CAPÍTULO 5| TÚ Y YO TENEMOS ALGO PENDIENTE

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MADDIE

Vi como Nuria entraba en el pabellón y me giré hacia Jax. Tenía una sonrisa en los labios, y se le notaba que estaba muy orgullosa de su hermana. Al notar que lo miraba fijamente, se giró hacia mí. Nuestros ojos chocaron y así nos quedamos unos segundos. El mundo empezó a desvanecerse y una pequeña sonrisa empezó a tirar de sus labios. Un calorcito recorrió mi cuerpo y me puse un mechón rebelde que siempre se me salía detrás de mi oreja. Seguía observando sus ojos verdes color trébol, que de algún modo me obsesionaban. De repente, sus ojos me recorrieron el cuerpo. Mi sudadera, mis pantalones, mis zapatillas, y viceversa. Volvió a ojos color azul y aguanté la respiración cuando miró mis labios.

Reaccioné de inmediato y miré mi móvil. Una llamada entrante. Jake. ¿Por qué me llamó? Sin contestación. Jax me miró al ver mi cara de enfado y preocupación. Me puso una mano en el hombro y subí al coche. Yo también lo hice.

Por la radio sonaba una canción de Adele. Yo la tarareaba mientras Jax seguía el ritmo dándole golpecitos al volante.

El coche paró frente a una cafetería y nos bajamos del vehículo. Él pidió lo que quería y me dejo hacer lo mismo. Quería pagarlo yo, pero Jax se me adelantó y lo hizo él. Le agradecí y nos sentamos en unos sofás que habían al lado de la ventana donde podías ver los edificios y los coches que pasaban por la carretera. Estaba empezando a llover.

—¿Por dónde quieres que comenzar?—preguntó Jax.

—Por el principio. Cuéntamelo todo.

—Está bien. Pero tú también me debes una explicación.

Tragué saliva y le di un trago largo a mi café.

—Bien—comenzó, poniéndose cómodo—. Ese día me encontré a Jake en tu puerta borracho y con un olor a muerto podrido. Es en serio, daba asco olerlo...

Lo que Maddie nunca vio mientras estaba en el baño.
Abrí la puerta y me encontré con un chico rubio y fuerte, que olía peor que la diarrea de un perro, me miraba fijamente. Primero irritante, pero al verme su sonrisa cayó y se enderezó.

—¿Quien eres?—preguntó.

—¿Quién eres tú?—me crucé de brazos.

—Jake. ¿Dónde está Maddie?

Fruncí el ceño cuando nombró a la chica asustada que estaba en el baño. ¿De quién la conoció?

—Está dentro.

Hizo un ademán de pasar dentro de la casa pero lo detuve. Le enarqué una ceja y le di un repaso de arriba a abajo. Él hizo lo mismo, pero esta vez su cara era de enfado.

—Déjame entrar—ordenó.

—No.

— ¿Quien te crees que eres?

—¿Y tú?

Esa fue la gota que colmó el vaso de su paciencia. De repente estábamos metidos en una pelea. Yo iba ganando, le había dado una patada en los huevos y unos puñetazos en la nariz. Me lo devolvió dándome en el labio, haciendo que se me rompiera. Me levanté de encima de Jake y le di una última patada antes de meterme en la casa. Me daba igual si se iba o no, solo quería saber si Maddie estaba bien. Estaba llorando y suplicándome que no me fuera, pero no entendía porque...

Asentí con la cabeza cuando me terminó de contar lo que anhelaba saber. Miré la herida de su labio, que ya estaba curada pero había dejado marca.

—Siento que tuvieras que pasar eso por mí. Es injusto. Pero igualmente Jake se merecía la paliza.

HEARTBREAKERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora