Xx Capitulo 2 xX.

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Ese día en especifico, aquel día en el que se suponía le iban a dar su comida, aquel día el pequeño leopardo deseo con todas sus fuerzas que no hubiera llegado el mañana...

Pues aquel día, aquel hombre que lo habia visto en medio de la oscuridad, comenzo a hacer un plan para quedárselo, lo platico con su jefe el cual era un hombre alto, con una cicatriz en la cabeza y bigote, el cual quedo muy interesado al escuchar el relato que Mahito le habia dicho sobre lo que vio el día en el que se habían instalado por completo y habían abierto sus puertas.

Por suerte para ellos se iban a quedar toda una semana, por ahora habían juntado tan solo 657,435.38 yenes, para ellos esa cantidad era una minoría pues no solo se especializaban en el "arte" del circo y la diversión, si no que también se especializaban en el robo.

Así que cuando llegaron ambos, tanto Mahito como Kenjaku, nombre de aquel jefe, se presentaron como dos posibles interesados en la compra y venta de aquel leopardo de las nieves, se presentaron con otras intenciones, no como los cirqueros que eran pues si la familia se ponía exigente, mínimo podrían hacerlos caer en un engaño.

Más se sorprendieron cuando le soltaron los papeles del niño como si nada, tan solo porque les habían ofrecido 657,435.38 yenes, argumentando un tan solo:

—Por fin nos desharemos de ese bastardo...—.

Y sin más el mismo señor de la casa los llevo hasta donde se encontraba su pequeña compra.

Ambos hombres no pudieron evitar mostrar una sonrisa siniestra e incluso hasta cierto punto tenebrosa, tanto que el pequeño leopardo de las nieves se meo encima, soltando gritos y lloriqueos lastimeros, siendo sus primeras palabras un fuerte y firme:

—¡No!—.

Fue lo único que pudo decir antes de que su "padre" lo golpeara en la boca, tal vez tumbándole uno que otro diente de leche, gritándole que se callara.

El shock hizo que el pequeño quedara inmóvil, viendo únicamente como un liquido de un color alarmante salía a chorros de su pequeña boca, rápidamente y solo por ordenes de Kenjaku, Mahito se acerco y lo tomo, poniendo un pañuelo en la boca del pequeño.

Kenjaku solo sonrió y estiro su mano, siendo estrechada casi al instante por el líder del clan Gojo.

—Fue un placer hacer negocios con usted...—.

Y sin más dilataciones, ambos hombres se llevaron al menor, tal vez a lo que seria una buena vida...

O tal vez solo el pequeño quería aferrarse a esa idea... De que estaría medianamente bien, que todo saldría bien...

Tal vez.

Satoru comió del gran plato que tenia frente a él, claramente era un leopardo de las nieves en desnutrición, su delgado y pequeño cuerpo les dejaba en claro que lo habían alimentado como si fuera un leopardo normal

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Satoru comió del gran plato que tenia frente a él, claramente era un leopardo de las nieves en desnutrición, su delgado y pequeño cuerpo les dejaba en claro que lo habían alimentado como si fuera un leopardo normal.

Así que nada más llegar, le quitaron la comida a uno de los que ya no les servía y lo dejaron morir, dándole así al pequeño una presa más grande, era parte de la pierna de un caballo; creyeron incluso por un momento que tendrían que partirle pedazo por pedazo de aquella pieza de caballo, después de todo al pequeño leopardo le habían partido la boca hasta hace apenas unas horas.

Sin embargo, el instinto del pequeño habia sido más fuerte, siendo así que cuando le entregaron el primer pedazo de carne, se lanzo a devorarlo.

—¿Cuál es tu nombre, pequeñín?—.

La primera en preguntar fue una mujer que era alta y muy, extremadamente musculosa, tanto que incluso parecía hombre, pero la voz y algunos rasgos del rostro eran muy amables.

—No—.

Fue lo único que dijo, mirando a aquella mujer con sus grandes y lindos ojos azules, dejando petrificada por un momento a aquella mujer que sintió un gran potencial en la mirada de aquel cachorro, era como si pudiera ver sus pensamientos y atravesar su alma.

Para la albina esos minutos se sintieron como una eternidad, y para el pequeño solo fueron segundos, importándole poco y solo volviendo a comer, dándole grandes mordidas al pedazo de carne en su plato, la mujer quedo confundida mirando de aquella misma manera a Mahito.

—Al parecer no tiene nombre, no sabe ni hablar y estaba desnutrido, ¿Qué crees que es lo que realmente pasa aquí?—.

Respondió el peli azul con un montón de cicatrices en la cara mientras acariciaba la espalda del pequeño albino.

La mujer no tardo mucho en darse cuenta, era más que obvio, querían matar al pequeño leopardo de las nieves, ¿Pero por qué?.

—Es claro que esos idiotas no sabían que podían venderlo a un precio bastante considerable en otras familias o incluso en el mercado negro—.

Hablo Kenjaku, el jefe de todos ahí, un lobo negro, imponente y fuerte, misterioso a más no poder, alguien que realmente era de temer y que ocultaba muchos secretos.

Pero todo ese miedo o respeto que el pequeño debería estar sintiendo en ese mismo momento por aquel hombre, no lo estaba sintiendo, solo tenia hambre, solo quería comer y poder seguir vivo...

Mi pequeño tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora