Gratitud

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La belleza de una declaración en medio del parque, junto al color cálido del día, de un momento a otro se cubrió de un aire fragante y hermoso. Quisiera decir que estuvo acompañado de cierta quietud, pero en ese momento no, había también agitación en el ambiente.

He vuelto a ser impulsado por la energía pura de mis sentimientos, posando nuevamente mis labios sobre los de Candy, sintiendo que el exterior desaparece y que ella y yo flotamos.

El escenario se deconstruía en perfecto cambio por cada movimiento de nuestros labios, la temperatura comenzó abrazarme adormeciendo primero mi boca con la suavidad de su boca.

Después la sensación de sus yemas dátiles que acariciaban levemente el contorno de mi cuello, cruzaron al centro esparciendo el calor al resto de las extremidades de mi cuerpo.

Hemos aprendido a profundizar, cada vez hay mayor urgencia, codicia, es como quererlo todo y de inmediato. Comenzamos a jadear, a sentir que nos hacia falta el aire y descansar, pero ni ella ni yo deseábamos parar.

La conduje suavemente sobre mi regazo, pero la posición no me ofrecía el mismo acceso a su cuello y boca, entonces la recosté completamente sobre la hierba por debajo de mi. El arrobamiento me hizo perder bastante el dominio, presionando mis caderas sobre su esbelta figura.

De golpe interrumpí mi acción, sentí que mi cuerpo estaba reaccionando de manera exuberante, esto me hizo contenerme con un absoluto auto reproche. Me sentía culpable y al mismo tiempo avergonzado, por dejarme llevar tan rápido y apasionadamente.

Candy parecía no haberse dado cuenta de mi excedente, me miró con ojos soñolientos como si ella recién regresara del momento fantástico, pero después su mirada me reprochaba por haberme detenido por completo.

Intentando estabilizarme, la llame suavemente, pero mi voz áspera sonó ajena a mí, sintiendo que mi rostro ardía por la fuerte irrigación de la sangre sobre mi cabeza, falle en modificar la atmósfera.

Y con una sonrisa le dije que ya era tarde, que comenzaba a refrescar, que deseaba que cenara algo más sustancioso y suculento que la mitad de un sándwich. Ella también sonrió, pero su expresión me indicaba que aún no estaba convencida.

—¡Bien mi príncipe, vamos a mi apartamento, no quiero que esta magia se termine aún.

Siempre la obedezco sin cuestionar nada, pero ahora estoy bastante ansioso, me parece peligroso estar solos con estas emociones a flor de piel. Intento pensar en algo diferente, lo deseo tanto que no quiero cometer ni un solo error.

Quizás si le digo que caminemos, el ejercicio me ayude a canalizar mis impulsos, mientras pensaba en alguna otra solución, mi teléfono celular comenzó a sonar, la pantalla indicaba que era el contacto de mi tía Elroy.

Candy me miraba muy atenta mientras atendía la llamada, había guardado la canasta en el maletero del auto, cómo suponiendo que nuestra velada había llegado a su fin.

Algo aún dentro de mi tampoco esperaba que terminara así, mi amor y gratitud por ella no tiene límites ni fin, y quería alargar la noche de manera que ella, mi amada y dulce Candy quedara satisfecha.

En realidad la llamada era porque mi tía Elroy se había enterado del accidente que había ocurrido con los chicos en el hangar, y se encontraba sumamente molesta, tanto que me esforcé para tranquilizarla, mencionándole que los chicos ya habían recibido mi castigo.

Terminé lo más pronto que pude con la llamada telefónica, y me quedé pensando de que manera mi tía Elroy se enteró de esto, pues George se encargó de que sólo un servicio de personal discreto limpiara y reparara los daños en el menor tiempo posible.

Candy al observar mi expresión se acercó y me miró con ternura, con la confidencialidad que ella y yo tenemos y hemos compartido siempre. Me dio un gran abrazo, un pequeño beso en la barbilla, mientras me miraba de forma comprensible, señal de que ella lo entendía.

Continuará

"Una chica cuando sonríe" Edición OctoBert 2023, FanFic de Candy y Albert Donde viven las historias. Descúbrelo ahora