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Jungkook odiaba que tocaran a Namjoon.

Odiaba que lo miraran, que le hablaran, que le sonrieran y le hicieran sonreír.

Odiaba escucharlo reír para alguien que no fuera él, odiaba que usara ese tono delicado y terso que le caracterizaba, que bateara sus hermosas y largas pestañas al mirar a otros.

Odiaba no poder encerrarlo por completo como lo deseaba con desesperación.

La sola idea de que le compartiera de sus exquisitas feromonas a ese Alfa ponía como bestia a su lobo, y a él, le envenenaba.

Por lo que, cegado por la ira, lo empujó sin compasión a sus aposentos, ignorando los saludos que recibió de sus guardias en la puerta y de las miradas sorprendidas y curiosas que tuvieron en los pasillos.

Tanta fue la fuerza, que su Namjoon
impactó contra uno de los pilares de
su amplia cama, esa en la que le tuvo
muchas veces a su total merced, ya sea gritando o suspirando entre sueños.

Le escuchó quejarse del dolor, pero poco le importó, sólo dejó salir el feroz gruñido que le ardía en la garganta.

-¿Qué demonios hacía afuera mi Omega? -Rugió, fuera de sí. Su respiración pesada y la cabeza doliéndole mientras avanzaba a pasos lentos hasta el temeroso Omega. -Creí haberte ordenado que te quedaras en tu habitación, no que salieras a recibir a mi invitado. ¡Maldita sea!

Namjoon tiritó en su lugar, pero aún así, su voz no falló al encararle, permaneciendo de pie a un lado de la cama, sus puños apretados en los costados de su Hanbok.

-Es mi trabajo, Alfa. Como su Reina y pareja, debo ver la parte superficial de sus acciones. Recibí al Rey Jimin no por un capricho en desobedecerle, sólo estaba practicando equitación en el jardín y cuando quise entrar al palacio, a ordenes suyas, me lo encontré en la entrada. No podía pasar por alto mis responsabilidades. -Al escucharle, el párpado de JungKook tembló.

Namjoon jamás esperó ser agarrado del cuello y aprisionado contra la pared pintada de un gris suave, el color favorito de su tan querido Alfa. El mismo que yacía ahorcándolo con su venosa mano alrededor de su garganta, con tanta fuerza que su cuerpo se elevó y sus pies ya no tocaban el piso, el fuerte brazo extendido del Alfa era suficiente para dejarle sin opciones más que removerse con torpeza y aferrar sus delicadas manos a la muñeca que le estaba arrebatando el oxígeno, generando el molesto ardor que le traía terriblemente asustado.

Jungkook lo había golpeado antes, sí. Pero jamás se dejó llevar tanto por su enojo como para hacer ademán de matarlo.

Pronto, el aire no era suficiente para moverse, y sólo pudo escuchar al Alfa con sus preciosos ojos derramando lágrimas.

-¿Responsabilidades, dices? ¿Tu trabajo? ¿Tu deber? -Pronunció con tanta amargura, que Namjoon en verdad temió por su vida. -¿Tu responsabilidad es sonreír y brindar tus dulces feromonas?, ¿Es acaso tu deber reír y mostrar tus encantos con descaro?, ¿Es tu trabajo el desobedecerme y exponerte así ante los hambrientos ojos de un Alfa?, ¿¡Te educaron para eso, Omega!? ¿¡Ah!?

Balbuceó con sus cuerdas vocales reacias a emitir más que un débil susurro, rasposo y agonizante.

-J-Jung-Jung-Koo-Kook...

Su rostro estaba preocupantemente rojo, tornándose ya un poco violáceo. JungKook le miró con odio, furia, y asco. Su mirada no se suavizó ni un poco aún cuando Namjoon trató ya sin fuerzas acariciar su rostro con tal de traerle a la realidad.

Una realidad en la cual lo estaba matando.

Sin embargo, el Alfa no le soltó hasta que sus ojos llorosos se cerraron y dejó de luchar por completo, permaneciendo prácticamente colgando en la pared con la fuerte diestra asfixiándolo.

youngbloodTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang