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A veces, era sencillamente imposible callar la voz de aquella mujer en sus pensamientos.

"Siempre complacer a nuestro príncipe, te ordena algo y tú obedeces, sin vacilar"

"Un Omega obedece a su Alfa, el Alfa siempre sabe lo que es mejor"

"¿Qué haces? ¡Suelta eso! No tienes permitido engordar, los dulces son sólo para el príncipe. Tú comes otras cosas"

"Deja ese libro, nuestro príncipe quiere jugar contigo. Luego volverás a estudiar"

"¡Es una vergüenza que seas tan tonto! ¿Cómo te atreves a cometer errores tan básicos como este, siendo la futura reina de nuestro reino? "

"No me interesa lo que sea que estás haciendo, el príncipe pidió que lo acompañes en sus clases. Ya suelta esa muñeca y apresúrate, jamás debes hacerle esperar"

"¿Estás llorando? ¡Límpiate esa cara! Una reina jamás, ¡Jamás llora! La dignidad y tu imagen hacia el pueblo es más importante que tus tontos sentimientos de Omega, ¡Avergüenzas a la familia real!"

En cuanto puso un pie en el palacio, aquella mujer, su institutriz, se adueñó de su alma. Era tan sólo un niño, manejable, inocente e ingenuo, el material perfecto para convertirle fácilmente en un "Buen Omega" como solía decirle ella a obedecer, callarse y sonreír todo el tiempo.

Y quizá sí servía, pues Namjoon había visto ese mismo comportamiento vacío en la mayoría de las personas de la realeza. Era aceptado por Alfas de altos rangos, y generaba un entorno de respeto y tranquilidad en las reuniones importantes.

Sin embargo, a pesar de ser criado como una muñeca de porcelana hermosa y vacía, Namjoon no podía evitar luchar contra ciertas injusticias, y eso se debía no a su madre, ni padre o hermanos, ya que lamentablemente ni siquiera los recordaba, todo ese "veneno" de rebeldía e insolencia lo aprendió de la mismísima reina SoMi.

Ella definitivamente fue una Omega
preciosa, perfecta en todos los
sentidos. Tuvo la buena suerte de
casarse completamente enamorada,
con un Alfa que la amaba tanto como
ella a él. SoMi tenía voz y presencia,
ya que ante la constante ausencia de su pareja debido a las guerras y conflictos de ese tiempo, ella era la encargada del reino, amada por todos y dirigiendo con sabiduría y empatía,teniendo el permiso de su Alfa para ordenar y ser obedecida.

Namjoon siempre la admiró, y con todo orgullo decía en voz alta que aprendió de ella cosas vitales en su personalidad. Lo que era el valerse por el título de Reina, no por sonreír al costado del rey y vestir con prendas costosas. Ganarse el cariño y el respeto del pueblo, no exigirlo. Hacer un cambio verdadero, en lugar de prometer cosas vacías y vivir de ilusiones en los más necesitados.

Él de verdad creció con las ganas de cuidar y ayudar al pueblo, hacer evolucionar al reino de Évrea y que cada uno de sus habitantes pudiera gozar de los placeres justos de la vida. Por ello es que en cada reunión del Concejo Real, hablaba sin pudor alguno, compartía su opinión y se esforzaba en convencer a los demás miembros para aprobar proyectos y llevarlos a cabo con fluidez. Siempre cumplía lo que prometía, cada día trataba de mejorar algo y mantenía sus brazos abiertos ante cualquier ser que viniera en busca de su ayuda.

Por un corto periodo de tiempo, después de la coronación, JungKook se esforzó en sus propios labores como rey, dejándole hacer lo mismo, por lo que pudo disfrutar de trabajar en equipo con el personal del castillo y pasear por su reino todo lo que quisiese, de allí su gran fama entre los pueblerinos. Sin embargo, con el paso de los años, entre más crecía y maduraba, su opinión era limitada, al igual que su propia libertad, hasta convertirse en lo que era actualmente.

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⏰ Last updated: Jan 19 ⏰

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