cuarenta y cuatro.

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Mis manos temblaban vigorosamente y los ojos de Claire no se posaban en los míos como yo anhelaba que lo hicieran. Su cabello medio rizado le caía por los hombros y sus labios dudaban en si hablar o no. Yo quería que hablara, quería que confesara y me revelara cualquier secreto guardado dentro de ella. No quería que sus secretos fueran devastadores, pues esperaba que en cuanto terminara de decírmelos, yo pudiera finalmente atraparla entre mis brazos.

"Sé que puede..." Tartamudeó y calló, removiéndose en el mismo sitio con inseguridades. Claire no estaba lista y lo decía por los ojos cristalizados, los labios que se mordían, sus pavoneos de vez en cuando a mitad de la acera y sus nervios que parecían devorarla cada minuto que soltaba una oración que no me saciaba.

Mi cabeza se inclinó hacia ella.

"¿Sabes que puede qué?" Yo pregunté, incitando su habla.

Mi deseo no era presionarla, pero esta vez no se trataba de ver por ella o de ver por mis padres, se trataba de que yo no era una mentira que atraía más. Yo no era una bomba de tiempo llena de inocencia a la cual las personas en las que más posaba mi confianza llegaban a mentirme de la manera más brutal posible, aprovechándose de la simpatía que yo era capaz de brindarles. Y si, tal vez, yo resultaba ser una bomba de tiempo, entonces esperaba con máximo afán que explotara, porque estaba exhausto de las mentiras que yo también contenía y de toda aquella inocencia que fue la causante de que otras me mintieran de aquel modo que ha herido durante largos períodos.

"Quizás... Quizás Ash fue asesinado." Claire carraspeó.

Enseguida intenté hablar para protestar con el dolor oprimiendo mi pecho pero ella continuó rápidamente al analizar mis futuros actos.

"Tengo las pruebas necesarias para que la policía abra el caso de nuevo, pero sólo les he dado unas pocas. Escúchame. No quiero abrir las heridas de tu familia, y mucho menos las tuyas pero quiero saber si tengo razón. Quiero saber si Ash realmente quería irse de este mundo y el porqué de abandonarnos a todos. Él amaba a su familia, y sé que me quería, así que simplemente no lo entiendo. No entiendo nada. Y si resulta que ha sido mentira, que me he equivocado, entonces me encargaré de disculparme como se debe y me encargaré de dejar sus vidas y ya no me dedicaré a abrir heridas con aquel roce egoísta." Me prometió, expulsando el aire que había sujetado dentro al departir.

Ansié hablar, pero sus piernas se levantaron sólida y firmemente hasta llegar a la puerta de la cafetería que teníamos al lado, las cual cerraba tarde y donde había escasez de personas. Mis labios se abrieron para hacer fugar un gemido de ruego que aún no era capaz de salir de mi boca. Claire se estaba yendo sin siquiera escuchar mi perspectiva sobre sus acciones apresuradas, las cuales, si no eran lo que ella aguardaba, la destruirían y aplastarían sus esperanzas. Aquella joven que era especial para mí se encontraba siendo egoísta y de la mismo forma yo al no permitirle llegar hasta su objetivo que, seguramente, iba a oprimir corazones ya rotos.

La mano de Claire se presionó contra las puertas de cristales pertenecientes a la cafetería, y ni siquiera se molestó en echar una corta mirada hacia mi dirección o lanzar un vistazo por sobre el hombro. Ella sólo abrió la una de las puertas a punto de irse y dejarme hasta que reaccioné del estado paralizado que me carcomía.

"No." Le arrebaté la oportunidad de huir con la voz solemne. "No puedes irte, Claire. No puedes irte así." Tragué saliva, percibiendo el pánico en mi desgarradora confesión. "No puedo dejar que huyas así."

Claire se encogió de hombros ligeramente y escuché su risa triste, volviéndose hacia mí y desamparando la cafetería casi vacía.

"Yo no puedo enseñarte nada." Ella me amonestó como si yo fuese un crío que necesitara que los pasos se repitieran miles de veces.

hacker ✉ stylesWhere stories live. Discover now