Capítulo 5

239 29 10
                                    

Las tres de la madrugada.

Sanji mira fijamente los números rojos del reloj digital desde su posición en la cama, las curvas de sus figuras quemándole la vista. El sueño le ha sido esquivo desde que regresó a su habitación de hotel tras la fiesta de Ace, habiéndose retirado antes que ninguno de sus otros amigos. Hace una media hora los oyó a todos riéndose y armando jaleo en el pasillo mientras desfilaban de vuelta a sus habitaciones.

Suspira, se tumba boca arriba y frunce el ceño, incapaz de encontrar una postura cómoda. La cama de matrimonio es demasiado grande y, si es sincero consigo mismo, demasiado solitaria. A excepción de una noche -la noche en que encontró el coche de Zoro en el aparcamiento-, había dormido en su sofá desde que el otro hombre se marchó. Volviéndose a tumbar de lado, se encuentra cara a cara de nuevo con el reloj digital de mierda, cuyos números rojos siguen brillando, casi burlándose de él.

La habitación esta tan silenciosa que es casi ensordecedora. Sanji se había acostumbrado tanto a dormir con la banda sonora de los ronquidos de Zoro que se siente mal sin ellos. Frunce el ceño en la oscuridad, resentido por haberse quejado siempre del ruido. Echa de menos la subida y bajada del pecho del otro hombre con cada respiración y las pequeñas bocanadas de aire que soplaban suavemente sobre su cabeza con cada exhalación. También echa de menos los fuertes brazos que nunca dejaban de encontrar su ágil cuerpo en la noche y acercarlo a él. Los abrazos divertían a Sanji al principio, sobre todo cuando Zoro lo negaba rotundamente cuando se burlaba de el. Pero ahora, en su aislamiento, daría cualquier cosa por estar acurrucado en el cálido abrazo del hombre.

Se oyen unos golpecitos en la puerta y Sanji frunce el ceno, inseguro de quien estaría en su habitación tan tarde. Se levanta de la cama y se acerca a mirar por la mirilla. Se encuentra con unos grandes ojos marrones que le miran fijamente y frunce el ceño antes de abrir la puerta de un tirón.

Luffy, Usopp y Chopper están de pie en el pasillo, en pijama, con almohadas bajo los brazos y una amplia sonrisa en la cara. La forma en que Luffy se balancea ligeramente y Usopp se ríe le dice que probablemente sigan borrachos. Sanji se apoya en la puerta y los mira de arriba abajo antes de preguntar: "¿Qué queréis?".

"¡Vamos a hacer una fiesta de pijamas!" Luffy grita demasiado alto, haciendo que Chopper y Usopp le hagan callar inmediatamente.

"Cállate Luffy, son las 3:30. Vas a despertar a la gente!" le riñe Usopp.

"Sí, Luffy, entonces Nami vendrá a gritarnos", añade Chopper con hipo, mirando nervioso por encima del hombro hacia la puerta de su habitación.

Riendo y negando con la cabeza, Sanji se mueve para dejarles entrar en su habitación, sintiéndose casi aliviado por sus travesuras. Sospecha que Luffy, incluso en su estado de embriaguez, sabía que no querría estar solo tras la decepción de que Zoro no apareciera en la fiesta. El moreno le da una palmada en el brazo cuando entra en la habitación, seguido por un sonriente Usopp y un eufórico Chopper.

Chopper enciende una luz mientras Luffy salta a la cama de Sanji: "¡Tu cama es enorme, Sanji! Cabemos todos perfectamente".

"¿Pensáis dormir los tres en mi cama?". Sanji resopla, mirando entre los tres. Luffy ya se está acomodando, mientras Chopper y Usopp empiezan a colocar sus almohadas y a meterse a su lado.

"Sí... es una fiesta de pijamas. Es lo bastante grande, ¡vamos!".

Encogiéndose de hombros, divertido por la situación y secretamente agradecido por la compañía, Sanji apaga la luz y se acerca a la cama. Se sube y le da una patada a Usopp.

"¡Eh! ¿A qué ha venido eso?"

"Córrete, idiota. Y deja de acaparar las mantas, Luffy".

Tras algunos meneos, sobre todo de Luffy, y algunas risitas de Chopper, los cuatro se acomodan. Sanji echa un último vistazo al reloj antes de que una orquesta de ronquidos le tranquilice y le lleve a un sueño sin sueños.

Camino A Ti - ZosanWhere stories live. Discover now