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Han pasado dos semanas desde que vi a Min Yoongi.

Los primeros días fueron tortuosos. Quería buscarlo, llorarle en la cara hasta deshidratarme, recoger los pedazos rotos esparcidos a su alrededor mientras él me daba alguna explicación genuina y considerada. Pero mientras el tiempo pasaba, sentía cada vez más que solo había sido un sueño, una mala broma de mi cerebro cansado después de un día agotador.

Quizás había desayunado algo que me hizo enfermarme de fiebre y que, entre sus efectos secundarios, estaban las alucinaciones e hiperventilación.

Namjoon nunca me dejó solo, a menos que se lo pidiera; siempre estuvo al tanto de mis deseos. Y yo, al notar su atención, no podía contagiarle lo que había vivido.

En estos días, Namjoon se esforzaba por programar encuentros que pudieran dispersar los pensamientos que se habían instalado en mi mente, y justo hoy, después de la monotonía del trabajo, tenía una cita con él. Un gesto que debería llenarme de alegría, sin embargo, el peso de mi oculto pasado me hacía sentir culpable, como si estuviera traicionando su confianza al mantener en las sombras algo tan crucial como esto.

Yoongi era mi tesoro más preciado, desde el día en que lo conocí hasta el momento en que falleció, incluso ahora; siempre fue mi tesoro. Aquellos momentos juntos y cada cosa por la que pasamos no podía compartirla, ni siquiera con Namjoon. Él solo conoce lo necesario, como su nombre y que lo quería, y que por más que pase el tiempo, jamás dejaré de quererlo; solo aprendí a vivir sin su presencia.

No era que no confiara en Namjoon; solamente quería tener algo personal. Pasé mi duelo y pensamientos en sus brazos, sin necesidad de ocultar más de lo necesario.

Empecé a secar los trastes mientras escuchaba el tintineo de la puerta al abrirse. Alcé la vista para ver detrás de la pequeña ventana, y aunque no podía ver demasiado, percibí que el café estaba casi vacío. Lo que significaba que habría pocos platos por lavar.

Mi rutina cambia todos los días e incluso todo el tiempo. Podría estar lavando trastes, pero luego sería mesero y cajero. Es algo agotador, y de no ser porque tengo amigos que adoro en el establecimiento, sin duda ya habría firmado mi renuncia.

Kim Seokjin es el supervisor de la cafetería, así que ronda la mayor parte del tiempo por aquí. Es ruidoso, cuenta chistes que no dan risa y es amable y comprensible con todo el mundo. Taehyung, por su parte, es mi compañero en absolutamente todo. Hace lo mismo que yo, con la diferencia de que él tiene el coraje de enfrentarse con todo el mundo, incluso con el gerente.

Una vez, después de una jornada de trabajo, nos quedamos platicando con Seokjin mientras limpiábamos el lugar. Era apenas nuestra segunda semana como trabajadores, pero Taehyung decidió hablar de la manera más despreocupada sobre que, de vez en cuando, se metía al baño para no atender a los clientes.

Recuerdo haber pensado en que esto sería motivo para que Taehyung fuera despedido al día siguiente. Abrí mis ojos al escucharlo e incluso esperé algún regaño por parte del supervisor.

Pero en vez de eso, Seokjin empezó a reírse.

Y yo no podía creer lo surrealista que era. En mi vida habría tenido la confianza de Taehyung para soltar un comentario como ese. Pero eso fue lo que me hizo encariñarme rápidamente.

ㅡ¡Dos cafés latte y un café negro sin azúcar para la mesa cinco! ㅡ grita Taehyung.

ㅡ¡Orden en camino! ㅡgrité mientras tomaba la pequeña charola que correspondía al pedido.

Caminé hacia la mesa cinco y al llegar, comencé a repartir los cafés, intentando no equivocarme en el proceso.

ㅡAquí está su pedido, ¿puedo ayudarles con algo más?

Halcyon | myg and pjmWhere stories live. Discover now