8. El caos de los problemas.

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8. El caos de los problemas.

Por supuesto en cuánto James Dean posó sus ojos en mí su sonrisa prepotente apareció de nuevo en su rostro.

— ¿No hay más sitios vacíos en la clase?—Pregunté yo sin reprimir ni un ápice mi disgusto al ver cómo James Dean se sentaba en el pupitre de al lado.

—Me gusta este. —Contestó él secamente mientras sacaba su estuche y archivador de la mochila. ¡Se estaba sentando a mi lado en serio! ¿Cómo le iba a ignorar si parecía tener una especie de imán hacía mi?

— ¿Me estas acosando?—Inquirí alzando una ceja burlona.

—Igual eres tú la que me está acosando. —Respondió el sin turbarse ante mi comentario. Sus ojos castaños seguían tranquilos, mientras mantenía su sonrisa de prepotencia.

—Yo llevo en este internado más tiempo que tú. Tú eres el nuevo. Y por tanto el acosador.— Puntualicé yo tratando de imitar su sonrisa prepotente.

— ¿Siempre te ha interesado la filosofía?

— ¿Qué?— Aquella pregunta me pillo totalmente desprevenida. No, nunca me había interesado la filosofía hasta hace una semana cuándo decidí matricularme. Era justamente la respuesta que él esperaba. Pero no iba a darla. — ¡Pues claro que sí!

—Pero nunca has venido a esta clase. — Observó James Dean acertadamente.

— ¿Cómo sabes tú eso?— Pregunté sorprendida. ¿Ahora James Dean tenía poderes sobrenaturales? ¿Se suponía que esta era la parte de la historia que me confesaba que era un vampiro legendario sediento de mi sangre?

Creo que había visto demasiadas películas.

—No lo sabía a ciencia cierta. Pero ese ''que'' me ha hecho dudar. De todas formas acabas de confirmármelo. — Otra vez la sonrisa de prepotencia en su rostro. Otra vez mis mejillas coloreándose después de que James Dean me haya dejado mal. —Déjame adivinarlo viste mi nombre en la lista de matriculados y supiste que tenías que estar aquí.

—Ni siquiera sé tú estúpido nombre. Y tampoco tengo ningún interés. —Añadí furiosa.

—Logan. Me llamo Logan. — Contestó el chico divertido.

—Enhorabuena. —Contesté arqueando las cejas y esbozando una sonrisa sarcástica.

— ¿Entonces es tu primera vez?— Preguntó Logan haciendo que me estremeciera.

— ¿Qué?— Pregunté confusa. Mis mejillas se habían coloreado de rojo. ¿De qué estaba hablando Logan?

—En clase de filosofía. — Logan parecía más divertido que nunca.

Lo había conseguido de nuevo. La pregunta, obviamente llevaba dobles intenciones, y me había pillado tan de sorpresa que había conseguido sonrojarme.

No quería intercambiar ni una palabra más con aquel ser llamado Logan que conseguía ponerme nerviosa cada vez que abría la boca. Afortunadamente no tuve que responder a la pregunta. La señora Malone cruzó el umbral de la puerta en ese instante haciendo que todos los estudiantes cerráramos la boca.

Cuándo alguien se imagina a un profesor de filosofía evocamos a una persona excéntrica. Y la señora Malone encajaba perfectamente con esta palabra. Era una mujer menuda, de unos cincuenta y tantos años muy bien llevados. Sus ojos verdes quedaban camuflados por unas gafas cuadradas de color violeta, de las que colgaban unos hilos negros que le permitían posar las gafas en el pecho sin temor a que se le cayesen. Las arrugas se habían apoderado de su cara, pero le aportaban cierta sabiduría, esa que solo la edad puede dar. Su pelo rubio quedaba cortado a la altura de la barbilla totalmente liso. Pero sin duda lo que más llamaba la atención de esta profesora era su vestimenta, que consistía en una túnica de color azul claro que le caía casi hasta los pies. Parecía una sacerdotisa recién salida de un templo griego.

Jo es nombre de problemas. (JNENDC2)Where stories live. Discover now