CAPITULO 4

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POV: VIRGINIA 

Otro día en esta cárcel, no entiendo que quieren de mí.

Mi familia no tiene suficiente dinero, y Marcos fue muy cuidadoso en mostrar su profesión.

Si él no me hubiera dicho que era un policía ni me lo hubiera imaginado. 

Me levanto, me aseguro que del otro lado no haya nadie. 

Intento abrir la puerta pero está cerrada, no sé en qué momento le pusieron llave.

Me doy una ducha corta y rápida, por si alguien se le ocurre entrar y me visto lo más rápido posible. 

Miro un poco los libros, haber si hay alguno que me agrade. 

Supongo que podría leer un poco. Podría preocuparme por el personaje ficticio de todos modos me van a asesinar. 

Estoy de espaldas a la puerta. 

–¡El desayuno está esperándonos! –. Su voz me hizo sobresaltar. 

Me giro rápidamente. –¡Podrías tocar por lo menos!. ¡Me hizo asustar!.

–¡Es mi casa puedo hacer lo que quiera! –. Lo dice en un tono raro, como si estuviera agotado. –¿Qué esperas?.

– ¡No tengo hambre!.¡Gracias! –. Pensé si hago huelga de hambre me dejara ir. 

–¡Vamos o te llevaré a la fuerza!.¡Y supongo que no quieres que te toque!.

Me acerqué a él, y me puse frente a él. Con valentía y miedo le hice frente. – ¡Claro!, como todo lo haces a la fuerza! –. Y luego pase por su lado y me dirigí al comedor. Él lanzó un suspiro de frustración y no dudé en reírme en silencio.

Sentía sus pasos por detrás mio.

Al estar ya en el comedor. Me senté. El desayuno ya estaba en la mesa.

Me senté en la punta ya que solo había una silla ahí y otra del otro lado.

El ocupa su lugar en la otra punta de la mesa. 

–¿Quien me asegura que esto no está envenenado?.

–¡No tiene nada! –. Dice rodando los ojos.

–¡Ahora que lo pienso mejor si está envenenado me haría un favor!.

Él se levanta y solo observo que viene hacia mi. 

Toma un trozo de mi comida y se lo mete en la boca.

–¡Vez!.¡No tiene veneno!.

–¡Qué lástima! –. Digo en tono de decepción. Sólo puedo ver en su mirada que está frustrado. Le doy un bocado a mi comida con un poco de desconfianza. Él regresa a su asiento mientras yo mastico. 

Al terminar, él se levanta de la mesa y desaparece por el pasillo por donde vinimos.

–¡Qué mal educado! –. Dije para mi misma.

Cuando termine, me levante de mi lugar e iba a levantar los platos. Cuando Marissa me interrumpió.

–¡Señorita !. No se preocupe, nosotras levantamos la mesa.

–¡Pero no me molesta ayudarlas!.

–¡Son órdenes del señor!.

–¡Veo que además de tenerme prisionera también quiere  no las ayude!. ¡Es un ogro!.

–¡Usted no es una prisionera!.

–¡Me privo de mi libertad!.

–¡Cree que si fuera su prisionera la traería a comer aquí!.

ERES DE MI POSESIÓN [+21] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora