CAPÍTULO VIII. DESTINO EN AVANCE. FRAGMENTOS DE UN OLVIDADO PASADO.

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Desde que fue electo para subir la torre, todo había estado en orden relativo los primeros diez pisos, pero de un momento a otro, como si tuviera una deuda con sus sueños, todo comenzó a ir cuesta abajo.

Por alguna razón, sus sueños eran extraños, no soñaba a menudo, pero cuando lo hacía, eran pesadillas de algo parecido a escenarios de guerra y masacres que le costaba comer los días siguientes por el asco. Sumado a eso, tenía la sensación de que alguien lo seguía siempre, o alucinaba con que alguien lo llamaba por su nombre desde las sombras, era como un llamado incongruente que lo animaba a revelarse contra su familia.

Ya había sido desterrado por haber traicionado a su hermana por María, y cuando ella se suicidó, fue todavía peor. La comunicación con María se perdió totalmente, así que no tenía un sentido real de continuidad más allá de su anhelo por tomar el lugar de aquel al que nadie de sus hermanos podía tocar. María había cambiado, la torre había logrado hacerla virar de su rumbo recto, siendo un número más de la torre.

—¡¡Hijo mío respétame!! —se levantó de un salto cuando Isu le gritó a Hatz antes de que el mismo lo golpeara y mandara al suelo.

—¡¿Podrían callarse?! —Khun lanzó su almohada en dirección a ellos, Hatz interceptó el ataque con su espada y supo que debía comprar una nueva. Plumas volaron por todos lados cuando fue partido a la mitad.

Había conocido a la gran mayoría de su equipo actual desde el piso uno, una bola de estúpidos con la única ventaja de ser competentes.

—Khun, has dormido dos días seguidos ¿Estás bien? —Isu era probablemente el único que tenía la capacidad cerebral necesaria para llevar el equipo hacia adelante mientras él permanecía inactivo, pero a veces era un idiota.

Había días enteros que no dormía por esas absurdas pesadillas, era el único estratega del equipo además de Isu, el resto se encargaba de seguir sus órdenes y reclamar cuando algo salía mal, planear como no morir en el proceso de cada prueba de piso no era cosa fácil. Pasaba días en vela para mantenerlos a todos con vida, no porque su equipo fuera importante, sino porque le eran útiles. Por lo que llegado a su límite, caía en dónde fuera y podía pasar el tiempo durmiendo hasta que alguien lo interrumpiera, cómo en ese momento.

Le gustaba tener gente bajo su mando, eran pocos, todos regulares, pero los más prometedores que podía reclutar en la torre, incluso una de las princesas fastidiosas de Jahad pertenecía a su equipo, y aunque no estaba precisamente bajo su control, era de mucha ayuda.

Había otra supuesta princesa cuyo nombre era el de una princesa muerta, finalmente, murió en una de las pruebas. Aunque su muerte había sido bajo condiciones bastante sospechosas, nadie dijo nada, eran regulares que no podían competir todavía con quiénes tenían que eliminar todos los problemas para la corona.

Aunque Endorsi hubiera negado estar en duelo, su actitud los días siguientes al deceso de la falsa Anak fue todavía peor. Isu fue el único que aceptó su dolor con total honestidad y fue el mejor lidiando con ello.

—Aretes pasó tres días sin dormir, que no duerma más me sorprende en realidad —una taza voló en dirección a Hatz, su comentario era acertado pero la primera palabra fue innecesaria y molesta.

—Vete a la mierda —masculló Khun antes de patear el objeto que Hatz le lanzó de vuelta—. Iré a investigar, volveré mañana —se levantó del sofá dispuesto a largarse en ese instante, pero una cosa de un metro de alto se interpuso en su camino.

—¡Siempre te vas solo! —el cocodrilo lanzó un golpe y Khun lo pateó de vuelta—. ¡Seguramente compras comida deliciosa y comes solo! —seguía preguntándose por qué había hecho equipo precisamente con ese cocodrilo parlante si era totalmente un fastidio. Comía mucho, no obedecía, era imprudente y totalmente contrario a él.

TOG: LA REINA DE JAHADWhere stories live. Discover now