Capítulo 21

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Thiago

Sentía mi cuerpo adolorido y de poco a poco fui abriendo los ojos, pero los cerré enseguida, cuando la luz del sol me dio directo en la cara. Me intenté incorporar, pero no lo logré sin quejarme. De repente dirigí mi vista hacia enfrente y entró una enfermera acompañada de Gabriel, sus padres y mi mejor amiga.

Todos menos la enfermera se quedaron con los ojos como platos y se hizo un silencio en la habitación que acabé interrumpiendo.

—Oye, ni que estuviera tan horrible para que pongáis esa cara

—Ni aunque te pasé un coche por encima puedes dejar de ser tú—me dijo mi mejor amigo

—Soy increíblemente impredecible

Grace y Gabriel se rieron y se dijeron una mirada que podía leer y saber que pensaban lo mismo.

—¿Algo que queráis decir?—les pregunté

—Eso es algo que diría Daniela

En el instante que pronunciaron su nombre no pude evitar sonreír y estaba seguro de que los ojos me brillaban porque todos empezaron a sonreír.

Después la enfermera acabó interrumpiendo nuestras conversaciones, me hicieron pruebas para ver que todo estaba bien porque como ella me había informado, había estado dos semanas ingresado y luchando por mi vida. Cuando me acabó de hacer pruebas, se fue de la habitación y los demás se sentaron.

—¿Qué pasó en todo este tiempo que estuve ingresado?—les pregunté

—Tus padres se fueron y prometieron no volver nunca, tampoco es que fueran bienvenidos, tu hermana estuvo con nosotros, la cuidamos, pero te echaba de menos. Y Daniela...estuvo fatal los primeros días, pero después intentó ser fuerte e ir con tu hermana a distintos lugares—me explicó Grace

—¿Dónde están?—pregunté curioso

—En un lugar que conoces

Más tarde, Isabella y Patrick se tuvieron que ir y me quedé con mis amigos. Escuché todo lo que me contaban y les observé mientras se echaban miraditas que les delataban.

Finalmente, llamaron a Daniela para que viniera, pero no le dijeron nada de que yo estaba despierto. Cuando escuché su voz pude deducir que estaba a unos pasos de entrar en la habitación, pero no la notaba de muy buen humor.

—¿Gabri, por qué me llamaste con tanta urgencia?

—Porque en esa habitación hay una persona que tiene ganas de verte

Levantó su mirada y todas las alertas de su cuerpo se activaron. Ni siquiera se lo pensó y entró a la velocidad del rayo. Por un momento pensé que se iba a quedar quieta donde estaba o que se iba desmayar, pero no fue así porque al final vino hasta mi lado y me abrazó.

Le devolví el abrazo y cuando se separó la revisé de arriba a abajo, seguía estando tan preciosa como siempre, aunque dudo que su genio hubiera cambiado. Sus ojos azules brillaban como diamantes, su cabello rubio estaba un poco más largo y su sonrisa era mi droga favorita.

De repente, se cruzó de brazos y su cara de felicidad cambió en ese mismo instante a una de enfado.

—¿Cómo se te ocurre discutir con tu padre al lado de una carretera?—me preguntó enfadada

—Cálmate—le pedí

—No, no me digas que me calme. Estuviste a punto de morir y nunca me hubiese perdonado eso...

Sus ojos estaban a punto de convertirse en mares, pero no dejé que siguiera hablando porque la callé con un beso y cuando me alejé pude percibir en su mirada que todo este tiempo me había necesitado, que había temido por mi vida, pero también podía ver que sentía culpa.

Corazones en llamas ©Where stories live. Discover now