4. Bosque

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⚠️ ADVERTENCIA ⚠️

El capítulo de hoy toca un tema bastante grotesco, esta bajo su riesgo leerlo.
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Bucky tenía entre sus manos una playera blanca, la observó por un par de minutos hasta que decidió hundir su nariz en ella y respirar su aroma. Era dulce, pero a la vez fresco, empalagoso, pero no fastidioso. Sonrió contra la tela suave de agradable olor y cuando estuvo satisfecho de olfatear, la guardó en su mochila negra. Salió del baño del instituto, yendo en dirección de su salón.

Bucky Barnes era el anormal, el renegado, al que todos en el fondo le tenían miedo. Y no era exactamente porque luciera algo distinto, con las cejas y cabello decolorados de rubio y profundas ojeras remarcando sus ojos azules. Todos en la universidad tenían estilos distintos y eso no se juzgaba, pero Bucky actuaba extraño, era raro y daba miedo. Pero aún siendo un raro, Bucky tenía corazón y estaba completamente enamorado de uno de los chicos más lindos de la institución. 

O soló tal vez era una obsesión.

Aquella playera que había estado oliendo en los baños era una prenda de cierto chico por el cual Bucky sentía afecto, se la había robado de su casillero.

Ahí estaba, con sus amigas y amigos, compartiendo una agradable charla, cosa que Barnes no podía compartir, no tenía amigos con los cuales hablar. 

Algunos al ver al chico de uno ochenta y tres se alejaban de su camino, o dirigían su mirada a otro lado que no fuera él. Barnes estaba cansado de eso, de toda la mierda de la escuela, de que lo trataran como excremento. Pero Helmut, el dulce Helmut Zemo era el único que siempre lo saludaba, que lo veía como humano. 

Bucky sonrió en dirección de Helmut, esperando su bonita sonrisa de regreso, pero esta vez no hubo sonrisa de vuelta. Zemo dirigió su mirada a otra parte, ignorando al de cabello negro.

"Felicidades, has asustado a alguien más"

"Pedazo de mierda anormal"

"Nadie te quiere"

"El jamás se fijaría en alguien como tú" 

Las detestables voces en su cabeza comenzaron a molestarlo, a maltratarlo sin piedad.

—¡Shhh!—James soltó audiblemente.

Los chicos lo observaron con desagrado por su habitual comportamiento tan raro, provocando que Bucky se sintiera acorralado obligándose a sí mismo a mirar de mala manera a todo el que lo mirara. 

Así estuvieron los próximos días, Barnes no entendía por qué, ¿qué había hecho para que Helmut dejará de saludarlo y sonreírle? Su cabeza se volvió un lío aún más enredoso, lleno de insultos y palabras denigrantes, hasta que una de aquellas voces sonó pacífica, dándole una idea.

James sabía con exactitud qué era lo que Helmut hacía, a dónde iba y a qué hora, sabía todos sus horarios. Así que aquella noche de sábado, Barnes lo siguió hasta sus clases de violín, donde lo esperó dentro del coche. 

Las horas pasaron y finalmente Zemo salió de sus clases. Ya era algo noche y por alguna razón no había personas en las calles. James salió del coche y lo siguió por detrás con sigilo, hasta que estuvo a centímetros de él. Lo tomó por el cuello y le colocó en la cara un trapo con cloroformo. Zemo pataleó y golpeó los brazos de James con su estuche. Trató de gritar, hizo lo imposible para liberarse, pero sus párpados se volvieron pesados y cayó por completo dormido. Su estuche quedó tirado en el suelo, Barnes ni siquiera regresó por el violín. Bucky cargó al chico, observó en todas direcciones y no había nadie. Subió a Helmut al auto y se lo llevó al bosque, donde su abuelo tenía una cabaña; hacía mucho tiempo que su abuelo había muerto, por lo que la cabaña estaba básicamente abandonada. 

GORETOBER [WinterBaron]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora