𝐄𝐥 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐨 𝐝𝐞 𝐈𝐦𝐩𝐞́𝐫𝐚𝐭𝐫𝐢𝐜𝐞 [𝖤𝗅 𝖿𝖾𝗌𝗍𝗂𝗏𝖺𝗅 𝖽𝖾 𝗅𝗈𝗌 𝗋𝖾𝗍𝖾𝗅𝗅𝗂𝗇𝗀𝗌]

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Impératrice solía perderse en ensoñaciones junto a una botella de bourbon, recordando sus tiempos mozos, sus días de pasarela y amores fugaces de una noche. Era hermosa, a pesar de los notorios años que ya le dibujaban arrugas en su rostro. Sin embargo, el respeto y la devoción de sus pares no le bastaba. El tocador estaba repleto de cremas y aceites que prometían una juventud perenne, pero esto no cumplía con los deseos de la dama.

Su pecho ardía cuando veía a una fémina hermosa y más joven que ella, reventando en cólera y rechazo ante su aspecto; uno tan bello, no obstante, que pasaba desapercibido por ella misma.

Mas existía una culpable, y esa se trataba ni más ni menos que su hijastra, Cailleach: la nueva musa de las pasarelas parisinas.

De ser la supermodelo más importante que adornaba los desfiles, ahora solo era un recuerdo viviente, solo gracias porque se dedicaba al entrenamiento de modelos. De todos modos, no era suficiente para ella.

Aun cuando la conocía desde que esta era pequeña, jamás infundió en ella el deseo de cargarla y consentirla, menos pasaba por su cabeza el solo hecho de que esta la llamara madre; por más que la hermosa joven de piel marmoleada, y un frondoso cabello negro, se esmerara para ganar su afecto.

Su odio hacia la muchacha era palpable, y cada vez más latente, acrecentándose todavía más, cuando esta le informó de que sería el nuevo rostro de la telenovela, que alguna vez Impératrice protagonizó.

No pudo soportarlo.

Se miró al espejo, buscando hasta la mínima arruga que su rostro pudiera revelar, sin embargo, creyendo que la última inyección de bótox le había logrado engañar con un grado de juventud, este parecía no haber causado mayor efecto.

Lo lanzó con coraje, destruyéndolo por completo, en un solo acto, provocando que algunos de los pedazos se incrustaran en sus manos. Maldijo una vez a Cailleach.

Pronto se llevaría a cabo la gran apertura de la carrera de la joven promesa de la moda, lo que llevó a Impératrice a desesperar. Su cirujano, cansado de las exigencias de la mujer, le había prohibido la entrada, así como también el resto de médicos.

Por obviedad, la ex modelo, no solo culpó a los galenos; lo hizo con Cailleach.

—Esto no se quedará así...

No permitiría que la vieran en tal estado, menos cuando el mundo depositaría su importancia en la modelo, y en ella solo críticas y comparaciones. El mundo ya era cruel, como para tener que aguantar a una prensa amarillista, que solo deseaba enterrarla en vida.

Artilugios y deseos truncados por falta de fe o de esmero, pensó. El deseo por obtener lo que la vida le estaba arrebatando, la llevó a la resignación, no sin antes, gracias al sopor brindado por la bebida, la imagen de un mozo en plena lozanía apareció en sus quimeras vespertinas, rozándole la piel, susurrándole en el oído:

—Piel de alabastro, cabello carmesí, soy Barbatos. Pídeme lo que quieras.

Impératrice apenas articuló palabras, pero unas tan poderosas, que no pensó que estas serían escuchadas.

—Ser la más bella —manifestó con un hilo de voz.

—Tus deseos son órdenes. —Realizó una reverencia, observando un cuadro familiar en donde aparecía ella junto a un hombre y a una joven—. ¿Me permites antes hacerte una pregunta?

La colorina, sumida en su letargo, respondió:

—Hazla...

—¿Quién es la moza que adorna la pintura?

—Mi peor pesadilla...

El demonio vestido de muchacho sonrió, satisfecho, desapareciendo tan rápido como había aparecido en los suelos de Impératrice.

La pelirroja mujer, de espesa cabellera, y con halo refinado, despertó de su larga siesta, pensando en ese Romeo seductor, quien le había ofrecido lo que tanto ella anhelaba. Realidad o ficción, ella ya palpaba su semblante renovado.

Se tocó el rostro, largando una estruendosa risa. No había sido un sueño.

Se aprontó hacia la escuela de modelaje, disfrutando de la estupefacción y posible decepción por parte de las jóvenes. Apenas estacionó, divisó a unas cuantas ingresar al edificio, pero existía algo singular en ellas. Se restregó los ojos, hasta hacerlos lagrimear. Lo que veía, no podía ser verdad.

Sus rostros estaban impolutos, blancos y sin facciones. Se asemejaban a los maniquís que estaban por doquier en la academia. La diferencia es que se movían, giraban su cabeza, moviendo sus manos sin hablar. Todas eran iguales. Se bajó del carro con pavor, su mandíbula temblaba sin poder articular palabra.

—¿Cailleach? ¿Qué es lo que te pasa? ¿Joan? ¡Díganme algo!

Detrás de su hijastra, siete muchachas la seguían como abejas a la miel, recordando que, luego de que su esposo y padre, la joven en cuestión, esta la había despojado de la mansión, aprovechándose de la situación, y estas, como si se tratara de hadas madrinas, no la dejaron ni a sol ni a sombra, lo que provocó que Impératrice la aborreciera todavía más.

Pensó que se trataba de una mala broma, ya que sabía que muchas de ellas no la querían. A oídos de ella habían llegado rumores que la detestaban por su superficialidad y por todo el daño que le había propiciado a la bella chiquilla, y esto, claramente, era una vendetta por parte de ellas. De un momento a otro, la pasividad de las mujeres pasaría a una desesperación, tapándose los oídos, aunque estas no los tenían. Hasta ella misma imitaría la acción, cayendo en cuenta que el único que no parecía haber perdido sus facciones era el mismo Romeo de sus sueños, ese que se presentó como Barbatos, y el cual cobraría revancha en su nombre. Este apareció detrás de Cailleach, besando su mejilla, para luego cogerla de la mano.

La antigua estrella de las pasarelas abrió la boca, sintiendo como las lágrimas brotaban, dándose cuenta de que el hombre había sido real, y que este, ipso facto, se había enamorado de su hijastra, engañándola en su deseo.

Este le lanzó un beso, cerrándole un ojo.

Al darse la vuelta, sintiendo unos pasos, vislumbró que sus siete amigas, iban hacia ella, tratando de agredirla. Impératrice sintió lo que ellas escuchaban. Ruidos y lamentos infernales la azotaron, haciendo que trastabillara y se azotara la cabeza. Las mujeres sin rostros junto a Cailleach habían cobrado venganza.

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⏰ Última actualización: Oct 14, 2023 ⏰

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𝐑𝐞𝐭𝐨𝐬 𝐞𝐱𝐜𝐥𝐮𝐬𝐢𝐯𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐖𝐚𝐭𝐭𝐩𝐚𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora