Capitulo 12: Nueva normalidad.

563 41 7
                                    

POV LUZ

La luz exterior que entraba por la pequeña ventana me dejó claro que las alarmas para levantarnos no tardarían en sonar. Tuve una pesadilla, otra más para la colección de las que he tenido todas las noches desde que estoy aquí y hoy se cumple un mes exactamente de eso.

Durante este mes las cosas no habían cambiado mucho. Mi relación con Arminza había mejorado desde la noche en que hablamos de la luna pero no éramos amigas ni mucho menos, simplemente nos llevábamos bien y yo a eso lo agradecía. No me apetecía tener mal rollo con la persona con la que convivirá día sí y día también en esta prisión. Sara era simplemente mi compañera y Cuca la persona a la que acudía como si fuese mi madre.

Al abrir los ojos me encuentro con mis compañeras de celda ordenando sus camas y ya listas para el recuento de cada día. Sara se giró a observarme y sonrió antes de retomar su tarea.

-Mira Arminza, una que se despierta mojada- dijo Sara. Ainhoa simplemente me miró y se descojonó en mi cara.

-¿Te encuentras bien, Lasierra?- preguntó Ainhoa cuando terminó de reírse de mí. Por supuesto no me molestaba la situación, es más me gustaba sentir cierta cotidianeidad de compañeras que simplemente se llevan bien.

-He tenido una pesadilla- respondí frunciendo el ceño acercándome al borde de mi cama para levantarme.

-Ya ya, pesadillas se le dicen ahora- siguió Sara, insinuando cosas que claramente no eran.

-Si que estás mojada eh...- dijo Ainhoa acercándose a mí levantando su ceja también utilizando un discurso con doble sentido. Uf, lo sexy que fue eso es que... Uf

-Habrá soñado cosas bonitas Ainhoa, déjala- prosiguió Sara dirigiéndose a la puerta de la celda.

-¿Podéis parar? de verdad- les dije muerta de vergüenza olvidándome completamente de mi pesadilla.

-Va Lasierra, apresúrate que ya vienen a hacer el recuento y todavía estás así- finalizó Ainhoa para luego retirarse también del interior de la celda.

Me demoré más de la cuenta en ordenar mi cama y en el momento en que Manuel, uno de los funcionarios encargados del recuento de celdas llegó al pasillo de la mía y no me encontró con mis compañeras, se enfureció por completo. Es por esto que ingresó a la celda con un paso amenazante en mi dirección para luego deshacer mi cama recién ordenada tirando las sábanas y almohadones por los aires.

-¿POR QUÉ NO ESTABAS EN EL RECUENTO, LASIERRA?- me gritó agarrando muy fuerte mi muñeca.

-Yo...lo siento me demoré un poco- le dije completamente asustada, nunca había vivido una situación así con un funcionario.

-LO SIENTO NADA, PARA ALGO HAY HORARIOS IMPUESTOS- él gritaba y yo me moría de vergüenza por cómo estaba quedando en frente de todas mis compañeras -Y no te das una idea lo que te puede pasar si sigues comportándote así, Lasierra- me susurró más cerca de mi oído para que nadie más lo escuche. Temblé del miedo y asco que esto me generó.

-¿Qué..qué?- le pregunté dejando notar mi miedo. Estuvo a punto de hablar de nuevo cuando alguien le interrumpe.

-¿Qué le puede pasar a Lasierra si llega tarde de nuevo? Vamos dinos a todas...- le dijo Ainhoa observando la situación desde la puerta de la celda. Detrás de ella estaba Sara, Cuca y Maru.

-Recibirá un castigo. Como todas.- dijo Manuel ahora alejándose lo más que pudo de mi.

-¿Y cuál sería ese castigo?- le preguntó Sara acercándose a él de manera muy decidida. Parecía no tenerle ni un poco de miedo.

-Eso no lo decido yo- dijo ahora más cohibido- Vamos, todas afuera ¡YA!- gritó el funcionario y antes de retirarse se dirigió a mí de nuevo- Y tú, ordena todo eso otra vez.- y se fue.

Luego de esta situación quedé con un mal cuerpo inexplicable, aún temblando junté toda la ropa de cama y con ayuda de Cuca, quien se había quedado conmigo apenas se fue este funcionario, ordenamos todo lo que él deshizo, nuevamente.

_______________

Durante el día estuve muy sumergida en mis pensamientos luego de lo que había pasado en la celda por la mañana. ¿Era normal que un funcionario se comportara así? ¿Lo harían siempre pero de manera que las demás presas no se enteren? ¿De verdad tienen que hacer mal uso de su poder siempre simplemente para mostrar esto: que poseen un poder que nosotras no?.

Estaba sentada en un pequeño rayito de sol esperando que sea el horario de empezar con mi trabajo en la huerta y de un momento a otro, sin siquiera darme cuenta, mi mirada estaba fija en Ainhoa Arminza. La pelirroja estaba entrenando y sus desprolijos cabellos caían por su cara de manera despreocupada. Se la veía demasiado alegre cosa que me sorprendió de ella ya que no era una persona que se la pasara regalándole una sonrisa a la vida. No se por qué pero verla así me alegraba y aumentaban mis ganas de saber qué le pasaba.

Cómo si me hubiese leído los pensamientos, terminó de entrenar y se acercó a mí sentándose de manera exagerada y largando un suspiro lleno de cansancio acumulado.

-Estoy agotada- me dijo apoyando su cabeza en el pasto- déjame un poco de sol- y se fue moviendo hasta ocupar por completo mi lugar en el patio.

-Oyeee, me has quitado todo el sol- le dije haciéndome la enfadada, me di cuenta que fue un intento fallido al recibir una carcajada de su parte.

-No te hagas la enfadada Lasierra, que no te sale.

-Bueno, al menos lo he intentado- nos reímos nuevamente y un silencio, para nada incómodo, se creó entre nosotras- Estás muy contenta tú hoy- le dije manteniendo mi mirada fija en ella.

-Si bueno, me he enterado de un par de cosas que me alegran bastante sinceramente...-me contestó fijando su mirada en nuestras compañeras que seguían entrenando.

-¿Que cosas?- le pregunté y me arrepentí al instante por si reaccionaba mal al notarme tan entrometida en sus asuntos.

-Mmm, en realidad no debería decirte... vamos ni a tí ni a nadie- dijo sin perder el aura de felicidad que llevaba con ella.

-Ah bueno.

-¿Y listo? ¿No me vas a preguntar?- me dijo mirándome a la cara nuevamente.

-No se tía si no quieres contarme está bien- le contesté riéndome -Pero si quieres hacerlo puedes confiar en mí, no le voy a decir a nadie.

-¿Segura?-me dijo con un tono dudoso.

-Si Arminza, segurísima.

Ainhoa me miró fijamente a los ojos dudosamente sin perder aún ese aura de felicidad que llevaba con ella. Pasaron unos segundos y ninguna de las dos perdió el contacto visual hasta que asintió levemente y se posicionó mejor a medida que tomaba aire para relatar que era lo que la llevaba a estar de tan buen humor.

ESTREMERAWhere stories live. Discover now