12. Fantasma

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Las mudanzas podían ser tediosas y horribles en algunas ocasiones, en otras era ciertamente divertido, pero en esta ocasión la mudanza había sido cansada para la familia Barnes. En efecto, seguían en New York, pero aún así el cambio de vivienda había sido cansado, llevando maletas y maletas de ropa. George Barnes, el padre, había contratado un servicio de mudanzas para llevar toda la mueblería de su antigua casa a la nueva casa que habían comprado a un precio ciertamente ridículo; cuando George vio la baratísima oferta, no pudo negarse. Para George fue sencillo hacer el cambio de vivienda, después de todo como un hombre que trabajaba como conductor de camiones comerciales, el cambio de vivienda no le afectó en lo mínimo. Su esposa, una preciosa mujer de ojos azules, no estuvo del todo de acuerdo, pues el cambio tan drástico de casa no le dio ni tiempo de despedirse de sus amigas vecinas ni de investigar con anterioridad nuevas escuelas para sus hijos; su hijo mayor estaba cursando su último año en la preparatoria y su hija menor estaba cursando su primer año en secundaria. Bucky y Rebecca le reclamaron a su padre, hicieron berrinches de niños de cinco años e incluso maldijeron juntos, pues en definitiva no estaban felices de mudarse y asistir a escuelas distintas.

Entonces, con ceños fruncidos y miradas que congelaban a cualquiera, los hermanos Barnes ayudaron a su madre con las maletas y cajas con los utensilios de cocina.

—Buck, ven acá. Ayudame a bajar mi sofá—George se ponía su gorra roja hacia atrás, mientras el fuerte sol le pegaba en su ya roja piel.

—Georgie, cariño, ponte bien la gorra. El sol te está quemando la cara—Winnifred dijo mientras estaba a la entrada de la nueva casa, está ausente de un patio frontal.

—Está bien, Winnie, sólo metemos esto—le regaló una sonrisa a su mujer, mientras abría la puerta de la caja de su Chevrolet.

James salió de la casa sin decir nada, tomó de un lado el sofá y con indicaciones de su padre lo levantaron para meterlo a la casa hasta dejarlo en la vacía sala.

—Bien, el camión de mudanzas llega como en una media hora, así que mejor hay que pedir algo de comer—George se dejó caer en su sofá mientras tenía su teléfono en la mano.

—¿Pizzas está bien?—Winnifred le peinó los negros cabellos a su hijo.

—Lo que quieran, me da igual—el azabache no dijo más, subió las rechinantes escaleras de madera y fue en busca de su hermana de doce.

La chica de cabello negro estaba tirada en medio de una espaciosa habitación sin muebles, la alfombra era gris y las paredes eran completamente blancas. Con los auriculares puestos admiraba las manchas extrañas en el techo de la habitación. Bucky la observó parado en el umbral de la habitación, una sonrisa apenas notoria se pintó en sus labios y se adentro a la habitación.

—Hey, mocosa—con la punta de su pie movió la pierna de su hermana.

—Hey, mocoso—Rebecca se quitó los auriculares y le regaló una desanimada sonrisa a su hermano mayor.

—¿Está va a ser la tuya? Si escogiste la mejor te voy a sacar a patadas—Bucky se terminó acostando a un costado de su hermana.

—...Es una mierda, les dije que no me importaba tomar varios viajes en tren para ir a mi antigua escuela, pero no…Ahora tengo que ir a una nueva…Tengo que hacer amigas desde cero una jodida vez más—la chica de cabello negro se quejó, volviéndose a poner un auricular.

—Estamos en las mismas, Becca…Al menos será un poco fácil para ti, apenas y estás cursando primer año, en cambio yo estoy a nada de graduarme y tendré que hacer amigos para no parecer imbécil—tomó el otro auricular y se lo puso.

—Estamos jodidos, Jimmy…Aunque tu ya llevas una parte ganada, imbécil ya eres—la joven Rebecca se rió.

—Vete a la mierda, Becca. Y ya te he dicho que detesto que me digas Jimmy—rió observando las curiosas manchas en el techo.

GORETOBER [WinterBaron]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora