Amor en Las Vegas.

1- Un Matrimonio Impulsivo

El sol se ocultaba detrás de los relucientes rascacielos del Strip de Las Vegas, teñiendo el cielo de tonos dorados y anaranjados. Las luces de neón comenzaban a destellar, transformando la ciudad en un resplandeciente parque de diversiones para adultos. En medio de esta jungla de luces brillantes, dos mundos completamente diferentes estaban a punto de chocar.

Nicolás Torres, un nadador profesional español, se encontraba en Las Vegas después de una agotadora competición internacional. Había tenido un día excepcional en la piscina, pero su cuerpo y mente ansiaban un descanso. Optó por olvidarse del entrenamiento y las restricciones dietéticas por una noche y disfrutar del ambiente de fiesta de la ciudad del pecado.

Maria Ocaña, por otro lado, era una camarera española que trabajaba en uno de los bares del casino más concurrido del Strip. Con su cabello castaño recogido en un desordenado moño y un delantal manchado de café, María estaba muy lejos del glamour y la sofisticación que solía rodear a las mujeres en Las Vegas.

La noche era joven, y el bar de María estaba lleno de clientes que disfrutaban de cócteles y juegos de azar. Mientras servía bebidas, su mirada chocó brevemente con la de Nicolás, quien había decidido hacer una parada en el casino para disfrutar de una copa después de su competición.

Nicolás había ganado múltiples campeonatos y era conocido en todo el mundo como uno de los mejores nadadores españoles de su generación. A sus treinta y dos años, estaba en la cima de su carrera y llevaba una vida disciplinada y enfocada. Pero esta noche, en Las Vegas, quería liberarse de las expectativas y la presión.

Después de perder una cantidad considerable de dinero en las mesas de juego, Nicolás decidió dirigirse al bar de Maria. Se sentó en uno de los taburetes y pidió un tequila, sintiéndose atraído por la camarera desarreglada que trabajaba detrás del mostrador.

"Un tequila, por favor", solicitó Nicolás con una sonrisa amable mientras se inclinaba sobre la barra.

Maria, que estaba ocupada preparando bebidas, lo miró con curiosidad. No era común que un cliente como él se acercara al bar, y mucho menos que le dirigiera la palabra.

Ella asintió y comenzó a preparar la bebida. Mientras lo hacía, no pudo evitar notar que Nicolás tenía un aspecto bastante atractivo, a pesar de su camiseta de natación y sus gafas de sol.

Nicolás observó a Maria con atención mientras ella trabajaba. Había algo en su aparente sencillez que lo intrigaba. Cuando ella le entregó la copa, sus dedos se rozaron brevemente, y ambos sintieron una chispa de conexión.

"Gracias", dijo Nicolás, mirándola a los ojos con una expresión intensa.

Maria, sintiéndose ligeramente abrumada por la atención de este apuesto extranjero, respondió con una sonrisa tímida. "De nada."

Nicolás tomó un sorbo de su tequila y suspiró. "¿Sabes, Maria? He tenido un día terrible. Perdí mucho dinero aquí esta tarde."

Maria asintió con simpatía. "A veces, la suerte no está de nuestro lado."

Nicolás sonrió, apreciando la empatía de Maria. "Tienes razón. Pero quizás tú puedas ser mi buena suerte."

Maria frunció el ceño, sin entender del todo lo que él estaba insinuando. "¿Cómo?"

Nicolás miró a su alrededor y notó que la música de fondo estaba aumentando de volumen, haciendo que la conversación se volviera más difícil. "¿Te gustaría venir conmigo a un lugar más tranquilo para hablar?"

Maria parecía indecisa, pero finalmente asintió. Dejó su puesto en el bar y siguió a Nicolás mientras se alejaban del casino y entraban en el bullicio de Las Vegas.