Capítulo 2

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                                    Daniela (+18)

Sacha se levantó, sonriendo. Caminó hacia mi brazo libre, y yo la acerqué a mí, deslizando mi mano por su costado. Dejamos la cabina y nos fuimos al hotel, a la habitación que había reservado esa misma noche. Siempre estaba puesta para todo.

No podía decir que estar preparada era una ideología que seguía a cabalidad. Pero cuando se trataba de sexo, siempre estaba lista y dispuesta.

Cerré la puerta detrás de nosotras y me volví hacia las mujeres. Mi pene palpitaba en mis pantalones con anticipación y lujuria. Ellas sabían exactamente por qué estábamos aquí. Pedí a gritos que me soltaran. El alcohol siempre me hizo eso.

Las chicas se miraron entre ellas, sonriendo. Carina se apretó contra mí de nuevo, sus caderas rozando contra las mías. Levanté mi mano y la puse sobre su pecho, dándole un apretón firme. Su lengua se deslizó en mi boca, y gimió.

Estaba consciente de que Sacha se movía a nuestro alrededor, ralentizando el despojo. Su vestido se cayó al suelo. Cuando la miré, estaba desnuda.

Santo cielo. Su cuerpo estaba bronceado por todas partes. Parecía un color artificial, y sus tetas se notaba que eran falsas, pero no me importaba nada en este momento. Parecía que se había escapado de una película porno. Tenía la sensación de que ella también sabía follar como una estrella triple x.

Deslicé mi mano por el cuerpo de Carina desde su teta izquierda, sobre su estómago, hasta el dobladillo de su vestido. Lo levanté. Su vagina perfecta me saludó, esperando a que yo estuviera en ella. En ese momento descubrí que no llevaba ropa interior.

Habían venido aquí con una cosa en mente. Bien. Estábamos en la misma página, entonces.

Mis dedos encontraron la abertura de Carina. Estaba mojada y lista para mí. Le metí los dedos y pude sentir su excitación. Su respiración se aceleró, volviéndose superficial y errática.

Sacha caminó hacia nosotras, sus caderas se balanceaban de lado a lado. Se detuvo detrás de su amiga y con su manos siguió el contorno de su vestido. Poco a poco, empezó a levantarlo, y despegarlo de su cuerpo. Hice lo mismo, ayudando a Sacha. En poco tiempo, el vestido estaba en el suelo.

Las tres, ya estábamos desnudas en la cama, cada una de ellas sosteniendo una de mis mano.

Carina se recostó y sus muslos se abrieron. Esta era mi idea del cielo.

Me arrastré sobre ella y sumergí mi cabeza entre sus piernas. Abrí mi boca y la chupé, probándola, lamiendo su delicioso clítoris. Se retorcía y gemía debajo de mí. Mi lengua trazó su abertura y la rodeó. Mientras tanto Sacha comenzó a correr su mano arriba y abajo de mi eje, jugando con mi miembro duro.

No tenía lo que se necesitaba para aguantar mucho tiempo. Mi pene estaba firme como una roca. Yo quería entrar, y siempre conseguía lo que quería. Subí por su cuerpo, plantando besos hasta arriba. Le chupé el pezón mientras me ponía un condón. Luego puse mi miembro en la entrada de su vagina.

Cuando la empujé, Carina jadeó. Estaba tan caliente y apretada, ya cerca del orgasmo. Empecé a golpea mis caderas con las de ella, cogiéndomela. Podía ver el placer en sus ojos. Ambas querían esto.

Sacha se inclinó hacia adelante y presionó sus labios contra los míos. Me equilibré en una mano y agarré sus senos. Me besó muy ansiosa, metiendo y sacando la lengua de mi boca.

Quería durar lo más que pudiera, pero no era fácil con estas dos hermosas mujeres deseosas de complacerme. Me cogí a Carina hasta que no pude aguantar más y ella estaba gimiendo debajo de mí. Sus pechos se movían mientras yo le bombeaba. Tuvo orgasmos, dos veces antes que yo.

Cuando la solté, temblé por la forma en que palpitaba mi pene.

Estaba jadeando para ese momento. Me levanté de la cama y caminé hacia el cubo de la basura para deshacerme del condón. Luego me dirigí al sillón, y me arrojé en él. —Diablos—, dije.

Estaba agotada. Pero yo quería más. Sólo necesitaba recuperarme primero.

Las dos mujeres yacían en la cama, retorciéndose juntas. Se besaron, lenta y sensualmente, mientras sus manos exploraban el cuerpo de la otra. La vista era algo que no veía a menudo, pero era suficiente para volver a levantarme.

Cuando estaba lista para el segundo asalto, Sacha se dio la vuelta y me apuntó con el culo.

Movió las caderas y miró por encima del hombro.

Eso fue todo. Era hora de otro condón. Le puse las manos en su redonda protuberancia, la sostuve quieta y me apreté contra ella por detrás. Gimió, y yo empecé a mover mis caderas, clavándola en ella de la misma manera que lo había hecho con Carina. Hablando de ella, había deslizado su cabeza por debajo de nosotros y comenzó a chupar mis bolas mientras yo me cogía a su amiga, quién empezó a gemir, y gritar: —Bebé, eso se siente tan bien que me estás haciendo venir.

Me di cuenta de que probablemente no recordaba mi nombre, pero ni siquiera me importaba.

Mi pene se sentía tan bien atascado hasta el final en su vagina, mientras la otra chica estaba jugando y chupando mis bolas. No tardé mucho en llegar al clímax.

Cuando finalmente terminamos, nos vestimos y volvimos al club. Carina se aferró a mí, besándome. Las manos de Sacha se deslizaron por mi cuerpo, sintiéndome y tocándome por todas partes. —Señoritas, ¿no les he dado suficiente?— Bromeé. —No— contestó una de ellas, mientras que la otra dijo: —Queremos más. ¿Cuándo podemos volver a verte?

Eso violaría mi regla de sólo una noche. Yo había cometido ese error en el pasado y a veces las mujeres se ponían muy pegajosas, pensando que eso significaba que estábamos en una relación o algo así. Pero yo no formo relaciones. Ni siquiera recordaría sus nombres mañana.

El flash de una cámara me parpadeó por un segundo. Cuando levanté la vista, un tipo se escabulló.

Miré a Carina, pegada contra mí y Sacha con sus manos por todo mi cuerpo. Todo eso había sido captado.

Mierda.

Amor en Juego (Adaptación Caché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora