ONCE

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Jungkook y Namjoon habían recibido catorce días en el hoyo por pelear. Habían tenido suerte. Debido a que de hecho habían estado rescatando a Jimin, se anotaría su tiempo en el hoyo, pero no se les agregó ningún tiempo adicional a su sentencia.

Jimin había estado solo durante cuatro días. Si, Norton siempre estaba echándole un ojo desde algún lado. Pero aún así cada uno había sido insoportable. No porque estuviera solo y ya no protegido. No porque tuviera pesadillas todas las noches. Ni siquiera porque su cuerpo todavía se estaba curando de los moretones que había recibido cuando Spike y sus matones lo asaltaron.

Simplemente odiaba estar lejos de Jungkook. Odiaba tener que dormir solo. Odiaba que los guardias le estuvieran dando sonrisas de complicidad. Odiaba que no hubiera nadie que se interpusiera entre él y el mundo entero.

Sobre todo, odiaba el hecho de no haber tenido la oportunidad de decirle a Jungkook que lo amaba. Eso lo carcomió, anudando su estómago. Jungkook estaba sentado aislado sin tener idea de lo que Jimin sentía por él.

Solo le quedaban diez días hasta que pudiera decirlo. Suponiendo que sobreviviera tanto tiempo, y eso estaba en debate.

Jimin mantuvo la cabeza gacha mientras se abría paso a través de la fila del almuerzo. La mayoría de los otros reclusos lo habían dejado muy lejos desde que todos supieron que Jungkook y Namjoon habían puesto a Spike y sus matones en el hospital.

Jimin estaba más preocupado por los guardias. Se habían mantenido alejados de él en su mayor parte. La mayoría de las veces, cuando uno de ellos se acercaba demasiado, Norton aparecía y escoltaba a Jimin a otro lugar. Hasta ahora estaba funcionando, pero Jimin no pudo evitar preguntarse cuánto tiempo más. Sin Jungkook o Namjoon allí.

Jimim tomó su lonchera y un vaso de jugo. En lugar de dirigirse a una de las mesas, volvió a su celda. Al menos allí, podría conseguir que uno de los guardias lo encerrara y tenía una posibilidad relativa de mantenerse a salvo. Había pasado la mayor parte del tiempo en su celda.

-Park, tienes una visita.

Jimin tragó con fuerza mientras se volvía para mirar al guardia. Era uno que había visto por ahí, pero con el que nunca había hablado. No era uno de los guardias que acechaban sus pesadillas. -¿Yo? -¿Tenía una visita?

-Vamos, tengo que acompañarte a la habitación de visitas.

-Está bien… um. -Jimin no sabía qué hacer con su lonchera, así que la sujetó con fuerza mientras seguía al guardia. -¿Sabes quién viene a verme?

-Tu abogado. -Ya era hora.

Jimin fue escoltado a través de dos niveles de puertas de seguridad y luego a una habitación larga con mesas de picnic de plástico duro separadas por varios pies. No vio a su abogado, pero vio a otra persona. No había duda de que Jackson Wang. Medía seis pies y siete pulgadas de alto y pesaba más de ciento cien kilos.

No tenía idea de quién era el hombre que estaba sentado a su lado. Ambos hombres se pusieron de pie cuando Jimin se acercó.

-¡Dios mío, Jimin! -espetó Jackson, frunciendo el ceño con tanta fuerza que su rostro se oscureció. -¿Qué diablos te pasó?

Jimin tragó con fuerza, sus ojos se dirigieron a los guardias. -Me caí.

No sabía cuánto había tenido diez en la prisión, pero considerando el hervidero de chismes que era el lugar, no se sorprendería si todos en la prisión supieran que había sido atacado por Spike. No quería recordárselo a nadie en caso de que decidieran atacarlo a él o a Jungkook o a Namjoon.

-¿De qué ? ¿En una caja de martillos?.

-Me caí -repitió Jimin mientras se sentaba en uno de los bancos pegados al suelo. -Dejémoslo así.

EL PRIMERO DE SIEMPREWhere stories live. Discover now