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Nunca se preguntó por qué le había pasado todo eso a él, ni siquiera cuando veía a hombres y mujeres siendo amorosos con otros niños, vestidos con ropas mucho mejores que las de él y comiendo lo que se les antojara en restaurantes finos o puestos ...

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Nunca se preguntó por qué le había pasado todo eso a él, ni siquiera cuando veía a hombres y mujeres siendo amorosos con otros niños, vestidos con ropas mucho mejores que las de él y comiendo lo que se les antojara en restaurantes finos o puestos de la calle. Él solo tomó la vida que le había tocado y la aceptó, puesto que jamás supo ni experimentó otra forma de vivir. Él estuvo en las calles desde que tenía memoria, antes de tener un nombre fijo, los niños de los alrededores y sin hogar como él lo conocían como "Lee" es lo único que sabía sobre sí mismo, su apellido. Pero de nada le servía, no tenía una mamá o un papá para que le diera importancia, lo único que debía interesarle a su corta edad, era correr rápido y ser ágil al robar.

Él debía sobrevivir en el peligro de las calles y eso era todo lo que importaba.

Cuando cumplió seis años, a su vida llegó un niño de tiernas mejillas regordetas y linda sonrisa, al instante Lee supo que ese niño no pertenecía a ese lugar, sus ropas eran demasiado elegantes a comparación de los trapos sucios que él llevaba puesto, sus mejillas rellenitas solo le indicaba que el contrario tenía una buena alimentación, no como él que daba miedo por lo excesivamente desnutrido que estaba.

—Hola, ¿cómo te llamas? —su voz le trajo tranquilidad, pero no por mucho tiempo, pues las calles le habían enseñado a no confiar en nadie.

—No tengo nombre. —respondió tajante, con desconfianza.

—¿Te molesta si te llamo Minho? Y tú podrías llamarme Changbin. —al principio se le hizo raro, había estado tan acostumbrado a ser llamado "Lee" o simplemente no ser llamado que no sabía cómo sentirse al respecto. De todos modos solo se encogió de hombros.

El niño le ofreció comida, bebida, algo de dinero y se quedaron hablando (en realidad, Changbin hablaba de su vida, pues Lee no tenía mucho que contar sobre él mismo), hasta que una gran camioneta negra se hizo presente, y con una sonrisa, Changbin le avisó que tenía que irse pero que volvería al día siguiente. Lee no lo creyó, pero le sorprendió ver que Changbin mantuvo su promesa ese día y el resto de los días que le siguieron.

La última vez fue diferente, esa mañana su vida cambió por completo.

—Honnie, quiero que conozcas a alguien. —el mencionado frunció el ceño pero confiaba lo suficientemente en Changbin como para tomar su manito y seguirlo a esa camioneta. —Él es mi padre. —cuando la ventana polarizada se bajó, Minho pudo observar a un hombre de traje elegante, con una linda sonrisa y cabello idéntico al de su amigo.

—Hola, pequeño, mi nombre es Sungjin. Es un placer conocerte, Changbin me habló maravillas de ti.—

En aquél auto, Sungjin le ofreció todo lo que Minho solo podía soñar: una casa, comida, lujos, estudios y una familia. De hecho el pequeño no tenía nada que perder, así que aceptó siempre y cuando Changbin estuviera ahí, tomando su mano y apoyándolo.

Así pasaron varios años.

Su nombre ahora era Lee Minho y oficialmente había sido adoptado por Seo Sungjin, quien siempre quiso ponerle su apellido pero el menor se negó, queriendo mantener lo único que tenía y que formaba su identidad. Esos años fueron buenos, los recuerda con alegría y nostalgia, cuando Changbin y él jugaban a los piratas hasta cansarse luego de llegar de un largo día en la escuela, al caer la noche la ama de llaves les preparaba galletas y Sungjin los arropaba antes de dormir, Su vida fue buena.

𝗆𝖺𝖿𝗂𝖺 ♥︎!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora