Capítulo 25

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Thiago

A la mañana siguiente del concierto me encontraba durmiendo en mi cama con mi hermana y Daniela. Ayer, Mar le había insistido tanto a ella que se quedara a dormir que no pudo negarse, así que antes de dormirse le envió un mensaje a sus padres diciéndoles que se iba a quedar conmigo y mi hermana a dormir y que no se preocuparan.

Ellas dos seguían durmiendo y yo que estaba en la parte izquierda de la cama, iba a levantarme, pero decidí quedarme un rato más solamente para observarlas. Daniela estaba entremedio de mí y mi hermana y se alejó un poco de Mar, pero seguía dormida.

Ella estaba de espaldas, mientras yo le pasé mis dedos por su pelo rubio y cuando le aparté su cabello, le vi el rasguño y me dieron unas tremendas ganas de partirle la cara al imbécil de Santiago. Mala suerte que tenía que estar unos meses sin jugar, porque si no la primera oportunidad que tuviera contra él, ya le hubiera dejado sin moverse al capullo.

Daniela volvió a moverse ligeramente y le pasé mis dedos por su brazo, al instante dejó escapar una sonrisa y empezó a abrir los ojos. Después se dio la vuelta y le sonreí.

—Buenos días, dormilona

—Buenos días, creído

—Que cariñosa, eh

—Es que cuando se trata de ti, es imposible ser de otra forma

Nos quedamos mirándonos fijamente, pero de repente mi hermana se acercó a Daniela de golpe y su cara cambió en un instante y no parecía muy buena, ya que soltó unas maldiciones.

—¿Estás bien?—le pregunté y ella negó con la cabeza

—No, me duele la herida—me respondió con una mueca de dolor

Entonces me incorporé y separé a mi hermana de ella porque sabía que, si le daba en la espalda, le iba a rozar la herida y no le iba a hacer mucha gracia notar el dolor. Después me volví a estirar, pero mi hermana se movió de nuevo y antes de que le diera en la espalda, le cambié el sitio y me puse yo en el medio.

—¿Tus padres saben que Santiago te empujó?—le pregunté

—No. Solamente lo sabes tú, pero no quería que te dieras cuenta—me respondió

—Daniela, no puedes ocultarme eso

—¿Por qué?

—Porque no me hace gracia que un imbécil le ponga un dedo encima a mi novia y mucho menos que tú quieras ocultarmelo

—No pasa nada, fue mi culpa, no debí meterme

—Sabes que él no te empujó solamente por eso, sino por todos los encuentros que tuvimos con él

Se quedó callada y luego asintió. Después me miró a los ojos, pero se acabó dando la vuelta y la habitación se convirtió en un completo silencio incómodo. Estaba seguro de que tenía miles de cosas en la cabeza y no me gustaba que se lo guardara para ella.

—¿Qué te pasa?—le pregunté, pero no me respondió—Está bien, quédate aquí sin contarme lo que te pasa

Me salí de la cama, bajé al salón y encendí la televisión. Estuve viendo lo que daban y de repente me encontré a mí mismo llamando a mi mejor amigo.

—¿Thiago, todo bien con mi hermana?—fue lo primero que me preguntó

—Eh, más o menos. Tu hermana esta rara como siempre y no quiere hablar conmigo—le contesté

—Ey, si quieres consejos amorosos, no soy el más indicado—me dijo y se me escapó una risa

—Tranquilo, solo me gustaría saber si hay algún método con el que pueda chantajearle para que me hablé—de algún modo me iba a contar lo que le pasara

Corazones en llamas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora