Capitulo 6: La asignación.

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POV LUZ

Hacía dos semanas que había llegado a este lugar y nada había mejorado: los insultos cada vez iban a más, los hostigamientos ya superan lo que es considerado normal dentro de una prisión. Arminza no había vuelto a tener ningún gesto de "amabilidad" conmigo, apenas me mira cuando estamos en la celda.

Con la única que tenía algún tipo de relación era con Cuca, que la veía algunas veces que me acercaba a la sala de televisión y ella siempre estaba allí. Se sentía bien revolotear alrededor de ella porque tenía la calidez materna que no se encuentra en todos lados.

-Lasierra- dijo la enfermera para darme los elementos que nos dan por mes. Era el día donde nos daban la medicación para los cólicos menstruales, las jaquecas o enfermedades crónicas, junto con las compresas y demás artículos para nuestro aseo.

A medida que me dirigía hacia la taquilla, me pusieron el pie para que tropezara, pero había aprendido una manera de mantenerme de pie después de varias veces terminar de bruces contra el suelo. Ni siquiera me limité a mirar a la reclusa que lo hizo porque estaba hasta el coño de esos actos y sé que si reacciono no puede ser una buena idea. Suelo ser una persona muy impulsiva pero acá tuve que, por las malas, aprender a controlarme.

-Gracias- le respondí luego de cargar con todo en mis brazos.

-Reclusa- volvió a llamarme y me giré. No debía detenerme más tiempo de lo normal porque sabía que iban a empezar a molestarme. -Marifrán me ha dicho que te pases a su despacho, te toca la asignación.

¿Asignación? ¿De qué? No tenía idea de que hablaba pero solo asentí y susurré un "vale" para seguir mi camino hasta la celda y acomodar las cosas. Me tomé un momento para sentarme en la cama porque los mareos aumentaron luego de varios días sin ingerir un alimento porque se les había metido entre ceja y ceja, estropearlo cada vez más. Lo de escupir fue el principio pero llegaron hasta el punto de ponerme excremento en la bandeja luego de que me sentase.

-Lasierra- me dijo Arminza mientras entraba y yo me limité a pararme de la cama y hacerle un gesto con la cabeza para salir de allí dentro. Trataba de ignorarla lo que más podía pero a veces la tarea se me dificultaba.

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-Adelante- dijo la gobernanta del otro lado de la puerta y yo entré. -Como verás Luz, a cada reclusa se le asigna una actividad o un taller para mantenerlas ocupadas. A ti, desde arriba, te han asignado la jardinería, así que buena suerte porque es una de las mejores actividades que tenemos aquí. No la tendrás todos los días, solo los lunes, miércoles y jueves porque se cultivan varios vegetales para la cocina.

-Vale, gracias gobernanta. ¿Algo más?- quería irme de allí cuanto antes y ocultarme en algún lugar.

-Sólo que tengas cuidado.

-Vale- y agarré el pomo de la puerta.

-Y comienzas hoy- me dijo en un tono fuerte -a las 17. Sé puntual.

-Gracias.

Me dirigí hacia la biblioteca, esperando no cruzarme a nadie allí dentro que se hubiera levantado con ganas de fastidiarme el día. Apenas abrí la puerta me encontré con dos de las que me molestan constantemente y automáticamente el pánico me invadió.

Me dirigí a uno de los pasillos para poder perderme y buscar un libro rogando que se fueran de allí de una buena vez y me dejaran en paz. Suspiré de alivio cuando sentí un portazo y el cuerpo se me relajó, hasta que sentí como me cogían del pelo y me empotraban fuertemente con una de las paredes para luego tomarme del cuello.

-Nos hemos enterado que tú estás dentro de una de las mejores actividades, mejor dicho de las que todas deseamos- me dijo la misma rubia de rizos quien había escupido por primera vez mi comida.

-¿De qué hablas?- le pregunté cómo pude, comenzaba a notar como el aire no me estaba llegando a los pulmones.

-La jardinería, pija. Mira, la paciencia se me está terminando contigo y tu cara de no haber roto un plato en tu vida así que te conviene que nos hagas un par de favorcitos a nosotras si no quieres terminar mal.

-N...no- dije como pude porque no iba a hacer nada que no quisiera.

-¿Qué has dicho?- me preguntó cambiando su gesto de burla a enfado en una fracción de segundo.

-Ha dicho que no, Flor- le respondió la que me tenía cogida haciendo presión con su brazo cada vez más.

-Parece que quieres un pequeño adelanto- y automáticamente me dio en la boca del estómago, luego en la cara y varias veces en las costillas con sus rodillas para terminar con patadas en la zona, luego de que la morena de pelo corto me tirase contra el suelo. -¿Ahora lo tienes claro, cariño?.

Estaba en el suelo hecha una bola por el dolor que estaba sintiendo y luego lo último que percibí fue la puerta abrirse. Florencia llegó hasta mi costado a medida que me metía la mano por encima hasta llegar al sostén y depositar un pequeño paquete allí.

-Ponlo en la parte de los tubérculos, allí nadie irá a desenterrar nada todavía. Si no lo haces, ya sabes que te puede pasar- y entre ambas me pusieron de pie y me llevaron hasta la última fila de la biblioteca para que nadie me viese.

-No le digas a nadie, cari. Guarda el secreto. Tienes hasta mañana.

Y me dejaron allí, muerta de dolor, sostenida por el mueble repleto de libros mientras las lágrimas caían por mi cara. ¿Tan mal actué en la vida para que me tocase vivir esto? ¿Debía hacerles caso y enterrar eso? ¿Contarle a alguien sobre lo que sucedía? Estoy en problemas.

ESTREMERAWhere stories live. Discover now