aunque no existe el favoritismo entre nuestros hijos, pero ellos sí tienen favoritismos para sus padres, no me molesta, a pesar de que dicen que debería de hacerlo, pero no le encuentro la lógica, si mis hijos en un mañana deciden que les cae mejor su papá que yo, no me voy a molestar.

Dulce Luna ✓Where stories live. Discover now